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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Jueves, 21 de noviembre de 2024

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Virtual

Soy el tripulante 90382 de la Nave Asaru.

Este nombre significa "Luz de los Dioses", aunque no podría asegurarlo.

Aún desconozco mi forma, idioma, aspecto, si soy vegetal, animal o mineral; aunque tengo la extraña certeza de saber en qué consiste mi misión:

Comprobar los niveles de potencia en los motores y realizar los reajustes necesarios. Por tanto, en resumen, no soy importante.

¿Cómo puedo saberlo? Tal vez, lo podríamos llamar intuición. Al menos, en eso me diferencio de mis compañeros.

Nuestra nave viaja a una velocidad superior a la de la luz, fenómeno que se da en las inmediaciones de quasares o agujeros negros y que en nuestra simulación supone el límite de la velocidad universal.

¡Vaya! ¡Creo que he ido demasiado rápido para un oyente humano!

Intentaré tranquilizarme e inspeccionar mi entorno.

Todo es oscuridad a mi alrededor y carezco de sensaciones, o puntos de referencia, para tener más datos; así que supongo que aún estoy en la cápsula de hibernación.

Está bien. Voy a repasar mis actos, dentro de la realidad virtual, y así prepararme para mi despertar. 

Creo que todo comenzó aquella lluviosa mañana, mientras mi hijo pequeño miraba ausente por la ventanilla:

-Papá, estamos en una nave espacial -dijo con firmeza.

-Desde luego, lo parece. Estos coches modernos están llenos de lucecitas. -Al girar la cabeza, divisé cómo un gran monovolumen se colocaba delante de nosotros. En su portón trasero, con letras plateadas, se podía leer la palabra "SPACE".

-¡Qué casualidad! -Pensé- Es como si el mundo me quisiera decir algo. -Un avión permanecía suspendido en el aire, sin apenas moverse, sobre nuestras cabezas.

-Un ejemplo más de la relatividad.

-¿Qué dices Papá?

-Nada, nada. Sólo pensaba en voz alta.

-¿Podría ser posible que lo que me rodea, veo y siento fuese una mentira? -meditaba en silencio- Y si fuera así, ¿cómo podría librarme de ella?

Hay personas que mueren para así despertar a una vida mejor, ese paraíso prometido en tantas religiones, pero... ¿Y si también mueres en "la otra" realidad? Es demasiado arriesgado para que el suicidio sea una opción.

Quizá algún acontecimiento que te dejase en un shock profundo, algo extremadamente impactante y doloroso, tal vez pudiera hacerte despertar. Perder lo que más quieres en la vida, sería una opción.

Tu razón para vivir es, en definitiva, lo que te ata a este mundo.

De repente, un estruendo sonó en la parte trasera dejándome apenas tiempo de mirar lo que ocurría.

Una luz me cegó para dejar paso a la negrura en la que ahora me hallo.

Ahora recuerdo el planeta que dejamos atrás y todo lo que he contado me parece un sueño lejano. Espero que mis compañeros abran la cápsula pronto; parece que se haya quedado bloqueada.

Un click resuena en el interior y, de nuevo, la luz cegadora.

 

Al abrir los ojos lentamente veo cómo el equipo médico del hospital rodea mi cama.

Mi esposa, visiblemente demacrada, me agarra con fuerza la mano.

Un doctor se dirige hacia mí mientras leo su nombre en su bata blanca e impecable:

-Tiene suerte de estar vivo. Un camión arrolló la fila de vehículos y le sacaron de los escombros a duras penas.

Ha estado en coma varios días pero le hemos traído de vuelta. -De repente, un pensamiento cruza por mi cabeza como un relámpago.

-¿Dónde está mi hijo? ¿Dónde está Jaime? -Un desgarrador grito sale de la garganta de mi mujer mientras se arroja al suelo, bañando su rostro en un mar de lágrimas.

La enfermera la sujeta por los hombros y la arrastra fuera de la habitación.

Fue entonces cuando tuve la certeza y, fue entonces también, cuando mi corazón se rompió en mil pedazos.

-Lo siento -dijo el médico- El blanco resplandor invade mi visión mientras escucho alejarse las voces:

-¡Lo perdemos! ¡Rápido, traigan el desfibrilador!

 

La oscuridad se ha hecho finalmente dueña de mi conciencia y la certeza de que mi viaje llega a su fin, me envuelve con su tranquilizador abrazo.

Sólo espero que la vida en nuestro nuevo hogar, este planeta al que orbitamos,  sea mejor que esta simulación.

 

Navegante de Segunda Clase, Jaime.

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