Estos últimos tiempos se han venido viendo algunas noticias en la prensa internacional que señalan un cambio importante ocurrido en la economía africana. Hasta hace poco, lo que se pensaba era que África iba a ir de mal en peor en razón de su galopante demografía y los conflictos armados internos.
En realidad, en las últimas décadas, África ha estado creciendo a un ritmo medio del 5%, y con picos de hasta 10,1% y 12,7% (Chad y Sierra Leona).
En 2013, África presentó un fuerte crecimiento que se va a acelerar en 2014 a pesar de verse afectada por la debilitación de los países emergentes. Sin embargo, ha crecido más que America Latina y algo menos que el Sudeste asiático. La crisis del 2008 la afectó menos, gracias a sus relaciones comerciales con otras zonas, como China, por ejemplo.
Esta nueva situación económica se debe a una mejora de las circunstancias reinantes en el continente. La agricultura ha ido mejorando y produciendo mejores cosechas, se ha invertido mucho en infraestructuras, la inflación ha bajado, se ha aplicado una política monetaria moderada, se mantienen también moderados los precios de los alimentos e incluso el equilibrio fiscal ha mejorado ligeramente.
La situación es, sin embargo, diferente según los países. Hay dos grupos importantes. Los FME, o Economías de Mercado "Fronterizas", que dependen mucho de los vaivenes de los precios de las materias primas, y son llamados también "pre-emergentes, Son mercados de riesgo para la inversión, pero con gran potencial de ganancias. Entre ellos están Ghana, (con su gran selección de fútbol), Kenia, Mauricio, Nigeria, Ruanda, Senegal, Zambia, etc. Por debajo de éstos están los países llamados "frágiles" (Burundi, República Centroafricana, Comores, República Democrática del Congo, etc.), que son, sin embargo, los que han presentado el mayor crecimiento últimamente.
En varios países los riesgos para la economía son internos, como una seguridad deficiente por conflictos armados o tensiones laborales (Sudáfrica, por ejemplo). Otros riesgos son externos, como la desaceleración de los emergentes, que ha afectado a los exportadores de materias primas.
Entre los países que mejor se comportan está Nigeria, el más dinámico del continente, con un crecimiento del 7%. Por su parte, Kenia ha exportado 1000 millones anuales en frutas, verduras y flores. El petróleo es responsable, naturalmente, de gran parte del crecimiento, pero países como Ruanda, que no lo tienen, con una mejor administración, y gracias a los fondos remitidos por sus emigrantes, han mejorado drásticamente: éste último país, por ejemplo, que antes importaba alimentos, ahora hasta los exporta.
En muchos de estos países se ha desarrollado una cultura urbana extraordinaria; destaca el fenómeno de los centros comerciales (en inglés "Mall culture"), como en Accra, Dakar, Nairobi o Maputo. A estos lugares acuden diariamente sobre todo jóvenes , con dinero en el bolsillo y vestuario a la última. Es una juventud al tanto del progreso y que contribuye de manera importante al auge comercial actual. Lo más importante para ellos: el móvil. Sin duda, es el boom de las telecomunicaciones lo que ha puesto en marcha a la nueva África. El móvil permite conectarse a Internet, hacer pagos a distancia y llevar una agenda de amigos o clientes. Es verdaderamente el detonante del crecimiento económico. Éste se manifiesta en el aumento de las clases medias. Según algunos estudios, África tendría ya más clase media que la India, por ejemplo, que tiene mayor población.
Todo esto ha sido posible gracias al aumento de la demanda de materias primas, pero también, y sobre todo, porque África se ha convertido en un polo de crecimiento, por las mejoras de sus condiciones políticas y sociales y por la aparición de una nueva clase de tecnócratas africanos bien preparados (de Ghana, Uganda, Zambia, Kenia, etc.) que, asociados a capitalistas occidentales o de países emergentes, han creado un nuevo impulso para la economía y han empezado a hacer cambiar la forma de pensar sobre África.
Ya no se trata de "ayudarles", sino de hacer negocios con ellos. Naturalmente, los problemas siguen existiendo, el índice de pobreza sigue siendo el más elevado de los países en desarrollo y la riqueza se reparte muy desigualmente. África, sin embargo, tiene dos cosas que hacen prácticamente ineluctable el progreso: una población mayoritariamente joven y unas reservas de materias primas extraordinarias.