Los estudios sobre la evolución humana o paleoantropología configuran, como es ampliamente conocido, un apasionante y controvertido ámbito de trabajo que, al menos entre la opinión pública en general, se había considerado un espacio limitado al papel masculino. Sin embargo, aunque los sonoros ecos del debate no terminen completamente de reflejarlo, se trata de una especialidad en la que desde hace tiempo están participando cada vez más mujeres científicas.
A lo largo de estas últimas décadas, son numerosas las expertas que han alcanzado un indiscutible reconocimiento entre sus colegas, gracias al rigor y seriedad de sus trabajos. Además, la paleoantropología también se está enriqueciendo en creciente proporción con jóvenes doctoras universitarias muy bien formadas en disciplinas como antropología, arqueología, biología evolutiva, etc. Ellas, con genuino interés, sumado a un inagotable entusiasmo por participar en la compleja tarea de elucidar los enmarañados orígenes del linaje humano, están aportando y logrando abrir nuevos y prometedores caminos interpretativos.
En este contexto se inserta el descubrimiento de los restos fósiles de homininos en el sistema de cuevas de Rising Star, situado en las proximidades de Johannesburgo, Sudáfrica. Destaca aquí el significativo papel jugado por el equipo internacional compuesto por seis jóvenes científicas espeleólogas que lograron extraer los valiosos restos de una caverna con muy difícil acceso. Sin sus aportaciones la expedición no habría alcanzado tanto éxito como el que ha tenido, y seguramente se habría alargado en el tiempo.
Pero estas últimas no han sido las únicas participantes en tan importante proyecto. También lo han hecho otras especialistas en la materia, colaborando activamente en la interpretación, descripción y análisis del material rescatado. Y tampoco debemos pasar por alto el importante papel jugado por un valioso colectivo de periodistas científicas, quienes, con conocimientos del tema muy bien elaborados, han dado a conocer al público curioso el estado de tan atractiva cuestión.
En suma, las mujeres no han permanecido ajenas o en silencio ante el descubrimiento de Homo naledi, una nueva especie humana que ha impactado profundamente en la interpretación de nuestra historia evolutiva. Por el contrario, las contribuciones femeninas han sido muchas y de considerable autoridad. Por esta razón creemos que puede tener interés destacar en un post recapitulador a quienes formaron parte del equipo que dio a conocer tan extraordinario descubrimiento.
Un sorprendente hallazgo que dio la vuelta al mundo, amenazando al paradigma dominante
Una vez excavado con éxito el material descubierto en la cueva de Rising Star, llegó el momento de su análisis, descripción e interpretación. Como en tantas ocasiones, los esfuerzos por incorporar los nuevos datos a los conocimientos vigentes provocaron múltiples argumentos e hipótesis.
Aún hoy, los debates generados mantienen su vehemencia y no están en absoluto cerrados. Parece claro que estos fósiles, escrupulosamente analizados desde múltiples puntos de vista, sugieren a las y los especialistas que es necesario establecer un nuevo marco teórico para un modelo moderno que permita interpretar nuestra evolución lo más ajustada posible a los datos con que ahora se cuenta. Ciertamente, H. naledi es una especie muy interesante porque sus características parecen desafiar algunos aspectos del proceso evolutivo humano que la comunidad científica hasta ahora tenía asumidos. De ahí la conmoción que el descubrimiento ha concitado.
El primer artículo sobre ese inestimable hallazgo se publicó el 10 de septiembre de 2015 en la revista eLife. Estaba firmado por los investigadores principales del equipo que realizó el descubrimiento, los paleoantropólogos Lee Berger, profesor de la Universidad de Witwatersrand, Sudáfrica, y John Hawks, profesor de la Universidad de Wisconsin-Madison, EE. UU. La publicación lleva también la firma de los numerosos colaboradores, un total de 47, que participaron en la elaboración del artículo.
