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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Miércoles, 4 de diciembre de 2024

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Una pieza más en el rompecabezas de la paleoneurología del neandertal

Aunque haya una imagen popular del neandertal como un ser simiesco que gruñía, los estudios científicos de los últimos años nos hablan de unos homíninos que, entre otras muchas cosas, tallaban instrumentos musicales, que tenían el gen del habla, que tomaban medicinas y que además tenían una mayor agudeza visual que nosotros. Este último es el dato aportado por el estudio, realizado por la Universidad Complutense de Madrid y el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), a partir de un hueso occipital de hace 49.000 años encontrado en la cueva de El Sidrón (Asturias). Este fósil ha revelado que los neandertales poseían una corteza visual primaria más extensa que la del homo sapiens, lo que también podría suponer una mayor agudeza visual.

 

Ángel Peña, profesor del Departamento de Anatomía y Embriología, de la Facultad de Medicina, colabora con el grupo de paleobiología que Antonio Rosas dirige en el MNCN y que es el responsable del estudio paleoantropológico de los fósiles de la cueva asturiana de El Sidrón. La colaboración comenzó hace una decena de años cuando Rosas le propuso a Peña colaborar para ver cómo se podía abordar la paleoneurología de esos homíninos.

 

El profesor complutense, desde un primer momento lo encontró fascinante al tiempo que retador, porque como él mismo recuerda "el cerebro, el encéfalo y, en general, el sistema nervioso no fosiliza", así que para conocerlo hay que utilizar indicios que hay en las caras endocraneales, que son las internas del cráneo, en un trabajo similar a "una investigación forense".

 

SD-2300

Dentro de esa línea de investigación conjunta, y para el trabajo que acaban de publicar en Journal of Anatomy, se dieron cuenta de que los fragmentos de hueso occipital de los que disponían, "y especialmente el SD-2300, tenía unas marcas muy llamativas". Explica Peña que una de las características de los fósiles de El Sidrón, a nivel craneal, es que tienen muy bien impresionados los surcos y circunvoluciones del cerebro, algo que no está tan definido en otros muchos fósiles de neandertales.

 

En este caso concreto no sólo había impresiones y huellas de surcos, giros y circunvoluciones, sino que "también había impresiones, muy bien marcadas, de senos de la duramadre, que es uno de los sistemas de recogida de sangre del encéfalo".

 

Por tanto, con ese SD-2300 se procedió a hacer un estudio del fósil, tanto de la superficie endocraneal como del fragmento del occipital que se había encontrado. El estudio se centró en las fosas cerebrales del occipital que tuvo "una primera fase de estudio en crudo y luego una segunda que es ver a qué surcos y circunvoluciones se corresponden las impresiones, para lo que hace falta utilizar moldes".

 

El profesor Peña aclara que antiguamente se usan moldes fabricados con resinas, moldes físicos, mientras que actualmente se utilizan, sobre todo, moldes virtuales, y "si se dispone del hueso se pueden hacer también a partir de tomografías, TAC, y una vez que se digitaliza se puede hacer una reconstrucción de la superficie interna del cráneo, que es como un positivo".

 

Al estudiar los positivos y moldes de esa pequeña parte del cerebro, que es la del polo occipital y regiones adyacentes, los investigadores se dieron cuenta de que había una serie de surcos que, "eran muy parecidos a los del humano moderno". Para realizar esa comparación se utilizó material del Centro de Donación de Cuerpos de la UCM.

 

Añade Peña que se pudieron reconstruir los surcos y circunvoluciones occipitales casi igual que si se tratara de un homo sapiens, y que a partir de ahí comenzaron a estudiar surcos que pudieran ser más interesantes. Uno de los que les llamó más la atención a los investigadores fue "el surco calcarino, que está situado en la cara medial del hemisferio cerebral". En el humano moderno este surco llega hasta el polo occipital o lo rebasa muy poco, pero en el caso del neandertal estudiado era mucho más extenso y más ancho que en el humano. Ese surco concreto se relaciona con el área visual primaria, así que a partir de ahí, y de la bibliografía ya existente, se dedujo que "el área visual primaria del neandertal era más extensa que la nuestra".

 

Se comprobó luego en otros fósiles de neandertales y en todos los estudiados se vio que el surco calcarino tenía tendencia a irse más hacia la cara lateral que en el humano. Por lo tanto, y como el área visual primaria se relaciona con la agudeza visual dedujeron que "la agudeza visual del neandertal tenía que ser algo mejor que la nuestra".

 

Las hipótesis

Informa Peña de que hay algunos artículos que sostienen que el sistema visual del neandertal estaba más desarrollado que en el humano moderno, porque por evolución las poblaciones boreales tienen el sistema visual algo más desarrollado para mantener la misma agudeza visual que las poblaciones del sur, debido a la carencia de luz que hay en el norte.

