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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Viernes, 19 de abril de 2024

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Lucha de mundos

Esperpento en recuerdo de la adaptación radiofónica dirigida y narrada por Orson Welles de "The War of the Worlds" de H. G. Wells, emitida el 30 de octubre de 1938.

Preludio musical

En el rellano de la escalera de acceso a la primera planta del Auditorio Nacional hay una barra como de bar. Los que quieren la llaman el "ambigú del foyer del anfiteatro". Allí, hoy, la noche del 30 de octubre, un grupo de peces gordos beben de todo menos agua mientras esperan la señal para embutirse en sus butacas y dormir la mona. Mientras, de fondo sonará alguna cosa de violines y tal.

-Sí, yo tengo la edición de Deutsche Grammophon en DVD-Audio, con sonido cuadrafónico.

-Ah, ya sé cuál es. Yo pedí a la productora que me hiciese una copia con recubrimiento de zafiro antipolvo en lugar de plástico, para que se raye menos.

-Pero muchachos, ¿no pensáis que es mejor la versión dirigida por Karajan?

-No lo sé, pero a mí Karajan me caía gordo. La última vez que le vi llevaba un cinturón súper ordinario.

-Aquí dice que el Concierto para piano número 1 de Chaikovski fue escrito en 1875. Me suena como muy antiguo, ¿no? ¿No será una errata?

-Seguro. Estas cosas las escriben becarias sin oficio ni beneficio, que sólo escuchan los 40 principales y no tienen ni idea de lo que dicen.

-Es indignante. Hoy en día con la Internet no cuesta nada culturizarse. Pero no, en lugar de estudiar o jugar en bolsa, los jóvenes pierden el tiempo chateando con otros tan vagos como ellos. Yo a mis hijos...

-¿Qué es ese silbido? Suena como una tetera hirviendo.

-Ay, os tengo que contar cómo hice 20000 euros la semana pasada jugando en bolsa por Internet. Fue una risa porque...

Las voces se callan y el pitido se intensifica. Miradas ansiosas van de un lado al otro tratando de identificar la fuente del ruido. Un estruendo y un temblor hacen perder el equilibrio a los presentes. Sus caras se descomponen al comprender que algo serio va a suceder. No tienen tiempo de pensar más.

Recorte de la prensa seria

Explosión en el Auditorio Nacional conmociona a las potencias mundiales. La muerte anoche de los asistentes al acto de clausura de la reunión del G-20 en Madrid deja sin líderes a los principales países e instituciones financieras. Se barajan varias causas, incluido el atentado de la izquierda radical, mientras se siguen buscando supervivientes entre los escombros. Organismos oficiales y entes públicos y privados declinan por el momento hacer comunicados hasta que se conozca el verdadero alcance de la tragedia.

Al pie del cañón

-Buenas tardes, señoras y señores. Éste su servidor Carlos Felipe les habla desde el Auditorio Nacional o más bien desde el cordón policial que aisla la zona donde estuvo hasta ayer el Auditorio. Me encuentro a escasos cincuenta metros de lo que parece el punto de impacto y, aunque los operarios públicos han estado trabajando sin descanso durante las últimas horas, se ven grandes trozos de cemento taponando la calle, así como fragmentos de todo tipo de materiales que proceden del propio Auditorio o han sido arrancados de los edificios cercanos por el violento impacto. A mi lado se encuentra Ricardo Pérez, catedrático de la Facultad de Física de la Universidad Complutense de Madrid, que ha acudido a este lugar con la esperanza de que le dejen inspeccionar los restos. Díganos, ¿ha podido hablar con alguien?

-No, no he podido. Me preocupa un poco porque las autoridades no han desmentido oficialmente la hipótesis del atentado terrorista y esto está alimentando todo tipo de especulaciones en los medios.

-Pero, ¿está usted seguro de que no ha sido un atentado?

-El día de la Hispanidad fue eyectado desde Marte un meteorito. Es un fenómeno muy raro de observar y por eso puse a mis estudiantes de doctorado a seguir la trayectoria del objeto día y noche. Calculamos que llegaría a la tierra esta semana y caería en algún lugar entre las Azores y los Urales. Así que estamos casi seguros de que lo que pasó ayer fue que este meteorito impactó justo sobre el Auditorio.

-Pero no tienen la certeza absoluta de que así ha sido.

-En ciencia es muy difícil tener una certeza del 100%, por eso he venido a ofrecer mis servicios a la autoridad para examinar los restos y confirmar nuestra hipótesis. Es cierto que la explosión ha sido muy pequeña para la estimación que hacíamos sobre la masa del objeto, pero se pueden dar múltiples explicaciones...