Se trata de un trabajo escrito como resultado de la reunión de un colectivo de especialistas convocados por la Universidad de Witwatersrand en mayo 2014. La finalidad principal del encuentro, que duró algo más de un mes, era analizar y comparar sistemáticamente los cerca de 1 500 fósiles excavados en Rising Star con los restos de homininos previamente conocidos.
Formando parte del equipo había diversas científicas procedentes de distintas partes del mundo. Algunas eran expertas de reconocido prestigio, mientras que otras eran jóvenes doctoras empezando su carrera profesional. Sumaban un total de dieciocho, en su mayoría asociadas al Instituto de Estudios Evolutivos (Evolutionary Studies Institute, ESI) de la Universidad de Witwatersrand. Por razones de espacio, no podemos detenernos en cada una de ellas, pero sí intentaremos reflejar los aspectos más destacados de sus aportaciones.
Empecemos por la profesora de Antropología Física de la Universidad de Kent, Tracy L. Kivell, experta en morfología de las extremidades de primates vivos y fósiles, homininos incluidos. Su investigación principal tiene como finalidad intentar comprender el origen del bipedismo (andar erguido) y el uso de las manos a lo largo de nuestra historia evolutiva.
En Rising Star se recuperaron diversos fragmentos de manos pertenecientes a más de un individuo, y concretamente la mano derecha casi completa de un adulto. Tracy Kivell ha estudiado con gran meticulosidad todos estos restos y sus resultados revelan, entre otros aspectos, que H. naledi tenía una original combinación de características óseas. Estos homininos, probablemente, eran capaces de emplear sus manos tanto para el uso de herramientas como para trepar a los árboles. La pregunta que queda abierta en este trabajo inicial es si también eran capaces de elaborar las herramientas.
Kimberly A. Congdon, profesora de Anatomía y Embriología de la Universidad de Touro en Nevada, EE. UU., también se dedica al estudio de las extremidades de los homininos, centrándose en los modos de desplazamiento de los primates a lo largo del proceso evolutivo. En este caso colaboró estrechamente con Kivell.
De la cueva sudafricana se extrajeron 107 fragmentos de pies, incluyendo uno adulto casi completo. Tras un meticuloso análisis, el grupo del que K. Congdon formaba parte concluyó que la extremidad de la nueva especie era predominantemente moderna, esto es, parecida a la humana actual y bien adaptada para el andar bípedo. Sin embargo, también encontraron algunos caracteres primitivos que indicaban que era capaz de trepar a los árboles. Todo ello ha llevado a interpretar que H. naledi tenía un singular aparato locomotor con algunos caracteres únicos.
La profesora de anatomía de Universidad Des Moines, EE. UU., Heather Garvin, es experta en las variaciones del esqueleto del género Homo. Su colaboración más significativa en el equipo de Rising Star estuvo relacionada con el lugar que podría ocupar Homo naledi en el árbol filogenético de los homininos. Se trata de un tema que se enfrentó con notables dificultades porque requería establecer relaciones de parentesco, y en la fecha de publicación del primer artículo, 2015, aún se desconocía la edad de la nueva especie. Por esta razón, se cometieron algunos errores que posteriormente fueron corregidos.
Rebecca R. Ackermann, profesora del Departamento de Arqueología de la Universidad de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, fue otra de las invitadas a participar en el equipo de Rising Star. Es una estimada especialista en el papel de la selección natural sobre la diversidad de estructuras craneales y faciales detectadas en el registro fósil del género Homo. Junto a su alumna de doctorado Lauren Schroeder, quien en diciembre de 2015 leyó su tesis doctoral, realizó una serie de análisis sobre los restos del cráneo y de la mandíbula de los fósiles extraídos de la cueva, poniendo de manifiesto las peculiaridades de la nueva especie.
Rebecca Rogers Ackermann, Lauren Schroeder y Davorka Radovèiæ.
