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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Jueves, 21 de noviembre de 2024

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Nave FDI – 25 años de caos

25 años luz nos separan de nuestro origen, el planeta matriz de la Unión Caótica Mundial (UCM). Para conmemorar este magno momento, he decidido hacer una breve semblanza de nuestras aventuras.

Comencemos por las extrañas siglas que adornan nuestra nave: FDI. Ha llegado el momento de dar a conocer la verdad.

Como es tradición, fue nuestro primer capitán, Anthony Cowboy, el que decidió el nombre de la nueva nave antes de su bautismo espacial. No se sabe qué nombre eligió. Unos dicen que se había decantado por "La Cólera de Turing", otros que había escogido "La Venganza de Santesmases", e incluso corre el rumor de que deseaba llamarle ESI en honor de "El Santo Invariante". Nunca lo sabremos, porque el día que entregó el nombre escrito se equivocó de papel. Sí, podía haber dicho el nombre de palabra, y nos hubiéramos ahorrado la confusión. Pero el Honorable Sant Vago, a la sazón director del Servicio Estelar de Personal y Registro de Nombres, exigía toda la documentación por escrito. Así que el pobre Anthony se hizo un lío, y en lugar del papel con el nombre de la nave entregó su informe psiquiátrico.

El psiquiatra que había elaborado el documento, preceptivo para todos los capitanes estelares, había sido meticuloso. Había comenzado por asistir a una clase de "Autómatas Estelares" que impartía el capitán por entonces, para ver cómo se defendía el sujeto en un entorno hostil. Y lo primero que anotó el buen doctor sobre la clase magistral del capitán Anthony fue: "Farfulla diatribas incoherentes".

Y esto fue lo que leyó el Honorable Sant Vago, cuando hizo oficial el nombre de la nave tres días después: "Farfulla diatribas incoherentes". Debemos decir en honor del Honorable que seguramente le chocó tan curiosa inscripción para una nave, y que puede que incluso se planteara levantarse de su sillón para consultar si aquello era correcto, pero sin duda desechó aquella absurda idea con una sonrisa, y se limitó a cambiar a mayúscula la primera letra de cada palabra, como mandaba la norma.

Cuando unos días después el capitán descubrió el nombre, ya pintado en la flamante nave, entró en cólera y ordenó que lo borraran. Pero, como es habitual, las iniciales de cada palabra habían sido esculpidas con láser indeleble, y no pudieron eliminarse. Así, la "Farfulla Diatribas Incoherentes" quedó reducida a "F        D         I". Se planteó buscar un nuevo nombre con tres palabras que empezaran por "F" "D" e "I", pero ya no había tiempo, teníamos que partir, y el nombre FDI quedó asociado a nuestra nave para siempre.

Desde entonces viajamos a la velocidad de la luz, cuando no más rápido (podemos hacerlo porque ninguno de nosotros entendió nunca la teoría de la relatividad, y esto nos capacita para vulnerar sus leyes, según el Teorema de Jundrich-Dickinson). En este tiempo han pasado por el puente de mando diversos capitanes. El actual es Mr. Danny Waiters, procedente del planeta helado BurgoX. Estamos todos muy contentos con él, sobre todo porque es posible que lea estas líneas. Esos rumores que corren de que tortura a sus víctimas con unas grabaciones de gritos espantosos a los que denomina "ópera", son solo eso, rumores. Él nunca haría nada así... conmigo... espero.

Echando la vista atrás, creo que en conjunto podemos sentirnos orgullosos. Hemos cumplido sobradamente el objetivo para el que nuestra nave fue creada: reclutar cadetes de cada planeta para enseñarles a destruir todo tipo de sistemas informáticos y sembrar así la confusión en la galaxia.

