Cuando en la actualidad, visitamos algunas de las bibliotecas de la Universidad Complutense de Madrid, vienen a nuestras mentes las imágenes de nuestras antecesoras que pusieron las bases e hicieron posible la Biblioteca actual. Imaginamos a Juanita Capdevielle, imponente, ordenando los libros sobre el carro para colocarlos en las estanterías de la biblioteca en el edificio recién estrenado de la facultad de Filosofía y Letras, en la Ciudad Universitaria, sin importarle el frío de un mes de enero sin calefacción, ni el polvo que queda atrapado en sus zapatos, a María Buj Luna, embarazadísima, catalogando los libros de leyes en el caserón de la calle de San Bernardo, a Hortensia Lo Cascio tratando con mimo y dedicación, como la gran humanista que era, las joyas bibliográficas de tema médico en el edificio de San Carlos de la calle de Atocha y a Juana Quílez, en el aristocrático y poco funcional edificio de la calle de la Farmacia, siempre preocupada por acercar la biblioteca a los usuarios y atenderles lo mejor posible.Estas mujeres y otras más merecen un reconocimiento y ¡qué mejor que hacerlo en un día como hoy, 8 de marzo!
Todas estas mujeres tienen características comunes, pertenecieron al Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, al que opositaron después de cursar la carrera de Filosofía y Letras y todas ellas trabajaron, bien de forma temporal o bien indefinida, en la biblioteca de la Universidad Central, hoy Complutense de Madrid, durante la década de 1930-40, siendo protagonistas de una etapa decisiva para la biblioteca universitaria, pues supuso el cambio y la modernización tanto de su organización y estructura como de sus edificios, procesos y servicios.
Vamos a dedicar nuestro homenaje en el día de hoy a una de ellas, Juana Quílez Martí , cuya estancia en la Biblioteca de la Universidad de Madrid, no fue muy dilatada en el tiempo, pero sí muy prolífica e intensa en su desarrollo, como también lo fue la etapa posterior en el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara, en su Biblioteca y Museo. Su inquietud y sensibilidad por los temas sociales y sobre la mujer, la llevaron, además, a fundar una guardería, un centro de mayores y una asociación de amas de casa, por lo que recibió el reconocimiento de todos los caracenses que la distinguieron con el nombramiento de hija predilecta de Guadalajara.
Juana Quílez Martí nació el 11 de marzo de 1906 en Albacete. Sus padres, Silvio Quílez Cano y Juana Martí Novas tuvieron otras hijas y debido a la profesión del padre, funcionario del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, Juana y sus hermanas pasaron su infancia cambiando de domicilio como consecuencia de los distintos destinos de su padre.
Juana realizó sus primeros estudios en Alicante e hizo el ejercicio de grado de bachiller en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid, conforme al Real Decreto de 10 de marzo de 1917, expidiéndosele el título el 23 de julio de 1923. A continuación, inició sus estudios universitarios de Filosofía y Letras, sección de Historia. Algunas de las asignaturas del periodo preparatorio de la carrera de Filosofía y Letras, sección Historia, las realiza en las universidades de Sevilla y Literaria de Valladolid. Finalmente, traslada su expediente académico de Valladolid a la Universidad Central (29 de septiembre de 1924) en la cual finalizaría sus estudios de licenciatura.En 1929 finalizó sus estudios universitarios con premio extraordinario de grado de licenciatura.
No llegó a doctorarse, aunque realizó un trabajo con destino a presentarlo como tesis doctoral, titulado, "Apuntes para la biografía de la doctora de Alcalá", que, finalmente, no leyó.
Es interesante el hecho de que el tema del trabajo sea Dª Mª Isidra Quintina de Guzmán y de la Cerda, conocida como la doctora de Alcalá que fue la primera mujer que ostentó en España el título de doctor y la dignidad de académica de la lengua, pues muestra el temprano interés de Juana por los temas relativos a la mujer y a su papel dentro de la ciencia y de la cultura. Materia va a estar muy presente a lo largo de toda su vida personal y profesional.
Un capítulo muy importante en la formación de los jóvenes de la generación de Juana Quílez y que, como ella, amaban las humanidades, especialmente, la historia, el arte y la arqueología, fue, sin lugar a dudas, el crucero de estudios por el Mediterráneo que organizó, principalmente, la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid en 1933.
El crucero fue un claro exponente del nuevo espíritu de reforma de la enseñanza universitaria que se planteaba en el proyecto de ley, presentado por el ministro Fernando de los Ríos, que finalmente no se aprobó, y cuyo principal artífice fue el decano de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central, Manuel García Morente.
En 1933, siendo ya bibliotecaria de la Universidad, Juana Quílez participó en el crucero junto con otros bibliotecarios como el director de la Biblioteca Universitaria, Javier Lasso de la Vega, y compañeros como Mª Luisa Fuertes Grasa y Pilar Lamarque.
En 1931 había ingresado por oposición en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos (Gaceta de Madrid de 12 de agosto de 1931), obteniendo el nº 3 de la oposición, después de otras grandes bibliotecarias comoTeresa Andrés Zamora y Matilde López Serrano.
La primera plaza que obtuvo fue la dirección del Museo Arqueológico y de la Biblioteca Provincial de Tarragona, en donde pronto comenzó a desarrollar una gran labor, sobre todo abriendo las puertas del Museo a los estudiantes y actuando en colaboración con los educadores.
En 1932 obtiene plaza en la Biblioteca de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Madrid
La etapa de Juana Quílez en la Biblioteca de la Universidad Central va a coincidir con una de las más prósperas por todos los procesos de modernización y transformación que se llevaron a cabo y también con una de las más trágicas al coincidir con la guerra civil que dio al traste con dicha prosperidad. Esta etapa brillante de la Biblioteca de la Universidad de Madrid se desarrolló bajo la dirección de Javier Lasso de la Vega.
