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Jueves, 31 de octubre de 2024

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El neuropapiloma de Listkiewicz

Werner Listkiewicz, de la Universidad de Cracovia, descubrió, tras toda una vida consagrada al estudio de ciertas patologías cerebrales, el famoso neuropapiloma que lleva su nombre y que figura ya, con honores infinitos, en los anales de la medicina.

El Neuropapiloma de Listkiewicz es inasequible a las mensurables disciplinas de los microscopios, aun los más potentes y sofisticados, y su eximio descubridor tuvo que recurrir a instrumentos incluso más exactos y sensibles, que detectan variaciones infinitesimales en las diferencias de potencial entre los extremos de las neuronas. De este modo, Listkiewicz consiguió identificar en ciertos pacientes vestigios de una actividad eléctrica neuronal que mostraba anomalías casi imperceptibles, pero cuyas consecuencias eran, con frecuencia, formidables. Empleando espectrógrafos de barrido de gran potencia, semejantes a los que se utilizan en el estudio de los cuerpos celestes que distan millones de kilómetros de la Tierra y que apenas dejan débiles rastros, el ilustre neurólogo consiguió trazar el mapa electrónico de su descubrimiento y presentarlo de este modo a la comunidad médica y científica de todo el mundo. La borrosa espectrografía mostraba una matriz cuyo eje de abscisas determinaba el patrón normal, y donde resaltaba claramente, por encima de dicho eje, una onda electromagnética en forma de campana de Gauss: dicha forma, que recordaba la figura de una verruga, condujo a los profanos a denominar Neuropapiloma al fenómeno y el nombre, bien que inadecuado, hizo fortuna.

Los afectados por el Neuropapiloma de Listkiewicz no suelen presentar, en apariencia, otro síntoma que un inmoderado gusto por los libros, que se torna fácilmente en obsesión e idolatría. Un examen detenido de su conducta suele ser suficiente para identificar en ellos la espantosa dolencia. Tras el estudio de exhaustivos muestreos y la realización de numerosas experiencias empíricas se ha comprobado que los pacientes, alejados de todo espíritu práctico, suelen acumular libros en cantidades muy superiores a los que están en disposición de leer a lo largo de toda su vida, y que invierten largas horas de delirio en la contemplación de tan arbitrario e improductivo tesoro, abriendo y cerrando los libros sin llegar, las más veces, a leer cinco líneas juntas. Otro síntoma muy habitual se manifiesta a través de un insólito furor organizativo, generalmente ligado a la adición de un nuevo ejemplar al conjunto, circunstancia que lleva a los pacientes a alterar el orden de todos sus volúmenes una y otra vez hasta lograr una ubicación que, para ellos, reúna los secretos atributos de la armonía, la sistemática y la manejabilidad, atributos que se definen, al parecer, en función de criterios no siempre desconocidos o inexplicables (tamaño, procedencia, antigüedad, materia, autor, editor) pero invariablemente caprichosos. Listkiewicz ha reparado en el hecho de que los aquejados por el mal del neuropapiloma suelen ignorar su propia condición patológica, y no perciben la perversa sintomatología que padecen sino como una pequeña alteración inocua de la normalidad, en absoluto amenazadora ni alarmante.

Listkiewicz, en el rigor de sus estudios, ha aislado igualmente ciertos síntomas menores, o efectos laterales del síndrome, que cursan con efectos somáticos de gravedad variable, como es la preponderancia de cierta hormona que modifica y falsea el sentido del olfato hasta el punto de provocar en los enfermos una sensación ficticia que ellos suelen definir como olor a libro. También parece que el tacto de viejos volúmenes encuadernados en cabritilla, o compuestos en papel biblia, genera la segregación de ciertas endorfinas que les inducen reacciones, según el testimonio de los propios pacientes, que resultan sumamente placenteras.

Las teorías de Listkiewicz han encontrado innumerables seguidores y prosélitos, alarmados ante la ferocidad del síndrome, que se calcula pueda ya estar afectando a un 0,5% de la población mundial. No hace mucho, un joven científico de genio llamado Bradbury ha dado a las prensas, ante el aplauso unánime de la comunidad científica, una obra de divulgación sobre el asunto, centrada en el estudio y desarrollo de los más avanzados métodos profilácticos y paliativos del síndrome, titulada Fahrenheit 451.

EAF 2012

 

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