He leído recientemente un artículo de la revista Der Spiegel online que me ha puesto la carne de gallina. En él se cuenta cómo va probablemente a evolucionar la situación económica en Grecia y Europa a medio plazo.
Si Grecia quiebra ordenadamente, permaneciendo dentro del euro, los bancos van a perder mucho, pero nada en comparación con una salida de la moneda común, en cuyo caso los acreedores sólo podrían recoger una mísera parte de la deuda... en dracmas.
Que la enfermedad griega es contagiosa, eso ya lo sabíamos. Lo que empieza a hacerse claro ahora es que se trata de una de esas bacterias resistentes, para la que ningún antibiótico funciona. A los griegos les cobran los impuestos por medio de la factura de electricidad. Si no pagas, te cortan la luz. La primera vez que leí esto en un periódico, no me lo creí. Hasta que lo confirmé en otras fuentes. A los griegos no les queda nada, están en la ruina, su prima de riesgo está en los 2600 puntos y sólo pueden esperar la ayuda de la Unión Europea para pagar los sueldos de sus funcionarios.
Es cierto que España no es Grecia, lo han repetido ad nauseam nuestros políticos, pero si tenemos en cuenta que, de la totalidad del dinero en movimiento, menos de un 10% es el utilizado en bienes y servicios reales de todo tipo, y el resto es dinero de los mercados financieros, es fácil comprender que la economía "real" no tiene fuerzas para aguantar ni un asalto si los mercados se lanzan contra ella. Bancos, empresas, países, divisas, todo blanco es bueno para la especulación. Y los inversionistas con escrúpulos, si ven que Grecia no les devuelve el dinero y que Italia, por ejemplo, se mantiene paralizada al borde del abismo, es poco probable que vuelvan a arriesgarse por esos "Mares del Sur".
El dinero que había en Grecia, hace ya tiempo que voló al Norte. Al parecer hay un auténtico "boom" inmobiliario en Berlín: todos los griegos con posibles (y no sólo ellos) quieren comprarse un piso allí.
Ahora lo que preside los medios es la cumbre europea del viernes 9 de diciembre. Standard & Poors ha amenazado con bajar la nota de Europa en su conjunto, con lo que Francia y Alemania se han apresurado a ponerse de acuerdo sobre un cambio en los tratados europeos que llevaría a una mayor integración económica y fiscal.
Las pretensiones de Merkel y Sarkozy son enormes: acaban justamente de enviar una carta al presidente van Rompuy en la que proponen cambios en regulación financiera, armonización fiscal (sobre todo en cuanto a la fiscalidad corporativa) y laboral, así como una mayor vigilancia en la utilización de fondos comunitarios. Se supone que esta cumbre fue la de la "última oportunidad", sin embargo, en el mejor de los casos, las nuevas medidas no se aprobarían hasta marzo o abril, y ¿qué será de nosotros hasta entonces?
Todo es cuestión de ver cómo ven el futuro los mercados financieros, los cuales, como leí hace poco, "tienen una manera muy segura de predecir el futuro: causándolo".