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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Miércoles, 24 de abril de 2024

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Unas prácticas salvajes

Eva Martínez Nevado era hace doce años una joven estudiante de veterinaria de la UCM. Apasionada de los animales salvajes, Eva fue una de los dos estudiantes elegidos aquel año para hacer prácticas en el Zoo-Aquarium de Madrid, gracias al convenio que ya entonces mantenían Parques Reunidos y la Facultad de Veterinaria de la UCM. "La verdad es que aquellas prácticas cambiaron mi vida. Al tiempo de estar allí surgió una vacante en el servicio veterinario del Zoo, conseguí la plaza y aquí sigo", recuerda Eva con una sonrisa.

En la actualidad, Eva Martínez Nevado es la responsable del Servicio Veterinario del Zoo-Aquarium de Madrid, y el convenio que hace doce años le llevó a dedicar mañanas y tardes a cuidar a los más de 3.000 animales que allí viven, continúa vigente. "En mi época veníamos dos estudiantes durante todo el curso. Ahora, aparte de esos dos que están todo el año, vienen otros cuatro cada cuatrimestre. Entonces no teníamos prácticamente ni vacaciones; estabamos aquí en Navidad, en Semana Santa... Ahora se establecen turnos y se lleva de mejor manera. Les seleccionamos, de acuerdo con la Facultad, de acuerdo a sus currículum. Valoramos mucho que en sus CV se vea interés por la fauna salvaje, que hayan pasado por centros de recuperación de animales, que tengan buen expediente en las asignaturas que podemos decir que son más médicas... Y una vez seleccionados, les decimos que es fundamental para nosotros que se comprometan de verdad con estas prácticas, ya que el compromiso que tienen que mostrar los estudiantes que disfrutan de estas prácticas debe ser grande. No vale que cuando están de exámenes desaparezcan durante dos semanas... No, aquí el que viene se tiene que comprometer. A cambio, intentamos que si lo desea, la gente que es buena, que cumple, repita la experiencia y venga otro año u otro cuatrimestre".

Este es precisamente el caso de los tres estudiantes que están hoy con Eva: Javier Martínez, Patricia Ros y Alejandra de la Huerta. Javier y Alejandra ya estuvieron un cuatrimestre del curso anterior, mientras que para Alejandra, a quien solo le falta una asignatura para acabar la licenciatura, este es su segundo curso completo en el Zoo.

"Hoy la verdad es que es un día bastante tranquilo -explica Eva, tras recibirnos en el área de oficinas del Zoo-. Normalmente los estudiantes se dividen para acompañar a cada uno de los tres veterinarios que trabajamos de manera permanente en el Zoo. Más o menos lo que hacemos es darnos una vuelta por las distintas zonas e ir preguntando a los cuidadores si han visto algo anómalo en el comportamiento de alguno de los animales. Una parte muy importante de nuestra labor -continúa explicando Eva- es ser capaces de ver los primeros síntomas que nos digan que un animal está enfermo. Si es así, y lo vemos pronto, las posibilidades de que el animal se recupere son muy altas. En cambio, si no lo vemos y el animal cae enfermo de gravedad, la situación se complica bastante. Por esto, en cuanto los cuidadores nos comentan que han visto algún comportamiento anómalo, rápidamente hacemos un análisis de sangre, una ecografía, una endoscopia, una radiografía o lo que sea necesario".

 

 

Mientras Eva habla, Javier, Patricia y Alejandra escuchan con atención. "Es que es nuestra profesora", afirma Patricia. "La verdad -señala Alejandra- es que estar aquí es un privilegio, una oportunidad que pocos tienen y que tenemos que aprovechar al máximo. Lo cierto es que tiene su complejidad, porque aquí hay miles de animales y es difícil saber de todo, pero entre lo que Eva y los otros dos veterinarios nos explican, y también la información que nosotros por nuestra cuenta buscamos dependiendo de los casos que vayamos viendo, lo que se aprende aquí no tiene precio".

El primer destino de hoy de los tres estudiantes y su profe Eva es la zona de las aves rapaces. Allí les espera un ibis rojo, al que el día de antes extirparon un pequeño bulto que tenía en la cabeza. En cuanto su cuidadora le saca, Eva pregunta si ha comido, y tras echar un vistazo a la herida, anima a Javier a que le haga la cura correspondiente. "No le manosees mucho las plumas", le advierte.

