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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Rosa Falcón analiza la figura de Robinsón Crusoe, el héroe de la soledad

El salón de actos del Instituto Cervantes ha acogido la jornada de Encuentros Complutense, "Recepción del mito de Robinsón en la literatura española e hispanoamericana", con motivo de la edición del libro Robinsón y la isla infinita, de la escritora e investigadora Rosa Falcón. El poeta Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, presentó la sesión, recordando que "Robinsón es uno de los grandes mitos de la sociedad contemporánea y de la cultura moderna, junto a la figura respetada del Quijote, la de donjuán, no tan respetada aunque también muy española, y la de Fausto". A pesar de que los filólogos ingleses reclaman para Inglaterra la invención de la novela moderna a raíz de ese libro de Daniel Defoe, para García Montero, "es cierto que Robinsón es uno de los grandes hitos de la creación de la novela moderna, pero no nace de la nada, sino que viene de un largo proceso, como muy bien estudia Rosa Falcón en su ensayo, que tiene que ver con la nueva perspectiva del individuo, que cuajará en una mirada burguesa y que estará encarnada en el tema del robinsón".

 

"Robinsón es el único personaje mítico que crea un género específico, las robinsonadas, y eso lo diferencia de los demás personajes míticos", o al menos así lo considera la propia Rosa Falcón. Tiene claro la autora que la historia del náufrago no comienza con Defoe, sino que estaba ya presente desde los comienzos de la navegación, aunque "las robinsonadas sí que se dan con mayor profusión en los siglos XVIII y XIX". Por ejemplo, Kafka tenía una idea de la robinsonada, sobre cómo "cada persona se convierte en su propio robinsón, algo que encontramos de manera explícita en su novela póstuma América y que está presente, como idea, en toda la obra kafkiana".

 

También en español hay muchas robinsonadas, que son reflexiones de variado signo, y las más interesantes son del siglo XX, donde hay una evolución drástica y Robinsón se convierte en un héroe negativo, como se ve en muchas novelas, en las que incluso es Viernes el que enseña a vivir a Robinsón, porque "su civilización está equivocada, es errónea, está caduca".

 

Hay incluso una interesante lectura política de autores como el venezolano Arturo Uslar Pietri, que imaginan la historia de la independencia de América Latina, gobernada por ilustrados y revolucionarios, con "una visión del continente americano como de isla infinita". Entre los escritores, Falcón destacó Ignacio Padilla, que hace un análisis político del mito en su ensayo La isla de las tribus perdidas.

 

Más allá de la novela

Señaló la autora que la poesía es otro género, donde la pasión por la obra de Defoe coincide con la "exaltación de la naturaleza, el echar de menos lo perdido, la melancolía y la nostalgia del paraíso que ya no existe". Pablo Neruda, por ejemplo, coleccionó cientos de ejemplares de Robinsón Crusoe, y no era el único, también Vicente Huidobro con su obra Altazor, insertada dentro del movimiento vanguardista del creacionismo "tiene esa idea de evocación exaltada por Robinsón". Otro ejemplo sería el poema No, Robinsón, de Enrique Molina publicado en su libro Amantes antípodas.

 

Rosa Falcón también analiza en su libro las robinsonadas en el cine, la televisión, Internet, los videojuegos... De las diferentes narraciones que se pueden encontrar en el medio audiovisual destaca la película que rodó en los años cincuenta del pasado siglo Luis Buñuel que "innovó con la introducción del inconsciente en su versión de Robinsón Crusoe".

 

De acuerdo con la autora, "Robinsón es el héroe de la soledad, se ha convertido en un auténtico arquetipo en un tiempo en el que la soledad se ha convertido en un problema social". Un ejemplo de esta realidad es que Theresa May ha creado una secretaría de Estado para tratar el tema de la soledad como un problema de salud pública, "lo que para algunos expertos es la epidemia del siglo XX en la sociedad moderna, porque aunque vivimos en un mundo hipercomunicado muchos no pueden comunicarse con los demás".

 

Por todo ello, podemos decir que "Robinsón no es una figura descartada, sino una viva representación de nosotros mismos, y como dice Albert Camus, ya no quedan desiertos, ya no quedan islas, y sin embargo se siente su deseo".

 

Un tiempo sin islas

El filólogo Carlos García Gual reconoce que "ahora vivimos en un mundo donde ya no quedan islas desiertas, así que se ha perdido parte de la poesía, pero en el XVIII todavía había esa atmósfera de interés por los descubrimientos. Eso hizo que la novela tuviera un éxito enorme en su tiempo y la pudieran leer tanto niños como gente corriente y filósofos y poetas".

 

De acuerdo con García Cual, "la isla es el lugar utópico, el que está lejos de la civilización, que recuerda los viajes de descubrimientos". A pesar de eso, "en la historia de Robinsón no hay muchos salvajes y eso lo diferencia de otros héroes más modernos como Tarzán, que tiene ese aspecto más heroico, más inverosímil, pero conserva un un atractivo mítico mayor que otros héroes surgidos luego".

 

Luis García Montero destaca que Rosa Falcón analiza en su libro el papel de la isla, "cuando plantea los alrededores de Robinsón, de cómo esa isla, más allá de un elemento natural, es todo un mundo. Las islas están rodeadas de agua, pero también de miedos, ilusiones, esperanzas, amenazas... Y definirse como un individuo en una isla es definirse frente a espacios infinitos".

 

Mercedes López Suárez, profesora del Departamento de Literaturas Hispánicas y Bibliografía de la Facultad de Ciencias de la Información, señala que si Robinsón Crusoe es el mito del individualismo moderno, en un mundo despiadado, es en parte por esa naturaleza a la que se enfrentaba el protagonista en una isla desierta, lo que hace que sus aventuras sean "una épica, hecha de realismo, de contingencia y de practicidad".

 

Leer o releer

"La vida e increíbles aventuras de Robinson Crusoe, de York, marinero, quien vivió veintiocho años completamente solo en una isla deshabitada en las costas de América, cerca de la desembocadura del gran río Orinoco; habiendo sido arrastrado a la orilla tras un naufragio, en el cual todos los hombres murieron menos él. Con una explicación de cómo al final fue insólitamente liberado por piratas. Escrito por él mismo", es el título de la primera edición del libro de Daniel Defoe que en 2019 cumple 300 años. A pesar de ese tiempo transcurrido, la novela sigue llegando al lector actual, quizás porque, como destacan García Gual y López Suárez, el que cuenta la historia es el propio protagonista y además porque es un hombre de su tiempo que se encuentra perdido y construye su mundo según las normas de la civilización moderna.

 

En el siglo XX hubo muchas lecturas de Robinsón como un héroe fracasado, producto casi del colonialismo, pero hoy en día, según la profesora de Ciencias de la Información, no lo es, "sino que su capacidad de hacer, con esa voluntad de homo faber, determina que es un modelo positivo, un héroe muy positivo".

 

La recomendación final de todos los ponentes fue que se lea por primera o que se vuelva a leer a Robinsón Crusoe, "porque siempre se descubrirá algo nuevo entre sus páginas".

Carlos García Gual, Rosa Falcón y Mercedes López Suárez, en la sesión de Encuentros Complutense dedicada al libro Robinsón y la Isla InfinitaLuis García Montero, director del Instituto Cervantes, presentó el libro y a su autora, Rosa FalcónAspecto del salón de actos del Instituto Cervantes, donde se celebró esta sesión de Encuentros ComplutenseLos participantes en Encuentros Complutense coincidieron en recomendar la lectura de Robinsón Crusoe
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