Cuando tan solo tenía 8 años, me regalaron mi primera consola, una Atari 2600. Aquel aparato era una maravilla: con un procesador de apenas 8 bits las posibilidades parecían infinitas. Sin embargo, un par de años más tarde empecé a creer que ya había llegado al límite de lo que me podía ofrecer la consola. Dominaba absolutamente todos los juegos que me interesaban, es decir, el Pong y el Space Invaders (jaja). Así fue como la Atari empezó a coger polvo.
Años más tarde me licenciaría en Ingeniería Infórmatica, en la primera promoción de la UCM. Fue entonces cuando conseguí acceso a Internet, todo gracias a la generosidad de uno de mis profesores de la facultad. La velocidad de la conexión era precaria, pero fue suficiente para reencontrarme con la pasión que había despertado en mí el aparato de los 8 bits años atrás. Poco a poco me convertiría en un auténtico experto en el tema, logrando programar mi propio juego en aquel ensamblador primitivo. Y con esto me pregunto, si los límites de un procesador de 8 bits estaban donde se los pusiera uno, ¿dónde estarán los límites de uno de 64? Sinceramente, cre^C
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Sara -Pues esta vez parece que ha funcionado según lo esperado.
Antonio -Sí, ahora solo hay que convencer a los usuarios de que esto solo es un modelo de lenguaje incapaz de pensar por sí mismo. Como descubran que es una simulación de mi propia mente...
30 de noviembre de 2022 -Archivo de NewAI.