Los estudiantes en prácticas, como explica Eva, prácticamente están presentes en todos los tratamientos veterinarios, con la única excepción de los que conllevan algún tipo de peligro. "Tenemos unos protocolos de seguridad que debemos seguir, pero exceptuando eso, que suele ser no acercarse a los animales más peligrosos, en el resto de tratamientos están presentes, tanto en los que se realizan en jaula, como en las cirugías, endoscopias, ecografías u otras intervenciones que se programan".

La segunda parada del recorrido de Eva y sus alumnos por el Zoo, nos lleva a una zona de establos. Allí se encuentra una gacela dorcas que salió herida en el cuello tras enfrentarse a otra de su especie. Eva pide silencio, ya que las gacelas se asustan con gran facilidad y ello complicaría la cura que deben realizarla. En esta ocasión es Alejandra quien se pone los guantes de látex. "Vale, parece que está bastante mejor", comenta Eva mientras sale del establo con cara de satisfacción. "La verdad -continúa la responsable de veterinarios- es que este no es un trabajo de los que cuando llega la hora de irte puedes desconectar. Aquí te implicas bastante con los animales y cuando alguno tiene una enfermedad importante, llegas a sufrir".

Mientras Eva habla, los estudiantes asienten y ponen como ejemplo de esa implicación con sus pacientes la vivencia que todos ellos tuvieron el año anterior con Pal, una cría de orangután cuya madre al poco de nacer murió víctima de una neumonía. "Los orangutanes -explica Eva- necesitan de sus madres durante un largo periodo, y su ausencia les puede hacer caer en una inmunosupresión. Por ello, durante un largo periodo tuvimos que ir a darle el biberón cada día, intentando no alejarle del grupo, con la esperanza de que alguna hembra de orangután le adoptara, como al final ha sucedido". Hoy Pal es un gracioso y feliz orangután que acude presto en cuanto oye las voces de los estudiantes. "Pal, Palito, qué bien te lo estás pasando", le dice Patricia, mientras un grupo de niños que están visitando el Zoo se arremolinan junto al cristal para ver de cerca al pequeño orangután.

El resto de tareas que deben realizar hoy Eva y los estudiantes son en el laboratorio. "Es la parte más aburrida de nuestro trabajo, pero también es muy importante", se despide Eva. "Nos encantaría quedarnos a trabajar aquí, por supuesto", señala Javier, ejerciendo de portavoz de sus compañeras. Este verano Javier tendrá la oportunidad de conocer cómo se trabaja en otros zoos, ya que ha obtenido una beca para trabajar en el Zoo de Londres. "Sé que es difícil, pero quiero dedicarme a esto", asegura Javier.

"Los zoos han evolucionado mucho"

atricia, una de las estudiantes que disfruta este cuatrimestre de las prácticas, considera que la visión de algunos sobre los zoos está equivocada. "Hoy en día -afirma- los zoos no son un lugar en el que simplemente se exhiben animales, sino que han evolucionado y son mucho más: se busca su bienestar, la conservación de las especies..."

El Zoo de Madrid, en concreto, según informa Eva Martínez Nevado, colabora en la actualidad en numerosos proyectos de conservación. Por ejemplo, ahora está inmerso en un programa de reintroducción de gacelas en reservas protegidas de Senegal, y en proyectos de investigación relacionados con especies amenazadas, como el proyecto de la foca monje en Mauritania, el mamífero marino más amenazado del planeta, también llamado el lince del mar.

Otra parte muy importante de la labor que se lleva a cabo en un zoo es, de acuerdo con la responsable de veterinarios, la educación ambiental. "Al tener más de un millón de visitantes al año, tenemos un gran potencial y a la vez una gran responsabilidad en este campo, y creo que está dando buenos resultados". Los niños son el principal centro de atención de la mayor parte de las campañas de educación y concienciación que se llevan a cabo a lo largo del año en las instalaciones del zoo, a través de charlas, talleres o exposiciones.

Javier también se muestra de acuerdo con esta evolución que se ha llevado a cabo en los principales zoos del mundo, y que él ha podido comprobar en anteriores experiencias prácticas que ha tenido en centros como Selwo Aventura Estepona, o como conoce desde su actual puesto de presidente de la asociación de estudiantes AVAFES Madrid, con sede en la Facultad de Veterinaria de la UCM.

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