Trajéronme ante el alien
para que, con palabras que no hay, lo describiera
pues con las otras no se puede,
no se encuentran.
Tras pasar un minuto con ello,
o pudieron ser años,
o milenios,
no vi su rostro
ni su voz,
estaba y no estaba,
transparente y opaco,
impensable y simple cual punto,
amorfo aleatorio, simétrico regular,
aristas y círculo, vértice y nada,
figura imposible
resaca de Moebius, Escher y Dirac,
su semblante produce asco y lujuria,
sometimiento, candidez y odio,
envidia, rabia y hambre,
tan aterrador e insondable,
que si le piensas
duele.
El ser,
o quizás el no-ser
(no sé cuál),
juzga por un lado
y espera por el otro,
emerge y estalla y vuelve al principio
o más bien no, no hace nada de nada.
Sus ojos apuntan a sí mismo,
llora semen,
eyacula luz, cruje,
nace por un agujero,
por el que también oye,
y escudriña
y late
y siente,
por el que se vuelve sobre sí mismo
cual vulgar calcetín para emerger cual dios,
y lo mismo sus apéndices,
y los apéndices de sus apéndices,
y me enseña que todos somos sus apéndices,
y entonces
el que se vuelve sobre sí mismo,
soy yo,
pequeñito,
pues entiendo que no lo entiendo,
o mucho peor, quizás sí,
y prefiero no oír,
y llorar,
y aterrado huyo de allí,
y cruzo la puerta para ver
que soy el apéndice
del apéndice del apéndice.
Extenuado, vacío, soy trapo, soy cosa,
soy apéndice de alien círculo,
habito el abismo de mí mismo,
enloquecí, perdí la frente y su sudor,
o el corazón,
o todo lo que va de talones para arriba y de mi sombra para abajo,
o puede que por primera vez esté cuerdo,
pero creo que no, creo que no,
puede que el alien me hiciera enloquecer,
y no sea aquello como lo he descrito, para nada,
pero
qué más da lo que sea en verdad
si todos los que pasamos junto a aquello
minutos o milenios
salimos diciendo exactamente lo mismo
palabra por palabra,
o, según se mire, algo completamente distinto
sin que coincida ni una sola palabra,
ni una sola, ni un poquito,
ni tan siquiera una letra
ni un solo trazo.
Siento haber intentado describir al alien
y haberle dejado perplejo,
o asustado,
o como si no le hubiera dicho nada
o demasiado,
pero es que con palabras no se puede,
perdóneme, ¡perdóneme!
Es que simplemente no se puede,
es que no hay palabras.