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Confidencialidad e imagen imperial a través de la cartografía de la Edad Moderna.

Angel García Rubio 14 de Marzo de 2025 a las 13:11 h

En todo conflicto, la adquisición y control de la información es un campo de batalla más en el que se pelea en distintos niveles. Uno de ellos es la propaganda que, al calor de la difusión de la imprenta, adquirió gran peso en la guerra de la Edad Moderna. Por otro lado, tener mayores conocimientos geográficos que el contrario es vital para cualquier tipo de enfrentamiento o competencia. Esto último se revalorizó aún más con la fulgurante expansión de las monarquías ibéricas, a principios de la modernidad y la consiguiente ampliación del mundo conocido por los europeos. De esta forma, la cartografía se convirtió en un espacio de lucha clave en el que se conjugaban tanto la propaganda como la difusión o confidencialidad de los saberes geográficos.

Sobre esta cuestión versó mi intervención en el marco del II Seminario formativo en Historia cultural organizado por Bernardo J. García García: Cultivar una mirada crítica. Documentos visuales para una historia cultural de la Monarquía hispánica, el pasado 12 de marzo de 2024 titulada «La cartografía del Sudeste asiático. Confidencialidad, divulgación e imagen imperial en la Europa de los siglos XVI y XVII». Este estudio ha sido posible gracias a los materiales y el trabajo realizado en la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla tutorizado por Federico Palomo del Barrio, profesor de Historia Moderna en la Universidad Complutense, y María Teresa Rodríguez Muriedas, bibliotecaria.

 

En el contexto de las exploraciones ibéricas el conocimiento geográfico era imprescindible para la navegación, el comercio y el gobierno en la distancia. Uno de los objetivos de los europeos desde el inicio de la expansión ultramarina había sido llegar al centro productor de las especias, el Sudeste asiático, y lucrarse así del comercio especiero. Pero para ello, no sólo era importante recopilar información,  sino también que ésta no cayera en las manos equivocadas y de esta forma,  alentase la competencia. Al mismo tiempo, la proyección sobre un mapa de la expansión de la Monarquía presentaría una imagen imperial y universal de la misma, convirtiéndose en una valiosa arma propagandística.


Un equilibrio entre ambas voluntades se aprecia en las sucesivas ediciones del Theatrum Orbis Terrarum de Abraham Ortelius, el primer atlas moderno, del que la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla alberga varios ejemplares. En la obra del geógrafo al servicio de Felipe II se presentan los mayores avances cartográficos hasta el momento, haciendo alarde de las capacidades de la Monarquía y sus extensos dominios. Pese a ello, se aprecian imprecisiones y omisiones para las regiones del Sudeste Asiático que sólo pueden responder a la transmisión sesgada e interesada de los conocimientos geográficos por parte de los agentes de la Monarquía. No querían poner en riesgo sus posiciones en una región que conocían bastante bien, como se puede apreciar en otras cartas náuticas de la época de uso restringido.


El mapa correspondiente al Sudeste asiático del Theatrum Orbis Terrarum aparece en la primera edición de 1570 y es reproducida sin ser actualizada en las sucesivas ediciones. La Biblioteca Histórica "Marqués de Valdecilla" de la UCM alberga las latinas de 1579 [BH FLL 9816], 1601 [BH FLL 35935] y 1603 [BH FLL 9817], y las traducidas al castellano de 1602 [BH FLL Res. 10] y 1612 [BH FLL 10576 (1)], y al italiano [BH FLL 10992] y al francés [BH FLL 35185] de 1598. Sin embargo, a finales del siglo XVI, con la llegada de holandeses e ingleses al sudeste asiático, comenzarán a aparecer mapas más precisos de la región. Una de las primeras y más significativas fue la obra de Jan Huygen van Linschoten, holandés que viajó por el Asia portuguesa y publicó muchos de sus conocimientos, del que la biblioteca conserva una edición impresa en Londres en 1598 [BH FG 2712] en la que publicaron mapas de la región mucho más precisos.


Esta es una investigación abierta en la que se debe continuar profundizando, pero lo que parece evidente, es que la Monarquía intentaba encontrar equilibrios entre la confidencialidad y la difusión de una información geográfica que acaparaba en exclusiva desde la incorporación de Portugal a la Monarquía. Así, los Habsburgo, conseguían utilizar estos avances de forma propagandística a la vez que controlaba la cesión de conocimientos vitales para que sus rivales y enemigos pudieran minar su poder. El estudio comparativo de la cartografía y su evolución puede ser muy útil para indagar en este tipo de procesos de adquisición y control de la información durante la modernidad.

 

 

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