La ilustración de los libros tuvo una importancia extraordinaria en la cultura libresca del Siglo de Oro. La mayor parte de las estampas fueron grabadas para formar parte de los libros, convirtiéndose en un extraordinario medio para conocer la historia social, política y cultual del Barroco. A raiz de una exposición llevada a cabo en la Universidad de Zaragoza, nace este recurso sobre los Grabadores extranjeros en los libros del siglo de oro
La técnica del grabado había experimentado un desarrollo considerable en la segunda mitad del siglo XVI. La sustitución en Amberes del grabado de madera por el grabado calcográfico supuso una profunda renovación de la comunicación visual. La nueva técnica permitía definir con mayor detalle la imagen, modular las diferentes tonalidades de negro y alcanzar mayor expresividad. Flandes primero y después Francia se convirtieron en los grandes centros productores de estampas calcográficas y en exportadores de grabadores por toda Europa.
Pero en España, a diferencia de otros países europeos, no había una tradición de grabado. La falta de interés por divulgar las pinturas de los grandes maestros mediante la reproducción de estampas no solo había limitado la evolución técnica y artística de los grabadores autóctonos, sino que impidió también el desarrollo de una industria local del grabado. Los talleres eran pequeños, casi siempre unipersonales, y no existían asociaciones gremiales que fomentaran la formación.
La crisis económica que se desarrolló en España a comienzo del siglo XVII afectó también a la industria editorial. El esplendor de la literatura del Siglo de Oro vino acompañado de ediciones modestas con escaso número de ilustraciones. Los talleres de imprenta no tenían capacidad ni medios para acometer costosos proyectos editoriales.
La carencia de burilistas en el siglo XVI en España propició la llegada de un gran grupo de artistas extranjeros (en su mayoría desde Francia, Flandes o Inglaterra), contribuyendo así a la evolución de la imagen impresa al servicio de los intereses de la Monarquía Hispánica y renovando las prácticas y lenguajes del grabado entre los reinados de Felipe II y Felipe IV. No eran firmas destacadas, sino artistas-artesanos bien formados, atraídos por la perspectiva de nuevos trabajos en plazas menos competitivas que Amberes o Paris.
Grabadores extranjeros en los libros del Siglo de Oro. Exposición en la Biblioteca General