-Muy bien, muy bien... Ustedes no lo ven, pero todo alrededor del cordón policial se ha congregado una muchedumbre con pancartas que no para de cantar y dar gritos. Parece que reivindican algo y la policía ha tenido que dispersarlos un par de veces para poder seguir trabajando en las ruinas con tranquilidad. Desde luego, éste no me parece ni el lugar ni el momento para este tipo de cosas. Tendríamos que mostrar más respeto por los muertos.

Mira quién baila

Guillermo Polvilla mira la tele en su salón. Está recostado en un sofá antiguo, de los que pican y huelen a bisabuelo, los pies en alto. La única fuente de luz es la pantalla de su televisor de 32 pulgadas, situado a escasos dos metros de su cara.

En su canal favorito han hecho una conexión en directo con el corresponsal en la zona del Auditorio Nacional. Ha estado entrevistando a uno de la Universidad, uno con cara de pánfilo, pero ha tenido que cortar de repente porque se ha oído un estruendo y un montón de bomberos, policías y gente con trajes raros han salido corriendo de la montaña de cascotes, como insectos enloquecidos. El periodista y su cámara saltan la valla y van corriendo hacia las ruinas. Las llaman la "zona cero". La cámara tiembla y Guillermo siente un poco de náusea. Demasiados triangulitos de maíz. Otro estruendo y la imagen se pierde.

El presentador del plató explica que están intentando volver a conectar con el compañero. Van a enlazar con un helicóptero fletado por una agencia de noticias. ¡Hacedlo ya! En el plano aéreo se ve el cráter del impacto. También las cabecitas de toda la gente que pulula por allí abajo. Casi todos son policías que se acercan con cautela al agujero. También hay algo moviéndose entre los muros derruidos. ¡Parece una serpiente enorme! ¡O un tentáculo! El presentador aventura que es una tubería que se ha soltado y se mueve debido a la presión del líquido que aún transporta.

De pronto, una llamarada feroz se expande formando un anillo. El fuego abrasa a todos. Son demasiado lentos para huir. El presentador del plató balbucea. El motor incesante del helicóptero. Luego, gritos.

El canal de televisión pasa a una carta de ajuste que consiste en el logo correspondiente flotando en un acuario lleno de peces de colores. De fondo, incongruentemente, suenan unos preludios de Chopin. Guillermo no reconoce la música porque sólo escucha los 40 principales. De todas formas su mente no presta atención. Está confuso porque le ha parecido que los gritos que se oían no eran de dolor o pánico, sino de alegría.

Ley marcial

Ministerio del Interior. Comunicado Oficial. Sábado, 1 de noviembre de 2014.

Debido a los lamentables incidentes acaecidos tras la tragedia del pasado jueves, y decidido a atajar la creciente violencia de ciertos sectores de la ciudadanía que aprovechan la confusión creada por los inesperados sucesos para avanzar sus infames ideologías del odio, yo, Fernando Monte del Rey, ministro del Interior del Gobierno español, ordeno el establecimiento de la ley marcial en la capital del Reino. El objetivo no es otro que el de identificar y detener a los desafectos lo más rápido posible, antes de que, ahondando en su irresponsable actitud, causen daños mayores a la ciudadanía española.

Esta chusma, porque no tiene otro posible calificativo más digno, se mofó de la muerte de nuestro presidente electo, así como de las personas que le acompañaban y del resto de dignatarios fallecidos en el ataque sufrido por el Auditorio Nacional. Posteriormente, profirieron gritos de júbilo al presenciar la terrible masacre de 31 miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado en la deflagración de ayer. Me avergüenzo de que a estos seres infrahumanos alguna vez se les haya llamado "españoles".

Solicito la colaboración ciudadana para poder volver a la normalidad con la mayor celeridad. Españoles: ¡Fuerza y Valentía!

El gato al agua

Guillermo Polvilla mira la tele en su salón. Ahora ha empezado un debate.

-Nuestros tertulianos habituales venían a otra cosa, pero la actualidad se impone y tendremos que hablar de lo sucedido en el Auditorio Nacional. Tenemos aquí a Ricardo Pérez, catedrático de la Facultad de Física de la Universidad Complutense de Madrid, quien se encontraba en el lugar de la deflagración y presenció todo el drama. Díganos, en su opinión, ¿cuál era la naturaleza del explosivo que utilizaron los radicales para causar semejante destrozo?

-Yo lo que vi fue impresionante. No creo que fueran radicales.

