Tal vez nos parezcan excesivas o reiterativas ciertas manifestaciones, que inciden en un tema demasiado "visto" o sobado, como es el de la igualdad de derechos de la mujer. Sin embargo, esta aparente saturación, no debe hacernos olvidar la excepcionalidad del momento que vivimos, circunscrito a una parte reducida del planeta.
Basta con echar la vista atrás no demasiados años, para encontrar afirmaciones chocantes para nuestros oídos acostumbrados a lo políticamente correcto. Si alguna vez tanta corrección nos ha saturado, y hemos tenido la tentación de volver a la selva del hecho natural, es el momento de mirar hacia atrás y de valorar lo que tenemos.
Casualmente ha caído en mis manos estos días el libro: La criminalidad de la mujer lésbica, de Hans von Henting. El autor es considerado uno de los padres de la criminología moderna. Tras la primera Guerra Mundial se convirtió en activista bolchevique, y desde su exilio en Estados Unidos combatió a la Alemania de Hitler. Hasta su vuelta a la RFA, vivió controlado por el FBI por su pasado comunista.
El libro que nos ocupa se publicó en 1965, y la versión española apareció en 1975. No hace tanto tiempo.
El autor reconoce que la escala de valores de nuestra imagen del mundo ha sido ideada por hombres. Si la psicología femenina es ya extraña para ellos, "La inclinación lésbica es uno de los secretos más protegidos, porque ofende a la dignidad del macho".
No se plantea la cuestión de si las acciones "impúdicas" deben ser consideradas acciones punibles. El autor reconoce la complicada realidad de la vida, cómo los preceptos morales se entrecruzan con las circunstancias, y hacen posible que encontremos libertinos piadosos, grandes artistas o incluso jefes de estado homófilos, muy respetados por su pueblo: "La función sexual ha sido dotada por la naturaleza con una amplísima reserva de variantes. La moral, el derecho penal y todos los mecanismos del orden social presionan para lograr un tipo unitario, que asegure la supervivencia de la raza. Pese a todo la antigua y salvaje multiplicidad irrumpe una y otra vez con innumerables mutaciones".
No se trata de criminalizar el lesbianismo, sino de estudiar cómo éste incide en la conducta criminal. No entraremos en ello.
Nos interesa sobre su idea de mujer normal, frente a la "endocrinamente perturbada". Por ejemplo, el autor encuentra sospechosas de lesbianismo a aquellas mujeres, que encuentran el desarrollo profesional o la realización de manifestaciones artísticas de alto nivel, incompatibles con el matrimonio: "Incluso el esplendor de la gran reina se ve disminuido por el príncipe consorte...El arte poético de Safo, al lado de un hombre, se habría quedado en nada...de la debilidad endocrina surgió un gran hecho cultural. Los caminos de la naturaleza son así de extraños"; "Las mujeres lésbicas son jefas excelentes y estrictas, directoras de sección dignas de confianza; incansables, dominan su sector [...]"
Las mujeres tendrían unas compensaciones naturales por llevar el peso de la procreación y de la educación, que el autor no aclara muy bien en que consisten, compensaciones a las que serían insensibles las lesbianas por un capricho de la naturaleza. El resultado de la anomalía puede ser, en el mejor de los casos, un alto rendimiento en actividades "masculinas", o en el peor: "Cabría pensar en que los venenos endocrinos del odio y la repugnancia que parecen segregar en algunas ocasiones los degenerados deben embriagar y aturdir el cerebro... tan pronto como la armonía glandular está fuera de quicio".... Uf.