Seguro que todos hemos experimentado alguna vez la frustración de querer comprar un abrigo largo, justo el año en que las cadenas de moda se empeñan en imponernos los cortos; los pantalones campana frente a los pitillos, las minifaldas frente a las faldas largas.... Al final uno acaba comprando lo que le venden, con el consuelo de que al menos irá a la moda.

Pero ¿Qué pasaría si tuviéramos a nuestro alcance comprar cualquier cosa que quisiéramos, en cualquier momento?

La "larga cola" es como se conoce coloquialmente a una característica de las distribuciones estadísticas, según la cual, los fenómenos de éxito serán solamente seguidos por un 20% de la población. ¿Y qué pasa con el resto? Se irán perdiendo en una larga estela de intereses que hasta ahora las empresas no juzgaban rentable tener en cuenta. En otras palabras, es aquello a lo que nos referimos cuando decimos que  hay gente para todo .

 La revolución de Internet  consiste precisamente en dar salida a toda esa demanda de consumidores antes ignorada por las limitaciones del espacio y tiempo, pero que juntando todas sus rarezas forman un sustancioso 80 % de la clientela.

Ahora pensemos en lo que hemos hecho siempre las bibliotecas. Seguramente la ley de Pareto también puede aplicarse a nuestros fondos, y los libros más prestados sean sólo un 20 % de la colección,  pero la biblioteca nunca ha negado a nadie con hueco en la estantería.  Nació con vocación de guardarlo todo, y por eso puede mejor que nadie atender las peticiones más raras. El reto ahora es saberse posicionar entre los que acaban de descubrir, que es negocio lo que los bibliotecarios llevamos haciendo desde siglos.