En esos años la Facultad de Farmacia de la Universidad Central estaba ubicada en el edificio que hoy ocupa la Real Academia Nacional de Farmacia (Calle de la Farmacia, número 11). La biblioteca contaba con instalaciones inapropiadas. Resultaba ruidosa por su proximidad a la puerta de acceso que daba a la calle de la Farmacia, con espacios dispersos y, sobre todo, con pésimas condiciones de seguridad dada la proximidad al contador de la luz, motor del gas y cocina de carbón de la vivienda del portero. Además de la biblioteca general, la facultad contaba con 8 laboratorios, algunos con sus pequeñas biblioteca.
Cuando Juana se incorpora a la Biblioteca de la Facultad de Farmacia era su director Tomás de las Heras Dispierto que, al poco tiempo, sería sustituido por José Ibarlucea Uriz y luego por otro gran bibliotecario y erudito profesor de latín, Bonifacio Chamorro Luis.
Durante los años 1933 a 1935, la Biblioteca de la Facultad de Farmacia experimenta una evolución positiva, como en general las demás bibliotecas del resto de facultades, además los estudios de Farmacia aumentan el número de alumnos de los que la tercera parte eran mujeres.
Durante esos años Juana realiza las funciones técnicas propias del personal facultativo, sobre todo la clasificación decimal de los libros, ya que en dicha biblioteca estaba todo por hacer y, también, se encarga de todos los temas referidos a revistas. Además participa activamente en el recién creado (1934) Seminario de Biblioteconomía en la Facultad de Filosofía y Letras, el cual contribuyó a la creación de la Asociación de Bibliotecarios y Bibliógrafos de España.
Los dos primeros proyectos de la Asociación fueron: instalación y funcionamiento de una biblioteca infantil en el grupo escolar "Ortega Munilla" y extensión del servicio de lectura a los Hospitales de Madrid. Para el desarrollo del primer proyecto se designó a Juana Quílez y para el segundo, a Juana Capdevielle.
La creación de una biblioteca infantil dentro de este grupo escolar fue una iniciativa de la Asociación de Bibliotecarios y Bibliógrafos y del Seminario de Biblioteconomía, al entender, según la propia Juana Quílez, que "una de las actividades de la biblioteca moderna, quizá la más necesaria, es la que se deriva de considerarla como institución complementaria e indispensable de la escuela activa" (Boletín de Bibliotecas y Bibliografía, 1934).
La biblioteca infantil se inauguró el 28 de junio de 1934 en el grupo escolar "Ortega Munilla" . Previamente, desde la Asociación se había realizado toda una tarea de divulgación. La biblioteca se componía inicialmente de 300 libros, reunidos por donativos, muchos de ellos anónimos. La Asociación hacia el envío de unas tarjetas postales a los diversos autores de literatura infantil y juvenil solicitando que hicieran alguna donación de sus publicaciones, tanto para la biblioteca infantil como para el servicio circulante de lectura a hospitales.
Sus experiencias en este proyecto las expuso en la comunicación "las Bibliotecas infantiles en España: su organización y porvenir" que presentó en el II Congreso Internacional de Bibliotecas y Bibliografía, celebrado en Madrid en 1935.
Durante los años de la guerra, en 1937 es trasladada a la Biblioteca Nacional, dentro del equipo de bibliotecarios que se debía encargar de la recepción, protección y catalogación de libros que la Junta de Incautación depositó en la Biblioteca Nacional. Aunque, en 1938 regresa a la biblioteca de la facultad de Farmacia, siguiendo órdenes del rector, pues se había abierto al público. Acabada la contienda, asiste a la 1ª junta de jefes de la Biblioteca de la Universidad Central que se celebra el 24 de junio de 1939.
En 1941 se traslada a la Biblioteca de la Universidad de Granada, en donde estará hasta 1950. Después de un periodo de excedencia es destinada al Archivo Histórico y de la Delegación de Hacienda de Guadalajara. Se atribuye a Juana las gestiones que determinaron que el palacio de los Duques del Infantado, fuera cedido al Ministerio de Educación y Ciencia para la instalación de la Casa de Cultura (Biblioteca Pública Provincial, Archivo Histórico Provincial y Museo Provincial ) y el Archivo Histórico de la Administración. En 1972 se traslada el Archivo Histórico Provincial al Palacio del Infantado y la documentación proveniente de los ministerios antes citados que ya estaban en el palacio se trasladan a un nuevo edificio en Alcalá de Henares, consituyendo el núcleo inicial del Archivo General de la Administración (AGA), creado por Decreto 914/1969, de 8 de mayo del Ministerio de Educación y Ciencia.
Al dirigir el Archivo Histórico Provincial y elde la Delegación de Hacienda, además de la Biblioteca Pública se convirtió en una figura clave para el desarrollo cultural de la ciudad y provincia de Guadalajara. Su inquietud y sensibilidad por los temas sociales y sobre la mujer, la llevaron, además, a fundar una guardería, un centro de mayores y una asociación de amas de casa, por lo que recibió el reconocimiento de todos los caracenses que la distinguieron en 1993 con el nombramiento de hija predilecta de Guadalajara, dedicándole además una calle.
Juana Quílez falleció en julio de 2004 en Guadalajara, dejando un legado cultural importantísimo fruto del desarrollo de su profesión de archivera, bibliotecaria y museóloga y otro de carácter social, derivado de su carácter inquieto y preocupado por todo lo concerniente a su ciudad y a sus vecinos.