En la Colección de Referencia acaba de ingresar el Dictionnaire des femmes libraires en France (1470-1870) obra de Roméo Arbour. Se trata de un inventario sobre las mujeres que han ejercido cualquiera de los oficios del libro en Francia entre 1470 y 1870. Para definir fielmente la carrera de estas mujeres, su autor ha explorado de forma pormenorizada el conjunto de todo el trabajo de edición, impresión y comercio, procedente de los fondos de la Biblioteca Nacional y Archivos Nacionales. Es decir, todo lo impreso. Como resultado, se presentan 6424 registros bibliográficos apoyados en un corpus de referencias, que otorgan de rigor científico a este práctico instrumento de trabajo. [Seguir leyendo]
El término "Mujeres libreras", que aclara en la introducción designa a las mujeres que han ejercido de manera profesional uno u otro de los principales oficios del libro: imprenta, librería, encuadernación. Abarca a las editoras, vendedoras, comerciantes de estampas, de grabados y de música en hojas, así como las que ostentan derechos de librería. Ejercitar cualesquiera de estas actividades implica responsabilizarse de la empresa incluso cuando las tareas son compartidas por un socio; sin embargo, se excluyen de este repertorio, las esposas e hijas que viviendo de maridos o padres ejercen de auténticas auxiliares del taller tipográfico. Por otra parte, no es objeto de esta obra minimizar el papel esencial que tuvieron los hombres en la fabricación, impresión y difusión del libro. En Francia, desde los orígenes de la imprenta hasta la revolución, todos los oficios del libro según el derecho común estaban reservados a los hombres.
Tras añadir una serie de comentarios críticos a las diferentes fuentes manuscritas e impresas que ha manejado, analiza la historia de la imprenta en Francia en dos periodos; el Antiguo Régimen (1450-1791) y el periodo moderno, a partir de la Revolución. Para cada época precisa las condiciones jurídicas que limitaron o facilitaron la entrada de las mujeres a los diversos oficios vinculados al libro. Bajo el Antiguo Régimen, sólo las viudas cuentan con la ventaja de heredar una empresa ya existente. Al estar poco preparadas técnicamente, se juntan a otros impresores con más experiencia para conducir sus negocios, a los que confían sus prensas. Pero como muestran los contratos firmados, bajo ellas recae por entero la responsabilidad financiera y moral de su empresa. En el s. XIX se despejan ciertas tendencias al estar mejor representadas constatándose un fenómeno de mutación social. Ya desde la abolición de las corporaciones o gremios, son muchas las mujeres que encontraron en estas profesiones librarías ciertas perspectivas de promoción social, e irrumpen sin contemplaciones en un espacio eminentemente masculino. Así lo defiende, a través de la clasificación que establece en tres niveles, en función del éxito alcanzado en sus actividades.
Un primer grupo lo conforman aquellas mujeres para las que su oficio representa un medio de vida honorable, sin permitirles salir de la pobreza; al segundo grupo, las espera una carrera exitosa ya sea en la impresión, edición o la venta.
Y en el tercer grupo se conocen las grandes triunfadoras, que comparten excelentes niveles de producción y comercialización. A él pertenece la viuda de Sebástien Mabre-Cramoisy, cuyo amplio registro aparece acompañando la cubierta del libro, en la imagen que encabeza este post. En la Biblioteca Histórica están presentes 9 ejemplares de esta impresora del Rey, que conserva además el cargo de directora de la Imprenta Real del Louvre. Dos monopolios codiciados y gratificantes que acumula, y sin duda le asegurarán un futuro de pleno empleo y cierto escalafón social.
Ordenados alfabéticamente, los registros más o menos extensos según la cantidad de datos recogidos presentan idéntico formato. Las entradas del diccionario constan de: apellidos y nombre oficial del marido seguido de sus apellidos y nombre de soltera; lugar y dirección de la empresa; oficio que ejerció, fechas del matrimonio, de fallecimiento del marido, padre...; cargos particulares que ocupa como impresora del rey, universidad...; asociaciones profesionales permanentes o puntuales; los diferentes títulos de publicaciones editadas o vendidas; testimonios sobre la carrera de estas mujeres y actividades; fecha final de su ejercicio profesional y nombre de su sucesor. Como colofón del registro, las fuentes de información. Les sigue un apéndice cronológico, emplazando a cada autoridad con su siglo. Se echa en falta la ausencia de una clasificación geográfica, de gran utilidad para el investigador local.
Con los datos facilitados por este repertorio, no hay duda que se vislumbra una imagen más precisa del mundo librero en femenino, y se abren nuevas vetas para la investigación en un sector aún poco explorado de la historia del libro. Sin duda, un diccionario biográfico que corrobora la presencia de las mujeres en este espacio y no de casos aislados e irrepetibles.