El Colegio Mayor Ximénez de Cineros celebra este curso el 75 aniversario de su fundación. Desde el pasado sábado 23 de febrero la efeméride cuenta con una placa conmemorativa. Es la tercera que se instala en el vestíbulo que da acceso a la sala de trofeos del colegio, junto a las inauguradas en 1968, con motivo de sus 25 años, y la de 1993, cuando celebró su medio siglo de vida. En esta ocasión fueron el rector Carlos Andradas, y el director del Mayor, Guillermo Botella, los encargados de descubrir la placa de este nuevo cumpleaños del que, como recordó su director, es el decano de los colegios mayores madrileños.
Para el rector Andradas, sus colegios mayores son para la Universidad Complutense un motivo de orgullo. También son una oportunidad, ya que permite a la universidad extender la formación de sus estudiantes de una manera integral, más allá de la docencia y la investigación. El Ximénez de Cisneros es un magnífico ejemplo de los resultados que puede deparar esta formación global.
Y es que, como pusieron de manifiesto quienes tomaron la palabra en el breve acto que precedió al descubrimiento de la placa, el Ximénez de Cisneros ha sido durante sus 75 años mucho más que un lugar en el que dormir, desayunar, comer, cenar o estudiar.
En palabras de José María Carrión, quien habló en nombre de la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio, su paso por el Mayor ha permitido a miles de jóvenes no solo adquirir una variada formación extracurricular o conocer y amar el rugby, sino también entablar amistades que les acompañan durante todas sus vidas, adquirir habilidades sociales "que ni en decenas de años habríamos alcanzado, y, en suma, -concluyó Carrión- convertirnos en mejores personas". Carrión recordó que el Ximénez de Cisneros tenía previsto abrir sus puertas en curso 1936-37, pero la guerra civil lo impidió. Por suerte, el edificio, diseñado por el arquitecto Luis Lacasa, no fue destruido durante los tres años que duró el frente de Ciudad Universitaria, y con los retoques incorporados por el arquitecto Javier Barroso, finalmente pudo abrir sus puertas a los colegiales en el curso 1943-44.
Para el catedrático Juan Lorenzo Lorenzo, director del Cisneros a comienzos de los años 80, otra cualidad que siempre acompaña a quienes han estado en el colegio es " su solidaridad", la ayuda mutua que se profesarán a lo largo de su vida. Según afirmó el profesor Lorenzo, en pocos momentos a lo largo de su vida ha aprendido tanto como cuando estuvo al frente del colegio. "En aquel entonces se era director a la vez de todos los colegios mayores de la Complutense, pero yo en el que estaba era en el Cisneros. Para mí es el mejor colegio que existe. La Universidad Complutense -concluyó el profesor Lorenzo- tiene que estar orgullosa de tener un colegio como el Cisneros".
Otra seña de identidad del Cisneros, sin duda una de las principales y más conocidas, es su relación con el rugby. Tan solo dos años después de su fundación el colegio ya contaba con un equipo propio que participaba en las competiciones universitarias y a finales de los 50 dio el salto al campeonato nacional. Desde entonces siempre ha estado en la elite del rugby español, y muchos de sus jugadores, la inmensa mayoría durante décadas, han sido colegiales del Cisneros. Desde comienzos de este siglo no hay que esperar a llegar al Colegio para ser parte de él; desde los 6 o 7 años niños y niñas aprenden a jugar al rugby en la Escuela del Club. Y es que como destacó Gonzalo Barbadillo, actual presidente del Club de Rugby Cisneros y, por supuesto, antiguo colegial, si hay algo que caracteriza a quienes pasan por el Colegio es su "orgullo de pertenencia. El Colegio nos transfiere para siempre sus señas de identidad".
