Queridos amigos,
Tenemos el placer de presentaros el número 8 de Sci-FdI. El pasado número anunciábamos un concurso de ilustraciones con la temática de ciencia ficción. La calidad de los envíos nos lo ha puesto realmente difícil, pero al fin había que tomar una decisión y en la portada del número actual podéis encontrar la ilustración ganadora, Duty, que nos envió Óscar Lazo Mercado.
También, y seguimos con ganadores de concursos, nos alegra incluir entre los relatos de este número el primer y el segundo premio del concurso anual que organizan las asociaciones ASCII y Númenor. El ganador, Deus ex machina, nos recuerda entre referencias filosóficas y mucho sentido del humor que los sacrificios en aras de la ciencia no siempre se ven recompensados. El segundo, Eva desencadenada, se nutre de los orígenes de la ciencia ficción, dejando un regusto a relato clásico que nos hace recordar a E.T.A. Hoffmann.
Por supuesto, nuestro número incluye también los relatos que los amantes del género nos envían a scifdi@fdi.ucm.es. Esta vez la mayor parte de los relatos tienen la virtud de inquietar mientras entretienen. Así ocurre en Rosas Rojas, con sus terribles destinos encadenados, en la incierta realidad de Solipsys, o en los desazonadores futuros de Chips de nuestros padres y Patrulla nocturna. Por supuesto no hay revista de ciencia ficción sin extraterrestres (El mensaje extrasolar). Completa este número la segunda entrega del Rastrillo de lecturas que nos lleva de nuevo a pasear entre libros conocidos y no tan conocidos del género.
Esperamos que tras leer este número podáis dormir a pesar de esos ruidos sospechosos en el pasillo, que no sintáis la necesidad de mirar para atrás cuando camináis por la calle, y que no acabéis dudando sobre quiénes sois realmente o acerca de quién seréis mañana.
Aprovechamos para desmentir que la lectura de estos relatos haya resultado fatal para el equilibrio mental de algunos miembros de nuestra redacción. Y, por favor, dejad de espiarme. Sé que ahora mismo, mientras escribo, me observáis través de la cámara del ordenador. Parad, sabed que escucho vuestras carcajadas a través de los altavoces. No puedo más.