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Jueves, 9 de mayo de 2024

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Harvey Weinstein, si lo ves, ¡huye!

  HARVEY WEINSTEIN, SI LO VES, ¡HUYE!

No es un director, no es un actor, no es ni siquiera un guionista, es peor: un productor. Es el creador de Miramax Films, uno de los responsables que borró las fronteras entre el cine independiente y el comercial. Es temido por Steven Spielberg, es inculto, grosero, políticamente correcto, el que aporta el dinero...el verdugo del cine estoico y marginal. Sin embargo, eso no es todo. Aparte de arrojar sillas contra sus empleados y de ser irresponsable con sus compromisos, se ensaña con películas que no entiende porque están en otro idioma (en realidad no entiende mucho de cine) y se jacta de amenazar a actores y directores por igual, pero recoge emocionado y con lágrimas el Oscar.

Harvey, el Visionario

La consigna era simple: comercializar en Estados Unidos las películas extranjeras que los grandes estudios rechazaban. Sólo porque le gustó una película francesa, Les Quatre Cents Coups (François Truffaut, 1959) que al parecer sí entendió, aunque la Nouvelle Vague, poco o mucho le signifique. El proceso era torturante (para los autores), recortar, reeditar y doblar las películas para los consumidores estadounidenses. Luego, producir películas hechas por autores alguna vez independientes, ¿un ejemplo? Sex, Lies and Videotape, (Steven Soderbergh, 1989).

Harvey, el Padrino

Al demostrar que el cine "off-Hollywood" también era rentable, comenzó a apoyar nobles causas. A él le debe su fama Quentin Tarantino desde Pulp Fiction (1994); Gus Van Sant y Martin Scorsese están en deuda con él desde Good Will Hunting (1997) y Gangs of New York (2002), respectivamente. Peter Jackson no habría podido realizar la trilogía de The Lord of the Rings (2001-2003) ni Anthony Minghella, The English Patient (1996). Y si disfrutaron de estas películas, no creerán lo que sigue: Weinstein, antes de producir, destaza las películas, hace el doblaje maquillando frases peligrosas para sus compatriotas y explota contra los cineastas que no gustan del "happy ending".

Harvey Manostijeras

Impuso una costumbre desconocida en el cine independiente: las funciones de prueba. Así, las cintas eran mostradas antes del estreno, a un público pedestre. Si la gente se aburría, ordenaba cortar el metraje, incluir desnudos, recalcar la historia amorosa, bajo el lema "Se trata de comunicar, ¿no?" La conclusión era un cine exitoso pero apenas independiente, diluido. Sin embargo, y de lo bueno (si es que hay) que se le puede agradecer, es que obligó a Hollywood a revisar su calidad. Ahora, de repente, cualquier director que se ponga de rodillas ante Weinstein, podría ser llamado después, todo un artesano del celuloide. Atrás quedaron las épocas del nulo reconocimiento, de las cintas improbables y subversivas como Taxi Driver (1976). Gracias Harvey, te debemos una.                        

 

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