Auguste D., era una mujer alemana de 50 años de edad. A principios de 1901 había empezado a tener ciertos trastornos de personalidad: fallos en la memoria, errores en la cocina, escondía objetos sin motivo aparente, salía de casa sin dirección ni propósito. Mostraba gran confusión e incluso se asustaba de sus familiares, como si de una paranoica se tratara.

Su marido, finalmente, decidió ingresarla en el Hospital Mental de Frankfurt.

Allí, al día siguiente de su ingreso, se reunió con un doctor que le hizo muchas preguntas a fin de comprender mejor de qué enfermedad podría estar aquejada. Las respuestas eran a veces certeras y otras muchas repetitivas o inconexas.

La enferma parecía compungida, confusa. Por ejemplo, si había comido cerdo, respondía al doctor que había comido espinacas... Omitía sílabas, hacía silencios en medio de frases,...

El doctor fue anotando todas estas observaciones y comportamientos insólitos, desconcertantes e inconexos.

Intentando escribir su nombre, Auguste D. comentó que "por así decirlo, he perdido mi yo... "

La paciente falleció a los 56 años; el doctor era Alois Alzheimer. La enfermedad, en la actualidad, ampliamente conocida.

Os recomendamos el interesantísimo reportaje de Investigación y Ciencia, Temas 62, dedicado al Alzheimer, del que os hemos hecho un brevísimo resumen introductorio. Lo tenéis disponible en la biblioteca.