Más poemas risueños para alegrar el viernes:
Lope de Vega (falsamente atribuida) (1562-1635)
La pulga
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Picó atrevido un átomo viviente
los blancos pechos de Leonor hermosa,
granate en perlas, arador en rosa,
breve lunar del invisible diente.
Ella dos puntas de marfil luciente,
con súbita inquietud, bañó quejosa,
y torciendo su vida bulliciosa,
en un castigo dos venganzas siente.
Al expirar la pulga, dijo: «¡Ay, triste,
por tan pequeño mal dolor tan fuerte!»
«¡Oh pulga!, - dije yo -, dichosa fuiste.
Detén el alma, y a Leonor advierte
que me deje picar donde estuviste,
y trocaré mi vida con tu muerte».
Rafael Alberti
Roma, peligro para caminantes
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Trata de no mirar sus monumentos,
caminante, si a Roma te encaminas.
Abre cien ojos, clava cien retinas,
esclavo siempre de los pavimentos.
Trata de no mirar tantos portentos,
fuentes, palacios, cúpulas, ruinas,
pues hallarás mil muertes repentinas
_si vienes a mirar_, sin miramientos.
Mira a diestra y siniestra, al vigilante,
párate al ¡alto!, avanza al ¡adelante!,
marcha en un hilo, el ánimo suspenso.
Si vivir quieres, vuélvete paloma;
si perecer, ven, caminante, a Roma,
alma garaje, alma garaje inmenso.
Charles Simic, 1938, serbio - 308
Primavera
Esto es lo que vi: nieve vieja en el suelo,
tres mirlos acicalándose,
y mi vecina que salió en camisón a tender
las camisas de su marido en la cuerda.
El viento matutino hacía difícil engancharlas,
levantó el vestido tan por encima de sus rodillas
que tuvo que dejar de hacer lo que estaba haciendo
y dio una buena carcajada mientras se cubría.
(Versión Oscar E. Aguilera y José M. Prieto)
José M. Prieto
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Para el arrastre
Y tú envejeces presurosamente
Carlos Bousoño
Largas, cada vez más largas
las calles,
cortas, cada vez más cortas
mis piernas,
rápidos, cada vez más rápidos,
vaya usted a saber por qué
mis olvidos,
en cada esquina un enigma que resolver
a pie,
el camino recorrido
lo conocen los zapatos
pero nunca les preguntes,
suelen andar callados,
los que saben rechistar
son los juanetes.