Se trata de una novela hecha de e-mails intercambiados, rescatados de la bandeja de entrada de un Diógenes internauta. Como un voyeur moderno en una alcoba virtual, asistimos a un relato demasiado íntimo, casi obsceno, lleno de sobreentendidos que se escapan al espectador casual:
"Tengo ganas de verte, olerte, sentirte, mirarte, descubrirte..."; "...cambio 20 palabras por acariciar tu pelo ensortijado...100 por un beso.....y qué puedo decirte,.... la mano, bueno, la mano tendría que ser algo así como las obras Completas de Sigmund Freud..." ;
"¿A cuánto tiempo de una conversación normal equivalen 27 mails? ¿Diez, veinte minutos?"
Una relación construida sólo a base de palabras se vive como una frustración. La vida real siempre es otra cosa. Pero la pantalla que aísla como una burbuja, también narcotiza, desinhibe y libera del peso imperativo de la realidad: "Si el mail no existiera seguramente yo no te llamaría por teléfono". La opción es saturar la bandeja de entrada de la persona amada con un torrente de e-mails incontestable, que al menos nos mantienen en la ilusión de existir virtualmente para alguien.
El amante acosado, hastiado en apariencia de recibir correo tras correo, guarda con celo los e-mails en su bandeja de entrada. A la tecla "delete", más cruel que todos los olvidos, le bastaría un segundo para convertir este affaire en un "amor_nada" .
La novela se puede descargar en Internet. Os invitamos a celebrar con su lectura el Día de Internet, el próximo domingo.
Susana Corullón