Vaho de mi alma respirada en el cristal,
transparente y seco como un fantasma.
Y entre reflejos invertidos de mis ojos y estrellas,
pasan las horas.
Pasan los recuerdos.
Era una noche eterna,
centinela de nave huída.
Melancolía de futuro
era la piel de mi callar.
Oí voces de amigos.
Agua seca que regaba desiertos.
Ojos míos en el cristal,
que miran en silencio.
Pasaba el dolor.
Pasaban los recuerdos.
Robots de Saturno sonaron a mi espalda.
Sonidos metálicos y huecos,
que no preguntaron a su capitán
por qué estaba en un pasillo,
mirando un horizonte que nunca cambia.
En un viaje sin movimiento.
El tiempo regresó a mi mente.
Lento como horizontes saciados.
Y yo me volví a perder
entre galaxias
y abismos devorados.
Así pasaban las horas
en esa nave a Centauri.
Guarda de la humanidad
y centinela del último arca.
Había vaho en el cristal,
blanco como la ceniza.
Vi recuerdos de Tierra y holocausto,
también de alivio de estrellas.
Así paso la vida,
mirando este ventanal.
Mirando y muriendo
en la galaxia de mi Yo.