Sabemos que el universo está bien hecho, y que por tanto el caos y el desorden (¡alabados sean!) llevan siempre las de ganar. Lo que nos preocupa es el ritmo. No nos atrae la promesa termodinámica de un universo frío y muerto dentro de cien mil millones de años. Lo que nos fascina es la inmediatez destructiva aquí y ahora: el gozo de una explosión estelar descontrolada, el brindis entre amigos tras ser informados de un fallo general en una nave que intentaba esquivar una lluvia de asteroides, o las risas que nos echamos cuando aquel pequeño error de programación hizo que al tirar de la cadena de la nave patrulla 314 se generara un agujero negro descomunal, que acabó no solo con la nave citada, sino con todas las que pasaban a 2 años luz de distancia... Son estas pequeñas satisfacciones las que hacen que nuestro día a día merezca la pena. El lema de la FDI, PEDO (Potencia la Entropía, Desdeña el Orden), es nuestra razón de ser, y por él trabajamos.

Los primeros tiempos fueron duros. Algunos cadetes se negaban a aprender nuestras malas artes, e insistían en que ellos querían hacer el Bien. Fue uno de nuestros instructores, el genial y nunca suficientemente valorado Mr. Crispy, profesor de "Tecnología de la Confusión", el que tuvo la genial idea: "¿Por qué no les decimos que vamos a enseñarles a programar bien... mientras que subrepticiamente les enseñamos a hacerlo lo peor posible? Así, los cadetes se sentirán orgullosos, harán su tarea con alegría y nosotros serviremos a nuestra caótica causa". La idea se llevó a cabo, y el éxito fue tal que sobrepasó nuestros mejores sueños llenos de malvadas carcajadas.

Los cadetes llegan a nuestra nave animosos, con ganas por aprender, desde todos los rincones de la galaxia. Un grupo especial lo constituyen los Doblegradianos, criaturas bicéfalas con un inmenso potencial destructivo, pero cuyas dos cabezas tienen casi siempre ideas contrapuestas y pasan el día discutiendo agriamente entre sí.

Desde el primer día de curso, nosotros, los instructores, reclutados en los peores centros penitenciarios galácticos, empezamos a escribir disparates en las pizarras electrónicas. Asignaturas como "Matemática Ilógica y Absolutamente Indiscreta", o "Fundamentos de la Desprogramación" resultan tremendamente formativas para las jóvenes mentes. Sabemos que, si los cadetes llegan a asumir como ciertas la cantidad de tonterías que decimos en los primeros meses, estarán preparados para aceptar cualquier cosa.

Un ejemplo: en "Fundamentos de la Desprogramación" incidimos tanto en la importancia de los comentarios en los programas, que pasado un tiempo los estudiantes piensan que tienen mucho más valor que el código en sí. Es decir, logramos convencerles de que es más importante lo que el programa dice que hace, que lo que hace en realidad. Esta exquisita esquizofrenia es el primer paso hacia el triunfo absoluto del caos.

La tortura física también forma parte de nuestras armas para socavar la voluntad de nuestros cadetes. Por ejemplo, tenemos instalado un simpático sistema de climatización que aleatoriamente decide para cada aula si debe estar congelada o convertirse en una sauna. Como es lógico, los instructores vestimos trajes térmicos camuflados, mientras que los chavales sucumben poco a poco a nuestro sometimiento psíquico.

Por supuesto, siempre encontramos cadetes díscolos, dispuestos a actuar con sensatez y sentido común, pero son detectados y expulsados con prontitud. Una vez pasado el primer curso, y en menos de lo que se tarda en decir "Hello World", nuestros cadetes escriben programas que reventarían cualquier computadora estelar, y realizan diseños de hardware que sin duda podrían calificarse de delictivos.

La estancia en nuestra nave finaliza con el SFG (Sabotaje Fin de Grado). ¿Recuerdan la supernova ER-77? ¿La que devoró media galaxia? Era un "Trabajo Fin de Grado" (este es el nombre que usan los cadetes) titulado "Sistema de ayuda a la movilidad en la tercera edad mediante big data, redes sociales y mogollón de sensores". Fue un éxito absoluto; no solo se logró aumentar la movilidad en la tercera edad, sino en toda la población en general de los miles de sistemas planetarios habitados que fueron destruidos tras la explosión del prototipo. La calificación "Matrícula de Horror" estuvo, sin duda, merecida.

