Juanito vió a un chivo negro.
-¿Quién eres? -preguntó el pequeñín.
¡Yo soy el Señor Satán!
Matías escondido en unos arbustos se divertía mucho viendo la cara de su hermano menor.
No hay nada mejor que una alucinación buena -pensó y guardó un "perturbador" de las ondas cerebrales (su último invento).
En ese momento, se abrieron los cielos y el chico vio a un hombre barbudo, vestido de un traje blanco.
-¿Q - q - quién e -e -eres? -tartamudeó asustado.
Soy tu Dios, ¡Pecador! -vociferó la aparición milagrosa.
¡Dios mío!
Un ser extraterrestre observando al chico desde su vehículo invisible, se divertía mucho al verlo desmayarse.
No hay nada mejor que una alucinación buena -muriéndose de risa, se felicitó a sí mismo por un chiste tan gracioso.