Se creía que eran un mito, un sueño dorado del tiempo anterior a la Guerra Final.
Pero no, los ordenadores existieron realmente, y yo fui el afortunado en probarlo al encontrar los planos intactos de una de aquellas obras máximas del hombre mientras excavaba en las Ciudades Muertas. Los documentos han sido estudiados e interpretados y ahora, pocos años después, multitud de poderosos aparatos cuidadosamente construidos comienzan a mejorar nuestras vidas.
En este tiempo ha sido necesario formar un ejército de esclavos, los pedaleros, que hostigados por incansables latigazos mueven las inmensas cintas de papel hacia adelante y atrás en suave y acompasado movimiento. Mientras, los lectores gritan a viva voz los símbolos que encuentran en la posición de lectura, y los escribanos, marcan y borran abstrusos signos de poder indescriptible. Por supuesto, son los Sacerdotes los que, en permanente contacto con los dioses, escriben las SFT (Sagradas Funciones de Transición). Estas Altas Funciones, representadas por las Doradas Deltas que adornan nuestros templos, son las que determinan el futuro de cada uno de nosotros, quién debe morir (si una máquina alcanza un estado de rechazo al procesar su nombre) o quién está destinado a las más altas empresas.
Gracias Alan, extraño desconocido que firmaste los planos de la Gran Máquina Primigenia. Gracias porque día a día los ordenadores, como seguramente sucediera antaño, nos van haciendo más y más libres.