El Taller de comunicación oral "Tu mensaje es importante, ponle voz" proporcionó el pasado miércoles al público reunido en la Biblioteca claves para hablar en público. Fue un taller muy práctico, en el que los ponentes mostraron en directo cómo desarrollar las habilidades necesarias para comunicarse en público, ya sea en una reunión de trabajo, en una presentación o charla, en una entrevista o en cualquier evento de la vida privada en la que debamos ponernos frente a un grupo de personas y queramos convencer, comunicar o, simplemente, emocionar.

El Taller se celebró en el marco de la VII Semana Complutense de las Letras, pues no en vano la oratoria -el arte de hablar en público con elocuencia-, es uno de los géneros literarios clásicos. La actividad estuvo a cargo de Cibeles Toastmasters, varios de cuyos miembros demostraron ante el público las habilidades que precisa un buen orador.

A lo largo de la actividad pudimos conocer la historia de Demóstenes, que muestra cómo un orador no nace sino que se hace, es decir, que se trata de una habilidad que se puede desarrollar. Lola Arroyo, la primera de las ponentes, insistió en la importancia de hablar en público para los universitarios y para la vida profesional de cualquier individuo, y explicó cómo esta habilidad puede influir en nuestro desarrollo personal e incluso en nuestra autoestima.

Tras ella intervino Miguel Ángel Melero para explicar qué es la glosofobia o miedo a hablar en público y cómo superarlo. Aseguró que en cierto modo todos tenemos miedo de hablar en público, y que para superarlo es importante que preparemos muy bien nuestro discurso y lo ensayemos. A partir de ahí su consejo fue que nos lancemos a hablar en público sin esperar a estar completamente preparados, porque ese momento, dijo, nunca llegará sin practicar. También recomendó que nos fijemos en cómo otras personas hablan en público y que no dudemos en imitar lo que nos gusta de su estilo, pero sin dejar de lado ese algo especial que nos hace únicos comunicando, porque justamente esa faceta es la que debemos potenciar.

El tercer ponente, Rafael Casado, nos habló de cómo preparar una intervención y cómo estructurarla. Compartió con nosotros su historia personal y cómo había superado sus limitaciones para hablar en público. A veces, relató, la vida te da la oportunidad de dar el salto, como le sucedió a él cuando tuvo que dar una charla ante un auditorio muy numeroso en su trabajo y cómo logró superar, poco a poco, su bloqueo. Insistió en la importancia de tener claro el mensaje que queremos comunicar, ser breve, estructurar el discurso, y tener un buen inicio, un contenido sólido y un final potente: como la morcilla que trajo consigo para ilustrar esta idea.

En cuarto lugar participó en el taller Arman Islam, que disertó sobre la importancia de improvisar. Definió la improvisación como la capacidad para desarrollar un discurso que no te has preparado. Si bien es importante planificar en la vida para obtener resultados, recomendó no hacerlo excesivamente, ya que muchas veces nos vamos a encontrar ante situaciones en las que no hayamos podido prepararnos y debemos estar habituados a desenvolvernos en ellas: una entrevista de trabajo en la que nos preguntan algo inesperado, por ejemplo. Para practicar el arte de la improvisación propuso un juego, consistente en dar una charla improvisada durante dos minutos sobre un tema propuesto por el público, y nos demostró cómo hacerlo. Tras él, varias personas entre los asistentes se animaron a salir al escenario y demostraron que es posible improvisar una charla sobre los temas más peregrinos: ¿por qué tendrías a un pingüino como animal de compañía?, ¿cómo convencerías a un empresario de que invierta en tu negocio de paraguas? o ¿de qué manera animarías a un grupo de escolares a comerse la sopa de champiñones del menú?

Por último intervino Lucía Maté, la presidenta de Toasmasters, para hablar acerca de la utilización de audiovisuales y del lenguaje verbal y no verbal. Respecto al lenguaje no verbal, señaló para empezar la importancia de la voz y, en particular, del volumen, pues debemos ser capaces de hablar para que pueda oirnos todo el auditorio. Recomendó poner atención a nuestro ritmo al hablar y darle variedad al tono. Pero en su opinión la herramienta más poderosa es el silencio, pues sirve para que cuando expresamos ideas complejas o emociones el público tenga tiempo para experimentarlas, sentirlas o reflexionar, ¡o reirse si hemos contado un chiste! Además, el silencio es como un subrayado, da realce a cualquier cosa que digamos a continuación. Otra sugerencia fue emplear metáforas para transmitir ideas, que podemos hacer más eficaces si les damos forma de imágenes u objetos. Como la morcilla... Respecto al lenguaje corporal señaló la importancia del manejo del espacio y recomendó utilizar todo el escenario y mostrarnos relajados.

Para terminar dio algunos consejos para las transparencias: preparar con antelación y tiempo suficiente el dispositivo técnico, emplear imágenes potentes, que aporten de verdad algo significativo a nuestro discurso; y quitar la transparencia cuando ya no la usamos dejando la pantalla en negro.

Para cerrar el taller Lola sintetizó las ideas claves de la jornada: para superar el miedo escénico hay que ir exponiendose progresivamente a él, de modo que nos animó a aprovechar todas las oportunidad de hablar en público. También nos contó cómo trabajan en Toastmasters, con mentores y con evaluaciones, indicando fortalezas y áreas de mejora. Y, como broche final, Lucía Maté desplegó todos los ingredientes de una buena charla hablándonos sobre amor y matemáticas. Y dejándonos deslumbrados.