Francis Bacon, filósofo y político inglés, fue un hombre fundamental en el desarrollo del pensamiento científico moderno, por formular un proceso de razonamiento denominado inducción.
Este astuto hombre se atrajo gran número de enemigos por sus incursiones en la investigación de la Naturaleza.
Cierto día nevado de 1626, Bacon viajaba con el médico del rey en una diligencia. Ambos discutían sobre los efectos que podía tener el frío en la conservación de los alimentos. Se cuestionaban si, al igual que sucedía con la sal, el hielo tenía capacidad para conservar la carne. Ansiosos por hallar la respuesta, decidieron realizar un experimento: detuvieron la diligencia en un pueblo al norte de Londres, bajaron a la fría nieve, compraron un pollo, lo mataron y lo destriparon. Después, rellenaron la carcasa con nieve y la envolvieron a su vez en más nieve.
Bacon se enfrió y cayó enfermo a consecuencia de las horas pasadas al frío. Contrajo neumonía y fallecería finalmente. Antes, sin embargo, pudo escribir una carta al Conde Arundel explicándole que el experimento con el pollo había sido un gran éxito.