-¿Está usted del lado de los terroristas? Para llevar a cabo tal atrocidad hay que ser bastante radical en los propios planteamientos, ¿no cree?

-Me refiero a que el anillo de fuego que carbonizó a los policías era algo más allá de lo que creo posible con nuestra tecnología actual. Especular sobre el tipo de explosivo ahora es irrelevante, porque podríamos estar ante...

-Perdone, irrelevante no es. Según el tipo de explosivo, se puede deducir si fue ETA o si fue un grupúsculo anarquista de esos que hacen bombas caseras.

-Sí, esos friquis que no los aguanta ni su madre. Yo creo que fue amosal, que es fácil de fabricar y está al alcance de cualquier descamisado.

-Ahora con la Internet se encuentran recetas para todo. Tan fácil como hacer clic-clic. Es una vergüenza lo que hacen estos vagos y maleantes con su tiempo y sus ordenadores, en lugar de culturizarse y ayudar a levantar el país.

-¿Pero no lo entienden? ¡Estoy hablando de alienígenas!

-Ya, claro. Y el 11-M, los moros, ¿verdad?

Guillermo, a estas alturas, ya está dormido.

Ángelus

-Aquí el General Lanzas del glorioso Ejército español. A todos los que sintonizan la radio en estos días de prueba rigurosa. Ya han oído ustedes los rumores del avance de un ejército mecanizado proveniente del planeta Marte. Probablemente habrán visto algunas de las fotografías que circulan mostrando los altos trípodes metálicos que forman la espina dorsal del enemigo. Sí, es cierto, hemos sufrido algunas derrotas en nuestra patriótica defensa del suelo español; pero la guerra no ha terminado. Una vez sobrepuestos de la sorpresa inicial, por otra parte perfectamente comprensible al ser el armamento marciano de una naturaleza desconocida inicialmente, les puedo asegurar que expulsaremos a los invasores de nuestras fronteras e incluso de nuestro planeta si tenemos la ocasión. No hay que tener miedo de esas máquinas que parecen taburetes del IKEA ni de su rayo calorífico que carece de un radio de acción tan eficaz como el de nuestros tanques Leopardo. El pueblo español plantó cara al coloso romano en tiempos de Viriato, echó al moro de Europa y no se rindió al chantaje del demonio comunista. Por eso resulta aún más vil la traición de los apáticos y desganados que, en virtud de no sé qué falacias enfermizas, se niegan a participar en nuestras honorables milicias.

»Los marcianos aterrizaron un 30 de octubre y no pudieron elegir fecha más nefasta para sus propósitos, pues en un día como ése Alfonso XI derrotó a los poderosos benimerines; y en otro igual de señalado capitularon las tropas napoleónicas en Pamplona. Los augurios de la Historia y la sangre hispana están en contra de estos alienígenas. Españoles: ¡Fuerza y Valentía!

-Tras este mensaje del General Lanzas, llega la hora del Ángelus, que rezaremos con especial devoción y recogimiento, poniendo el corazón junto a nuestros soldados en el frente, si las deficiencias en la transmisión que nuestros técnicos vienen detectando lo permiten.

-El ángel del Señor anunció a María y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo. Aquí está la sierva del Señor, hágase... tu palabra. Y el Verbo se hizo carne y... [en]tre nosotros. Dios te salve María, llena... Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Di[os].......... en la Virgen María el modelo de...... palabra y la pon[e]................ gozo de nuestra escucha y......................... hoy en nosotros..............................................................................................................................................................................................................................................................................................................................

Fragmentos del diario de Ricardo Pérez

[...] Conforme escribo estas notas en papel, me obsesiona el pensamiento de que nadie se acuerda de que sigo vivo. Los programas de mensajería ya no los uso porque se han vuelto de pago. Me robaron el móvil hace un par de días y hace tiempo que di de baja el teléfono básico. El ordenador no funciona. Los tendones del dorso de la mano se me cansan fácilmente porque ya no estaban acostumbrados a sujetar el bolígrafo como he de hacerlo ahora.

Ocupo esta casa cerca del Molino Real. Estaba vacía cuando llegué, como muchas otras. Forcé la puerta, entré y ya está. Nadie ha venido a preguntar nada. No debo usar nada que necesite electricidad, excepto lo más esencial. Tampoco dispongo de agua corriente. Es demasiado gasto. Desde que llegaron los marcianos los precios se han incrementado un 100% o más, a la vez que el paro se ha disparado hasta niveles de desesperación. Ya no tenemos tiempo para otra cosa que sobrevivir. Estoy solo.

