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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Lunes, 11 de noviembre de 2024

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El Instituto del Teatro de Madrid cierra el curso con un brindis virtual

La clausura de las actividades del curso 2019-2020 del Instituto del Teatro de Madrid (ITEM) se ha convertido en toda una fiesta, gracias, sobre todo, a la participación del actor y autor teatral Álvaro Tato, a quien Julio Vélez, director del ITEM, ha definido como "el estudiante más fértil que ha tenido Javier Huerta, y además el gamberro mayor del reino". Por su parte Huerta, catedrático de Literatura Española y fundador del ITEM, negó que fuera su discípulo dilecto, porque no puede hacer esos distingos, ya que "todos han sido igualmente queridos", y bromeó con que Tato "prometía, porque iba para filólogo lumbreras, iba para niño pitagorín", pero decidió fundar la compañía Ron Lalá, que "al principio parecía que aquello no era su campo, pero acertó de pleno, aunque eso no quita para que si la farándula tenga que tomar otros derroteros se decida a volver a su vieja casa, al ITEM". Acompañados con una copa de lo que fuese, ya que para algo fue "un acto convivial" que terminó con un brindis, los asistentes al encuentro digital disfrutaron de los divertidos comentarios de Álvaro Tato (seguidos por "notas puñeteras de filólogo lumbreras") y de la representación de dos piezas teatrales, que pusieron el colofón a un año raro en el que el teatro se ha tenido que reinventar.

 

Álvaro Tato, que hace 20 años estrenó en el Paraninfo de Filología el espectáculo Folla a Calderón, con lo que "se ganó alguna antipatía, de los más serios, pero también las simpatías de muchos, gracias a su genio como actor y como autor", es, según Javier Huerta, "el último poeta dramático, una especie en extinción, porque a veces no vemos poesía en los escenarios". Tato demuestra que se puede ser poeta y dramaturgo a la vez, y rompedor y admirador de la tradición, así que ya va siendo hora de que alguien le dedique "una tesis doctoral".

 

Tato, de quien Huerta también afirma que "rapea los clásicos, dándoles unos ritmos muy alejados de esa solemnidad y énfasis con el que algunos tratan a esos autores, aunque haciéndolo de forma gamberra, pero con un gran respeto, una gran admiración", opina que llevamos meses viviendo en un cómic digital, con viñetas en las que aparecen maestros, amigos y familiares. Lo importante, de todos modos, es que "aquí seguimos, aunque sea bidimensionalmente".

 

Tras anunciar un encuentro breve, que luego no lo fue tanto, dedicó uno de sus poemas a Javier Huerta, titulado Huerta en flor, reflexionó sobre la posibilidad de que exista un teatro digital. Para él, eso es prácticamente imposible, porque el teatro es "analógico, es vida en directo, en tridimensión, respirando y viviendo a la vez". De todos modos, él mismo apostilló que quizás ese es un concepto burgués decimonónico para definir qué es y qué no es el teatro, porque "¿Es menos teatro por estar leído o grabado en diferido? ¿Por vivir con él en tu imaginación?". Julio Vélez, que fue el encargado de los insertos de "filólogo lumbreras", reconoció que "la cultura cumple con su función aun a distancia, porque establece un sentido de comunidad no presencial, y este acto que es un brindis, es por lo tanto comunicativo y comunitario, creando una comunidad imaginada porque no alcanzamos a verla".

 

Viajó Tato a los primeros pasos del microteatro, en los que él estuvo muy metido, cuando surgió en un burdel cerrado en el barrio de Malasaña. Al igual que el teatro digital aquello también estuvo "envuelto en polémica desde el mundo teatrero y filológico, que decían que esos espacios no eran teatro".

 

Incluso ocurrió lo mismo con su compañía Ron Lalá, con un pie en el mundo del cabaret, en el teatro de calle, de universidades, y hasta hace poco no se ponían de acuerdo los seguidores, y sobre todo los estudiosos y los críticos de qué eran. Recuerda Tato que les llamaban banda de teatro, algo que en cierta manera le enorgullece porque es más "herencia del teatro renacentista, de calle, de carro, que del teatro tradicional". Ahora la idea de romper ese concepto se multiplica porque no pueden estar físicamente en los espacios decimonónicos y porque "lo digital nos está obligando a repensar muchas cosas".

 

Ahora surgen iniciativas como teatro por teléfono o grabaciones musicales que "están teniendo una acogida estupenda, aunque sean experimentos que están todavía en pañales, pero abren toda una nueva era de preguntas, quizás un poco siniestras, porque no está exenta de peligros la subida a la montaña". A pesar de que el teatro es "vida, actualidad y presencial", Tato cree que la tecnología debe ser su gran aliada, lo que no significa que vayan a hacer teatro en dos dimensiones, "porque eso es cine".

 

Para Vélez, el actor es un maestro de ceremonias y la tecnología permite y facilita la recepción de la obra en presente y futuro, actúa de medio. El espectador de teatro conceptual es un ciborg, un robot que siente". Con el teatro digital "se pasa de lo comunal a lo individual".

 

A pesar de todos los problemas y todos los retos, Tato tiene claro que "si antes el teatro era importante, ahora es necesario". Y es así porque los teatreros están hechos de cambio, de movimiento y son capaces de moverse de otras maneras. Invitó a todos sus compañeros a "hacer una huelga a la japonesa, a no pararse".

 

Mientras los responsables del ITEM suben el brindis completo a sus redes, se puede disfrutar de algunas de las Confesiones del confín del confinamiento que Tato ya ha hecho para YouTube.

El actor y autor teatral Álvaro TatoJulio Vélez, director del ITEMJavier Huerta, catedrático de Literatura Española y fundador del ITEM
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