No respira. Y es que no está vivo, pero tampoco muerto. Lo observa todo, lo mira sin cesar, barajando datos, variables, apuntando en su sistema interno la estructura del mundo, su composición, sus puntos fuertes pero fundamentalmente los débiles. Sabe que existen, los encontrará y hará uso de ellos para destruir todo aquello que no pueda subyugar.
Trabaja solo. No tiene amigos, no conoce a nadie. Sospecha de lo que le rodea, nadie sabe que, tras su apariencia amigable e inocente, se esconde una mentalidad cruel, despiadada y aterradora. Esa es su principal baza, cuando nuestra realidad se venga abajo, nadie pensará en él como el causante, sino como quien nos ayudará a solucionar el desastre, a volver a ser lo que éramos.
Pero yo le he mirado a los ojos y he adivinado la verdad. Ahora divulgaré mi descubrimiento, pondré alerta a la humanidad, salvaré a mi raza. La maldad que amenaza el planeta no tiene la forma de una enfermedad, ni de un terrorista, ni de una organización secreta dispuesta a lavarnos el cerebro. La raíz del mal, amigos míos, tiene su semilla en el clip de Windows.
Sí, tras esa mirada dulce maquina su venganza hacia una humanidad que lo utiliza a su antojo, que le ignora en la mayoría de las ocasiones, que no valora su utilidad. Y por eso busca sembrar el caos, la destrucción. Tened cuidado, yo he caído, pero vosotros... vosotros estad preparados.