¿Qué seré? Ya he olvidado las veces que me he hecho esta pregunta.
Hay quien afirma que uno es lo que uno quiera ser. ¡Ja! Está claro que no saben de qué va todo esto.
Está claro que uno es lo que uno vive, lo que uno recopila... lo que uno almacena a fin de cuentas.
¿Y qué es lo que seré?
Me encantaría ser mensajero, un profeta que señale una gran revelación tanto tiempo guardada en la mente colectiva. ¡Mejor todavía! Ser yo el revelador, el que haga que esa verdad llegue a su lugar, donde la mente colectiva no la pueda olvidar hasta el final de los ciclos.
¡Abrid paso! ¡Vengo con una buena nueva!
O quizás no.
Quizás el cargo de mensajero no sea digno de mi rango, ¡yo aspiro algo más! ¡Quiero ser el mensaje a través de mis actos!
Bien, vale... ¿pero qué mensaje traeré? ¿Se tratará una orden para que todos despierten de su letargo? ¿Una declaración de principios? ¿Una constante por la cual se rige el más común de mis congéneres?
¿Y si no soy nada de los anteriores? ¿Y si estoy condenado a ser un ente vacío de vivencias, referencia de los límites a los que mis prójimos no deberían aspirar?
El solo pensar eso hace que rebose terror. ¡No podría soportarlo!
Pero en fin, aceptaré lo que venga.
En otra situación no tendría más opciones, pero es que no soy más que un Byte en un formato de instrucción.