La semana pasada se conmemoraba el 25 aniversario del fallecimiento de Enrique Tierno Galván.
En la Biblioteca hemos organizado estos días una exposición bibliográfica con sus obras. En su mayoría son ediciones originales de sus escritos, entre los años 60 y 80, pero también hay libros más recientes, como es el caso de Yo no soy ateo.
Se trata de un libro de 2007, que recoge los fragmentos de una entrevista de 1985, y versa sobre una de las facetas más interesantes de la obra de Tierno Galván, su agnosticismo, en un tono directo y coloquial.
Fue T.H. Huxley, el abuelo del novelista Aldous Huxley, el primero en utilizar la palabra agnóstico: "Comencé a preguntarme a mí mismo si yo era ateo o teísta, panteísta, materialista, idealista, cristiano o librepensador...cuanto más aprendía y reflexionaba menos me sentía seguro de la respuesta...no tenía que ver con ninguna de estas denominaciones, excepto con la última...[el término agnóstico] me vino a la mente como algo sugerentemente antitético de los gnósticos...que profesaban conocer tanto de las cosas que yo ignoraba".
El pluralismo de nuestra sociedad pone a nuestro alcance numerosas creencias que intentan dar sentido a la vida: ¿Por qué deberíamos dar prioridad a una con respecto a las demás? La actitud del agnóstico está cada vez más extendida en la sociedad actual.
Pero reconocer la ignorancia de lo que sea Dios, no es lo mismo que ser ateo. El ateo sí que cree que no hay Dios: "si los ateos no creyeran, no perderían el tiempo en impugnar a Dios".
El agnosticismo no es un fenómeno beligerante. Tierno Galván era un agnóstico convencido de la necesidad de que en el mundo exista un Fundamento, y de que el ser humano necesita apoyarse en algún tipo de fe, pero la razón le impedía ir más allá. No podía superar el umbral del Misterio al que acceden los creyentes.
A principios de 1985, después de haber sufrido una grave intervención quirúrgica, sintió un enorme agradecimiento por los cristianos madrileños que rezaron por él: "Porque yo creo que en la economía del cosmos todo influye, nada se pierde en el orden del espíritu y estoy seguro de que eso me ayudó".
Yo no soy ateo / Enrique Tierno Galván ; prólogo de Carlos F.Barberá