Sus resultados han resaltado la combinación única de caracteres que definen a Homo naledi, lo que ha permitido ampliar el rango de variación morfológica del linaje humano. Conclusiones que fueron ratificadas por la acreditada antropóloga Davorka Radovcic, conservadora del Museo de Historia Natural de Croacia, quien también formó parte del equipo reunido en Sudáfrica. La científica croata, entre otras conclusiones, puso de manifiesto que, en comparación con otros homininos, la nueva especie presenta un modelo morfológico que puede considerarse único.
Jill E. Scott y Myra F. Laird.
Jill E. Scott, coordinadora del laboratorio del departamento de Sociología y Antropología de la Universidad Metropolitana de Denver, Colorado, EE. UU., también enfoca su trabajo en la evolución cráneo-facial del género Homo; participó en la tarea de descifrar estos aspectos en naledi. En la misma línea, Myra F. Laird, alumna posdoctoral de la Universidad de Chicago, contribuyó a la descripción mediante comparaciones métricas del material craneal y mandibular recuperado.
Michelle Drapeau y Mana Dembo.
La respetada profesora del Departamento de Antropología de la Universidad de Montreal, Michelle Drapeau, formó parte del grupo de científicos canadienses invitados a incorporarse al equipo de Rising Star. Experta en paleontología de vertebrados, tomó parte en un intenso debate dedicado a esclarecer el linaje de Homo naledi. Junto a la estudiante Mana Dembo, graduada en arqueología por la Universidad Simon Fraser, Vancouver, analizaron las particularidades de la morfología del pequeño cráneo de Homo naledi. Ante su escaso volumen, casi un tercio del humano moderno, y su inesperada complejidad, fortalecieron la idea de que se encontraban ante una nueva especie
Caroline VanSickle es una antropóloga física del departamento de Antropología de la Universidad de Wisconsin-Madison, Madison, EE. UU. También pertenece al departamento de Estudios de Mujeres y Género, Gender and Women's Studies, de la misma universidad, donde defiende su compromiso en aplicar una perspectiva feminista a la interpretación de nuestro proceso evolutivo.
Especializada en las variaciones detectadas en la anatomía de la pelvis humana moderna como medio para interpretar fósiles pélvicos pertenecientes a homininos antiguos, Caroline VanSickle ha realizado numerosos estudios. Por ejemplo, ha indagado con notable meticulosidad cómo pudo haber sido el parto en las mujeres neandertales. Gracias a estos conocimientos tuvo ocasión de colaborar en la descripción e interpretación de los cuarenta fragmentos de restos pélvicos extraídos de Rising Star, que representan a individuos de diferentes edades de Homo naledi.
Debra Bolter, profesora de antropología en el Modesto Junior College, California, centra su investigación en el estudio de huesos procedentes de primates jóvenes. Su contribución al equipo de Rising Star fue tomar parte en la identificación y descripción de los huesos fósiles de niños y adolescentes recuperados, con el fin de analizar el crecimiento y desarrollo de esos individuos aún inmaduros. Bolter destaca la gran oportunidad que le brindó este trabajo, puesto que encontrar huesos de esas edades es muy raro y «casi nunca los recuperamos de los yacimientos».
En la Universidad Estatal de Luisiana, USA, imparte clases Juliet Brophy, integrante del departamento de Geografía y Antropología especializada en estudios dentales y del cráneo de homininos fósiles. Ha participado en los primeros estudios sobre Homo nalediconvencida de que la observación del cambio de la forma y el tamaño dental a lo largo del tiempo puede ser de gran ayuda para responder aquellas preguntas más relevantes sobre la evolución humana. Además, esta científica subraya que los dientes también proporcionan información sobre la dieta, modelos de crecimiento, e incluso acerca de los ambientes en que vivieron los homininos del pasado.
En este aspecto, Enquye W. Negash, doctoranda del Centro de Estudios Avanzados de Paleobiología Humana de la Universidad George Washington, realizó un cuidado análisis paleoecológico de Rising Star con fin de vislumbrar el entorno en que probablemente vivió H. naledi, señalando sus semejanzas y diferencias con ecosistemas actuales.
