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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Jueves, 3 de octubre de 2024

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La fuerza del destino

Hugo ya no sabía qué más idear para lograr evitar que el acelerador de partículas  causara la destrucción del Universo.
Y es que se estaba quedando sin ideas brillantes que lograran el objetivo de detener el gran colisionador sin levantar sospechas de sabotaje ni provocar una avería tan grave que causara un cataclismo: un pájaro que dejaba caer una miga de pan sobre una subestación eléctrica y provocaba un cortocircuito; una avería en el sistema hidráulico; un error en la colocación de los imanes; una comadreja que saltaba la valla de seguridad y mordía un cable cortocircuitándolo en dos ocasiones...  Su jefe le había dejado bien claro que debía dar el paso definitivo, aquel tras el cual se desechara continuar con las investigaciones, pues, los pequeños desperfectos que Hugo lograba causar siempre eran reparados.

El mecanismo acababa de revelar el secreto para los desplazamientos espacio-temporales, gracias al cual Hugo había podido viajar a aquel preciso momento para intentar salvar a la Humanidad...Cinco meses más tarde de aquello ocurriría el terrible accidente.
Hugo hackeó el sistema informático: imposible arrancar la computadora que controlaba el complejo aparataje.  A las naciones les resultaría más económico poner en marcha un nuevo acelerador (un modelo más poderoso y actualizado ya estaba en construcción) que reparar éste.  Y aquello llevaría años, logrando, de esta forma, superar la fecha en la que estaba previsto que ocurriera la catástrofe.  Quizás con eso bastara...
Había alcanzado su objetivo a tres días de la fecha de destrucción masiva.
El "enviado" respiró aliviado y regresó a su hogar en aquel futuro recién salvado que ofrecería incontables oportunidades de elección, de experimentación, de vida, a los seres humanos.  
El complejo había sido clausurado y abandonado.  Por eso no había nadie en las instalaciones cuando la computadora central se inició automáticamente, ni cuando el programa realizó las acciones necesarias para poner en marcha los transformadores que proveían de energía al colisionador, ni cuando inició el último experimento programado, ni cuando el bosón de Higgs se colapsó sobre sí mismo produciendo una burbuja de energía de vacío en expansión que se tragó el Universo.
El accidente que Hugo había luchado por evitar tuvo lugar a la hora exacta del día previsto. Él jamás fue consciente de que su alteración del curso de los acontecimientos había dividido la línea de tiempo en dos futuros alternativos: en uno de ellos había salvado a la Humanidad, mientras que en el otro el devenir de los hechos permanecía inalterado.
Era imposible cambiar el destino.

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