Al finalizar su formación, los cadetes regresan a sus hogares, preparados para acabar con todo rastro de orden y cordura en sus planetas. Para ello, se integran en distintas organizaciones oscuras que tenemos repartidas mediante franquicias galácticas. Estas organizaciones se agrupan bajo epígrafes divertidos como "Consultora", "Empresa de Servicios", etc. Últimamente, incluso animamos a los cadetes a crear sus propias organizaciones caóticas, a las que denominamos "StartBang". De algunas de estas organizaciones surgen proyectos admirables, destinados, por ejemplo, a que los planetas habitados dejen de rotar, causando desgracias inimaginables. Estos proyectos se conocen con el ilustrativo nombre de "spin-offs" y se encuentran entre nuestros mayores éxitos.

Contado así parece fácil, pero no lo es. Una poderosa estructura trabaja para lograr nuestros oscuros y desordenados fines. Los instructores, también llamados PEDI (Perfectos Emisores De Idioteces) estamos divididos en 3 facciones. Los compañeros del RISIA tratan temas fundamentales como "Sabotaje de Redes Sociales Galácticas" o "Embrutecimiento Automático". La facción SIC-ópatas se ocupa de la parte espiritual, imprescindible en una secta manipuladora como la nuestra. Cuentan con especialistas en "Malignificación Formal", o "Maquiavelismo Algorítmico para la Ofuscación de Problemas Sencillos". Por último, pero sin duda fundamentales, están los queridos compañeros del ACYAPEROSEROMPIA. Ellos se aseguran de que, aunque todo salga mal y el software no falle, la nave diseñada por uno de nuestros cadetes saltará en pedazos en cuanto tome la primera curva.  Asignaturas como "Inseguridad, en Redes y en cualquier Otra Parte", o "Diseño Politóxico de Cortacircuitos" cumplen esta labor a la perfección. Por supuesto, los cadetes conocen estas asignaturas con otros nombres, adornados y dulcificados para sus tiernas sensibilidades.

Pero esta gran labor no sería posible sin los compañeros del PASO (Please Ask Some Other). Con sonrojo, debemos reconocer que nosotros, amantes del caos sobre todas las cosas, nos vemos obligados a desear que una cosa en particular ni estalle, ni casque, ni dé excepciones tipo "NULL pointer assignment" (¡tan bonitas, ellas!). Se trata, por supuesto, de nuestra propia nave. Si nosotros nos encargáramos de manejar la FDI, nuestra misión terminaría en una rápida y brillante explosión. Pero por fortuna, o por lo que sea, contamos con el PASO, siempre atento al correcto funcionamiento de todos los sistemas, aun sin renunciar al lema que les rige, "Non mihi curae est".

 Así es, resulta que precisamos de una pequeña semilla de orden para generar nuestro propósito de caos universal. Es una contradicción irresoluble, que nos ocasiona inacabables dilemas morales. Estas sesudas cuestiones las aireamos en siniestros conciliábulos conocidos como "Aquelarres de Facultad". Allí acuden, además de los instructores, distinguidos representantes del PASO, e incluso cadetes especialmente escogidos por su facilidad para generar confusión (como confirman durante el propio aquelarre).

PEDI, PASO, y cadetes pasan la mayor parte del tiempo en el Centro de Avituallamiento, Narcolepsia, Tapeo, Indolencia, Nidificación y Apareamiento (CANTINA). Allí, el cocinero Rxi descuartiza seres inferiores para el vilipendio de reclutas, mientras el camarero San-Ches trasiega sustancias que provocan todo tipo de delirios entre la clientela. Hay que aclarar que San-Ches fue encontrado en un lejano planeta en los confines de la galaxia, y contratado solo tras comprobar que utiliza un lenguaje desconocido e ininteligible, así como que él tampoco entiende nada de lo que le decimos, lo que resulta en una exquisita confusión absoluta.

En fin, creo que basta por ahora. Debo aprestarme a finalizar el informe para la ANFETA (Asociación de Naves Formadoras de Entropía y Temas Aledaños). Cada año luz tenemos que elaborar un documento que indique si vamos cumpliendo nuestro grato objetivo de diseminar el error y la insensatez por lo poco que queda de galaxia. Y debo decir con orgullo que cumplimos; ¡vaya si cumplimos!

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