También la Academia de Ciencias China tuvo su participante en Sudáfrica con la joven antropóloga, estudiante de doctorado Pianpian Wei, procedente del Departamento de Antropología de Beijing. Sus contribuciones se enfocaron en la interpretación de los fósiles de la cadera y de las piernas de H. naledi.
Valga recordar que, además de las científicas citadas, también firman el artículo publicado en 2015 tres de las espeleólogas que habían extraído el material de la cueva, Marina C. Elliott, Elen M. Feuerriegel y Alia Gurtov.
Entre las invitadas más jóvenes, varias han comentado entusiasmadas su experiencia personal. Por ejemplo, Mana Dembo señalaba: «Me considero extremadamente afortunada por haber participado en este proyecto. Fue una oportunidad que no está al alcance de mucha gente»; opinión compartida por varias compañeras. Debra Bolter, por su parte, en relación al ambiente que se respiraba entre el equipo, revelaba que la reunión «fue algo realmente increíble [...]. Era como un campamento científico de verano. De hecho, resultó bastante divertido».
Señalemos como colofón final, que todas estas expertas, junto al resto de participantes del equipo de trabajo invitado por la Universidad de Witwatersrand, pusieron de manifiesto que, tras el descubrimiento de Homo naledi, el escenario evolutivo del linaje humano se muestra mucho más complejo y abigarrado de lo que hasta el momento se pensaba. El conjunto de especialistas reunidos en Sudáfrica sin duda ha enriquecido este atrayente ámbito de estudio, logrando abrir nuevas puertas para futuras investigaciones.
Además, y haciéndonos eco de las palabras de la profesora de la Universidad de Kent, Tracy Kivell, este tipo de trabajos deben y deberán servir para contrarrestar todos aquellos argumentos que todavía golpean a las chicas jóvenes, implícita o explícitamente, tratando de convencerlas de su incapacidad para triunfar en la ciencia simplemente por el hecho de ser mujeres. Un corolario que venimos repitiendo cuando del protagonismo femenino se trata.
Referencias
- Berger, Lee et al. (2015). «Homo naledi, a new species of the genus Homo from the Dinaledi Chamber, South Africa». eLife. Evolutionary Biology. 10 septiembre 2015
- Dembo, Mana; Davorka Radovèiæcd; Heather M. Garvin; Myra F.Laird; LaurenSchroeder; Harcourt-Smith, W. E. H.; Z. Throckmorton, K. A. Congdon et al. (2015). «The foot of Homo naledi». Nature Communications 6; 8432
- Jill E.Scott, Juliet Brophy; Rebecca R. Ackermann, et al. (2016). «The evolutionary relationships and age of Homo naledi: An assessment using dated Bayesian phylogenetic methods». Journal of Human Evolution 97, 17-26
- Kivell, Tracy L. el al. (2015). «The hand of Homo naledi». Nature Communications 6: 8431
- Laird, Myra F. Lauren Schroede, Heather M. Garvin, Jill E.Scott, ManaDembo, Rebecca R.Ackermann, DavorkaRadovèiæet al. (2016). «The skull of Homo naledi». Journal of Human Evolution 104
Nota de la editora
Esta serie sobre el descubrimiento de los restos fósiles de homininos en el sistema de cuevas de Rising Star (Johannesburgo, Sudáfrica) consta de cinco artículos:
- Marina Elliott, joven antropóloga en la expedición de cueva de Rising Star (Sudáfrica)
- Elen Feuerriegel, joven investigadora en la conjunción de ciencia y aventura
- Dos expertas en evolución humana, Lindsay Eaves y Alia Gurtov, coprotagonistas en la arriesgada expedición de Rising Star
- Becca Peixotto y Hannah Morris completan el equipo excavador de Rising Star
- Breve crónica de la presencia femenina en el descubrimiento de la última especie humana
Sobre la autora
Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.
Fuente: mujeresconciencia.com