[...] Todo lo que era mi vida antes parece una película, una historia, la vida de otro... sin continuidad con mi presente existencia furtiva, escondido en las tinieblas de este edificio sin iluminación. La llegada de los monstruosos marcianos es el terminador entre estos dos universos conectados sólo por algunos objetos concretos, como esta libreta donde escribo: la llevaba encima cuando salí por última vez de mi casa y aquí está. En la parte interior de la portada de cartón se lee "Ricardo Pérez" y algunas cosas más que han perdido su significado. Miro mis manos ennegrecidas, mis zapatos rotos, mis ropas desgarradas e invoco al doctor Ricardo Pérez para que me explique qué ha pasado.

[...] Mi mujer, mis colegas, mis libros, mi observatorio, mi mundo... ¿Dónde están? ¿Existieron de verdad? ¿...VERDAD...? ¿Soy Ricardo Pérez? ¿"Ricardo Pérez"? ¿A qué fecha estamos? ¿Existen los días cuando no tengo un calendario que consultar y nada que hacer? Debo parar de escribir estas cosas.

[...] Desayuné un trozo de pan rocoso y una naranja con verdín. Estuve mirando la ventana, a medio vestir, con una taza de café frío de ayer, hasta que fue la hora de salir hacia la entrevista de trabajo. Me crucé con una patrulla marciana en su trípode. No repararon en mí, pero no puedo evitar sentir siempre un escalofrío y pensar que mi odio es visible para sus sondas y escáneres.

Mucho tráfico. Coches que avanzan empujándose unos a otros. Gente que vive en la calle, recostados sobre mantas andrajosas, rostros sucios. Les llaman "quasi", de Quasimodo, supongo, porque siempre van encorvados, mirando al suelo, llevando su mochila. Seguí en dirección Oeste desde la estación de Delicias. Hacía poco que había pasado por allí otra patrulla. Eso se nota en el ambiente. Los quasi trepaban otra vez a los árboles, porque tenían castañas y ellos hambre.

[...] Por fin llegué a la ETT que se indicaba en la carta. En la sala de espera todo el mundo parecía hundido. La desesperación transpiraba de todas las arrugas y las articulaciones del cuerpo, como si nos hubiésemos convertido en insectos atrapados en un ámbar viciado y viscoso. Corre el rumor de que estas ofertas de trabajo son una trampa para secuestrar fácilmente a los que acuden a la entrevista, que luego son devorados por los marcianos. Yo no creo que sea verdad, pero en todo caso a la gente que vi allí no parecía importarle una mierda.

[...] «Hemos estudiado la ecología del ser humano y hemos determinado que estas son las condiciones mínimas para manteneros con vida, sin perder eficacia productiva. Olvidaos de pedir más, porque vuestras demandas serán desoídas. Como seres inferiores, habéis de someteros a nosotros, los seres superiores, o terminar aplastados sin misericordia», dijo aquel ser de múltiples ojos negros como la obsidiana. Su cuerpo de cefalópodo putrefacto se desparramaba sobre unos sillones de skay azul eléctrico distribuidos como al azar por el despacho. De alguna manera, alguna técnica fruto de su avanzada ciencia, sin duda, había conseguido embutirse en un traje de chaqueta rematado confusamente con gorguera y puñetas.

Me acababa de ofrecer alojamiento y comida a cargo de la empresa, seguro médico, vacaciones pagadas, un sueldo para gastos personales... Más de lo que la mayoría de la gente tiene ahora o tenía hace veinte años. Sin embargo, parecía muy seguro de su propio poder para imponer sus condiciones, mientras comía lo que parecían ser granos de café sacados directamente de su bolsa, como quicos. «¿Queréis ingerir alguna cantidad de esto? Sabemos que tenéis costumbre», ofreció.

Como aún no me había dicho en qué consistía el trabajo, le pregunté. «No os preocupéis, buen vasallo. Estamos realizando una selección previa para formar una hueste de hombres valiosos con quienes reorganizar este planeta a nuestro entender. Vos habéis sido elegido por pertenecer a la élite intelectual del país. ¿Acaso no trabajáis en la Universidad?», explicó con satisfacción el monstruo, vertiendo de un vaso a otro repetidamente una mezcla de leche y manzanilla que había servido de un par de recipientes de plástico. «Ja, ja, ja. Como veis, no hemos escatimado esfuerzos en nuestra labor de indagación. Nos hemos perfectamente informado sobre la estructura de vuestra sociedad, su lenguaje, costumbres, etc., para que la Humanidad nos acepte con la menor fricción posible como sus nuevos amos. ¿Un trago?»

[...] Salí de allí mental y físicamente agotado.

 

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