Como anunciábamos en la anterior entrada, este mes dedicamos el blog a lecturas de mujeres o sobre mujeres. Esta vez queremos hablar de Lou-Andreas Salomé, de cuyo nacimiento se cumplen este año 150 años. De ella decía Antonio Puente, en un reciente artículo: "Es la primera Penélope que osó cortar el ganchillo y convertir a Ulises en uno más de los pretendientes".

Su belleza y su inteligencia cautivaron a los intelectuales de su época, y de forma especial a Nietzsche, a Rilke y a Freud. Su propia obra, que también fue importante, ha quedado eclipsada por la aureola de los grandes hombres a los que inspiró, y que tal vez le deban más de lo que parece.
Nuestra lectura de hoy, es la correspondencia que mantuvo con Rainer María Rilke.
Era un momento difícil para Rilke en una época difícil (1914)
Lou entonces era discípula de Freud y practicaba el psicoanálisis, pero no quiso aplicarlo a la crisis de Rilke. Se había dado cuenta de que las fuerzas oscuras que le hacían sufrir, eran también el germen de la creación poética y la disección del análisis habría alterado su ritmo natural.
Es necesario aprender a convivir con los fantasmas que brotan desde el abismo, asumir la presencia de la muerte como contrapartida de la vida, para convertir cada instante en una afirmación. Debemos aceptar la soledad como algo irremediable, y también desdramatizar la importancia del yo: "¿Acaso puede decirse Yo y no mentir?"
Con el tiempo, Rilke llegó a entender que su infelicidad no tenía redención, y que la razón de ser de sus escritos debía ser alentar a todos los que como él habían conocido el desamparo. Después vendrían sus dos grandes obras: Los sonetos de Orfeo y las Elegías de Duino, pero eso ya son otras lecturas.

"Las buenas gentes a menudo piensan que encerrándose tras una gruesa puerta dejan afuera el miedo, pero lo que en definitiva nos cobija es nuestro estar desamparados"

¡Feliz 8 de marzo!

Correspondencia / Rainer Maria Rilke, Lou Andreas Salomé