Quinientos balidos de eléctrico origen
se van alternando en plácida esencia;
no brindan descanso ni logran matices
que vayan mellando la turbia consciencia.
La puerta Tannhäuser se muestra siniestra
con su oscuridad de aspecto inquietante;
reflejo sombrío de aquello que afecta
por ser lo que falta en el Replicante.
Mas, hete que el brillo tornado en aurora
de los rayos C que alumbran el fondo
le siembran la idea de que él pueda ahora
cambiar su destino; calar muy, muy hondo.
El grito de un alma sintética clama
por abrirse paso con ávida urgencia
cual naves de ataque envueltas en llamas
huyendo de Orión con rabia y violencia.
Al final de cuentas el ser replicante
pretende lo mismo que quiere el humano:
Encontrar la calma que brinda el instante
de ver que tu vida no fue toda en vano.
En horas finales se funden historias
ahogadas en mares de afín sentimiento,
sumando las penas, las dichas, las glorias...
recuerdos lejanos perdidos al tiempo.
Es hora... de morir.
FIN