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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Martes, 19 de marzo de 2024

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No soy yo quien ha escrito este artículo

Mis lectores quizás no sepan que soy matemático (doctor en matemáticas, cum laude y premio extraordinario, por supuesto), y que también soy ingeniero nuclear e ingeniero informático. Y debo decir, sin falsa modestia, que en las tres áreas soy muy bueno. Un genio, en realidad.

Mis lectores se preguntarán por qué un genio como yo se dedica a escribir tonterías en una revistilla que no lee prácticamente nadie. La respuesta es que, aunque parezca lo contrario, no soy yo quien las ha escrito. Yo me he limitado a publicar las entradas que han aparecido en un blog que no he escrito yo.

Me explico:

Me jubilé hace seis años y, naturalmente, no he estado todo ese tiempo de brazos cruzados. Me he dedicado a llevar a cabo un proyecto a la altura de mis vastos conocimientos: construir un ordenador neutrínico.

No voy a explicar aquí como funciona un ordenador neutrínico porque alguien podría copiarme la metodología y patentarla como suya. Además, dudo bastante que mis lectores estén capacitados para entenderla. Diré únicamente que, aprovechando que los neutrinos viajan a mayor velocidad que la luz, como hace poco demostraron unos científicos italianos, he conseguido modificar un ordenador para que se adelante al futuro y sea capaz de leer, antes de ser publicada, cualquier cosa que vaya a publicarse en un blog a escoger de  la red.

Mis lectores, seguramente aficionados a ese estúpido género literario que llaman ciencia-ficción, pensarán que esto puede convertirme en un héroe, avisando con tiempo de futuros desastres, o en un millonario, rellenando boletos del euromillones con los números que van a salir premiados. Pero esto no es así porque puede demostrarse (lo he demostrado, por supuesto) que un ordenador neutrínico puede, a lo sumo, adelantarse e segundos en el tiempo (e = 2,71828... como todo el mundo sabe) y, naturalmente, cuando una noticia se publica en la red, han pasado más de e segundos desde que sucedió el hecho al que se refiere la noticia.

El ordenador neutrínico, por tanto, aunque es importantísimo desde el punto de vista científico, no tiene utilidad práctica alguna.

Se preguntarán cómo he comprobado que mi ordenador neutrínico lee lo publicado en un blog antes de ser publicado. Lo que hice fue abrir un blog. Después abrí dos ventanas, una en el blog neutrínico y otra en el normal. En la ventana normal, entré en la pantalla de edición, escribí un texto y le puse "Una prueba" como título. La idea era pulsar "ver blog" en la ventana neutrínica, contar hasta tres, y pulsar "publicar" en la normal. Si el ordenador funcionaba como esperaba, el texto debía aparecer en la ventana neutrínica antes de que yo pulsara "publicar". Y, efectivamente, así sucedió. Me di cuenta, sin embargo, de que en el título ponía simplemente "prueba", así que rápidamente, antes de pulsar "publicar" borré "Una" en la ventana de edición.

Quedaba probado que mi ordenador era capaz de leer algo en la red antes de que fuera publicado. Únicamente me dejaba algo inquieto lo ocurrido con el título. ¿Había desaparecido la palabra "Una" porque yo la había borrado, o yo la había borrado porque "Una" había desaparecido? ¿Qué habría ocurrido si yo no hubiese borrado "Una"? Imagino que en ese caso habría aparecido "Una" en el título.

De todas formas decidí hacer un nuevo experimento: escribí un programa que miraba constantemente si aparecía algo nuevo en el blog neutrínico y, si aparecía, me avisara con una sirena para ir corriendo a verlo. Como era de esperar (aunque yo mantenía algunas dudas) la sirena nunca llegó a sonar. Es lógico, porque en menos de e segundos era imposible que yo llegara al ordenador y escribiera lo que hubiera aparecido en la ventana neutrínica.

Entonces modifiqué el programa: hice que, si aparecía algo en la pantalla neutrínica, el ordenador mismo lo copiara automáticamente, lo pegara en la pantalla de edición del blog normal y lo publicara en menos de e segundos.

A partir de ese momento comenzaron a publicarse en el blog de forma errática (aleatoria) una serie de entradas que yo, en la mayor parte de los casos, ni siquiera he leído. Es el ordenador el que publica con un simple copia y pega lo que encuentra que va a ser publicado.

He explicado esto porque quería que mis lectores supieran que no soy yo quien ha escrito varios cuentos en esta revista (incluido este texto, último del blog, ya que, naturalmente, el ordenador neutrínico dejó de funcionar en cuanto se comprobó que los científicos italianos se habían equivocado).

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