Es época de ordenar, antes de irnos de vacaciones. De hacer limpieza, entre otras cosas de los objetos que la gente va olvidando en este edificio público, por el que tantas personas transitan a lo largo del año. Todos los libros que se olvidan en la facultad, tarde o temprano terminan en la biblioteca. Estos libros llegan al azar, como traídos por las olas. Nadie los llamó. Muchas veces su estancia aquí es coherente: son manuales a penas usados, que inexplicablemente el dueño olvidó reclamar o desistió de buscar. Otras veces son más curiosos y personales: libros antiguos con dedicatorias, como una edición francesa de Kawabata de los años 80, ¿comprada quizás en los muelles del Sena? Novelas en inglés o francés anotadas en lengua extranjera, olvidados tal vez por un estudiante Erasmus. O una edición del sempiterno Don Quijote de la Mancha.
Como todas las cosas que se nos escapan, tiene algo fascinante este goteo de libros no buscados.
Sirva este breve post para avisar al que creyó alguna vez perder un libro en la facultad, que posiblemente ya se encuentre incluido en el catálogo. El vientre de la biblioteca es insaciable.