En un lugar más allá de la comprensión
donde la pequeñez de la imaginación lo hace inimaginable,
donde reina el vacío y se materializa la nada,
allí, donde las partículas subatómicas (los quarks) se unen
creando protones y neutrones envueltos en radiación cósmica.
El principio era el vacío
y el vacío estaba,
y en el vacío, la nada
(el todo y su contrario,
el Alfa y el Omega),
concepto inmenso incomprensible
¡Ah, blasfemia! De nuestra ilimitada mente,
ecos de semillas de vida en expansión
proyectadas en el espacio tiempo,
misteriosa energía oscura
que guarda recelosa sus arcanos
tras nubes de gas en el espacio profundo.
El hombre ha puesto un ojo en el cielo
dispuesto a arrancártelos,
¡El Alma! Con precisión submilimétrica
escudriñando en las profundidades del universo primitivo
cual animal ovovivíparo fuera del huevo en el vientre materno,
in extremis,
cuando todo vuelva a concentrarse en una gran implosión
y el desgarro producido por la energía oscura lo destroce todo,
galaxias, átomos, ...
O simplemente, tras la muerte de todas las estrellas,
resurgirá invicto el vacío
tomando posesión de su imperio,
ordenador del nuevo comienzo.