Soñábamos el futuro geométrico
que hemos tantas veces descrito
con la imagen de un espacio aséptico
donde callan con Lógica los gritos
del tembloroso y triste nonato,
quien de la Razón las bridas teme
perdido en el fondo del disparo;
quien calla y balbucea pero siente
que las prótesis, cables y excrecencias
se expanden, crecen, aumentan su mente,
su memoria, su persona, su presencia,
mas menoscaban al humano que inerte
percibe fantasmas informáticos
que apabullan y diluyen emociones
en el océano eléctrico de datos
y el mamífero pelado que se esconde
se marchita en paisajes virtuales
de praderas soleadas y sonrisas,
de hogares limpios y vidas digitales
para todos sus usuarios repetidas.
¡GIGER, DESPIÉRTANOS!
La existencia tecnológica del Mal,
al servicio de lo obvio y degradante
presos sometidos a un ser artificial
hecho de mutilaciones e implantes,
de vaginas secas y emplomados penes
que se alean en un mundo cerrado.
La amígdala ha arrebatado el Poder
subrepticio y supremo, ilimitado.
¡GIGER, LIBÉRANOS!
Perdimos nuestras vidas sin final.
Tememos el gusto del cobre en la lengua.
Aullamos al ver la sonda arterial.
Sentimos el ácido corriendo en sus venas.
¡GIGER!
¡Que haya manchas de esperma sobre el metal
bruñido de mil cascos y corazas!
¡Que haya insectos mecánicos mordiendo
los pliegues de mi exuberante cuerpo!
¡Que haya óxido y piel y plástico y vaho
y tubos y olores podridos, que haya algo!
Que Dios se haga visible y no se esconda
o sucumba a la dialéctica entre la Libido y los Circuitos.
GIGER, ADIÓS.