 

Sin embargo, de acuerdo con Peña, "esta hipótesis hay que revisarla, porque los neandertales analizados aquí son del sur de Europa, de la cueva de El Sidrón en Asturias", aunque de momento no se ha hecho ninguna hipótesis nueva, porque "hará falta contrastar la información con más restos de neandertal".

 

Peña asegura que el hecho de que los neandertales tengan el área visual más extendida significa que otras áreas de su cerebro pueden estar más mermadas, teniendo en cuenta que su volumen y superficie cerebrales son muy similares a las del humano. Aunque también hay que tener en cuenta que la forma de su cerebro es diferente, incluso a pesar de que son dos homíninos que han evolucionado en paralelo y han llegado a un final parecido, con cerebros grandes y con características "muy similares, pero no iguales, así que por tanto este trabajo aporta una pieza más en el rompecabezas de la paleoneurología del neandertal".

 

Aclara el profesor de la UCM que en los neandertales antiguos el volumen cerebral es mucho mayor que el nuestro, "aunque también el neandertal es mucho más masivo, con mayor masa muscular, con una constitución visceral mayor y un aparato respiratorio más desarrollado, y el cerebro tiene que dedicarse a controlar todo eso".

 

El cerebro del neandertal es parecido al de sus antecesores, mientras que el nuestro es un poco diferente, porque en un momento se globulizó, mientras que el suyo es más aplanado. Esa globulización, según Peña, tiene que ver mucho con la reconstrucción general del cráneo, porque nuestra cara es más pequeña, mientras que la del neandertal tiene un prognatismo mediofacial, quizás con las fosas nasales más amplias, probablemente para otras demandas metabólicas como los pulmones y el tórax más amplio, en forma de barril, lo que les haría ser más potentes que resistentes. Y en parte, como recuerda Peña, "el tamaño del cerebro depende, no sólo de las capacidades cognitivas de cada especie, sino también del volumen del cuerpo".

 

De hecho, incluso nuestros predecesores humanos tenían la cavidad craneal más grande que la nuestra actualmente. Incluso nuestras áreas visuales son más pequeñas que las que corresponderían a un primate de nuestro tamaño, "quizás porque esa reducción en las áreas visuales se hayan dado a favor del aumento de otras áreas, y eso nos permita realizar operaciones más complejas que otros".

 

El reto ahora sería conocer las extensiones de las diferentes áreas corticales de sapìens y neandertales para saber en qué medida ocupan espacio en un cerebro y en otro, algo para lo que se puede ir avanzando con aportaciones como las de este reciente trabajo.

 

La necesaria comparación

Se ha comparado el cerebro del neandertal de El Sidrón con réplicas que existen de otros fósiles, pero "no todos tienen muy bien especificados los surcos, sino que son prácticamente lisos, así que es imposible saber cómo era la constitución de su cerebro".

 

El estudio comparativo, de acuerdo con Peña, depende de la calidad del fósil, de la materia prima, porque" si es buena se le puede sacar mucha información, y si no lo es sólo se puede sacar de ellos el estudio de las petalias, que es la disposición diferente que tienen los dos hemisferios", pero nada tan preciso como lo del cráneo SD-2300.

 

Explica Peña que hasta ahora se han encontrado pocos fósiles, así que se irá obteniendo más información según se vayan encontrando más restos de neandertales de diferentes zonas y épocas. Estos de El Sidrón tienen unos 49.000 años, que son bastante tardíos, y que se podrían comparar con otros que se vayan encontrando de hace 100.000 u otras fechas, "lo que permitirá ir redondeando las hipótesis".

 

En la Península Ibérica se han encontrado los fósiles más tardíos de neandertales, en la zona de Gibraltar, y es que hay que tener en cuenta que el neandertal tiene una distribución que no es africana, como la de nuestra especie, sino que es euroasiática, desde España hasta la zona occidental de Siberia. Los neandertales se desarrollaron y se extinguieron en Europa, "aunque también está la hipótesis de que todavía siguen aquí, por la hibridación con nuestra propia especie". Peña considera que la hipótesis de la hibridación es muy comprometida, porque aunque haya ADN de neandertales en los homo sapiens, eso no aclara muchas cosas, sino que da lugar a más discusiones en todo este puzzle de datos de diferente origen".

 

De hecho, estudios sobre otros homíninos como neandertal también sirven para "aclarar nuestro propio origen, que es un conocimiento que se está modificando no cada mes, pero sí con muchísima frecuencia, así que todos los conceptos que tenemos, tanto de sapiens como de neandertal, están sujetos a cambio dependiendo de lo que se vaya estudiando y de los fósiles que se vayan encontrando".

Ángel Peña frente a la puerta del Departamento de Anatomía y Embriología Humana de la Facultad de Medicina
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