Realizado en el siglo XV por los mejores iluminadores, el famoso manuscrito "Las muy ricas horas del duque de Berry", considerado la ‘Mona Lisa' del arte medieval, se expone por primera vez en dos décadas en el castillo de Chantilly. Con cerca de 150 piezas procedentes de todo el mundo, la exposición narra las etapas de la creación de esta obra maestra, cuya realización llevó un siglo entero. Este libro de oraciones y oficios, creado para Juan de Valois, duque de Berry y hermano de Carlos V, ha sido restaurado para la ocasión.
Para celebrar la restauración de esta obra maestra, que solo se ha mostrado al público en dos ocasiones desde finales del siglo XIX, esta exposición internacional ofrece a los visitantes una visión de cada etapa de la creación de este libro a lo largo de casi un siglo y explica por qué el manuscrito sigue siendo tan popular. Producida a lo largo del siglo XV, esta obra excepcional fue ilustrada por los hermanos Limbourg, distinguidos artistas afiliados a las cortes de Borgoña y Berry, cuya obra transformó profundamente el curso de la historia del arte. Compuesta por 121 miniaturas, cautiva la imaginación con sus representaciones de castillos históricos, escenas de los banquetes de los nobles, jornadas de caza y trabajos agrícolas estacionales que han moldeado nuestra percepción de la Edad Media.
La exposición se centra especialmente en la figura de Jean de Berry, su generoso mecenazgo y su gusto por los libros. Por primera vez desde la muerte del príncipe en 1416, todos sus libros de horas conocidos hasta la fecha se han reunido en un solo lugar. Manuscritos, esculturas, pinturas y valiosas obras de arte ofrecen una visión completa del contexto de la creación y difusión de la obra más ambiciosa del Duque.
Conocido por su nombre del siglo XV, Les Très Riches Heures du duc de Berry es un notable libro de oraciones creado alrededor de 1411 para Jean I, duque de Berry, hermano del rey Carlos V, por tres jóvenes y talentosos artistas de Nimega: los hermanos Limbourg, Paul, Jean y Herman. Sobrinos del pintor Jean Malouel (circa 1370-1415), trabajaron junto a los copistas e iluminadores más hábiles de su época. Tanto el mecenas como los pintores fallecieron en 1416, dejando el manuscrito inacabado. Posteriormente, varios iluminadores trabajaron en el manuscrito a lo largo del siglo XV, entre ellos Barthélemy d'Eyck, alrededor de 1440, para la Familia Real, y Jean Colombe, alrededor de 1485, para Carlos I de Saboya, quien lo heredó. Esta obra maestra, considerada hoy uno de los libros más notables de su época, conserva su unidad al tiempo que fusiona influencias flamencas, francesas, italianas, orientales y clásicas, que han sido gradualmente desveladas por especialistas en la materia.
Desde su adquisición por el duque de Aumale y el encargo de las primeras reproducciones de la obra, el libro ha alcanzado reconocimiento internacional como obra maestra del arte medieval. Continúa moldeando una visión idealizada y romántica de la Edad Media en el imaginario popular. Este devocionario contiene 206 hojas o folios, la mitad iluminados y la otra mitad con textos en latín, y un total de 131 ilustraciones. "En términos artísticos, su valor es incalculable. Es la Edad Media asomándose al Renacimiento", explica Mathieu Deldicque, director del Museo Condé.
El periplo del manuscrito está a la altura de su valor artístico: sobrevivió a la peste, que se llevó por delante al duque y a los hermanos Limbourg, a guerras y saqueos; pasó por manos del rey de Nápoles y de la casa de Saboya; permaneció oculto y olvidado en una biblioteca privada durante un siglo, y reapareció tras la Revolución Francesa. En 1856, el duque de Aumale lo incorporó a su colección en el castillo de Chantilly y lo convirtió en residente perpetuo, con un testamento que prohibía su venta, préstamo o traslado fuera de los muros del castillo, ni siquiera para exposiciones temporales.
Junto a la colección de arte que adorna sus salas y fastuosos pasillos, el Palacio de Chantilly, esconde una de las mayores colecciones de manuscritos y libros antiguos del mundo, más de 30.000, solo por detrás de la Biblioteca Nacional de Francia. Gracias precisamente a la colaboración de la BNF, gran parte de esta extensa biblioteca medieval también está expuesta.Completan la exposición una notable colección de más de cincuenta Libros de Horas, tanto manuscritos como ediciones impresas, que datan de finales del siglo XII al XIX. Estas obras, antaño olvidadas, ahora revelan la rica y fascinante historia de un preciado formato de libro, tan soñado como venerado.
Hasta el siglo XVI, el Libro de Horas fue la principal herramienta espiritual en la devoción privada. Adaptado del clero, se extendió primero a los círculos aristocráticos y principescos, antes de llegar a grupos sociales más amplios. Entregado como regalo de bodas, usado para enseñar a leer a los niños o para registrar eventos familiares, era un documento muy personal. Primero escrito a mano, luego impreso, se convirtió en el primer auténtico "best seller" de la historia del libro.
Símbolos de la tradición y testigos de revoluciones espirituales, artísticas y tecnológicas, los Libros de Horas se adaptaron gradualmente al mercado, pero se estandarizaron tras la Contrarreforma. Para innovar, algunos editores crearon versiones poéticas en verso, mientras que otros llegaron incluso a subvertir el género. Ecos de un pasado idealizado, los Libros de Horas volvieron a ponerse de moda en el siglo XIX. Inspiraron a artistas, editores y coleccionistas por igual. El duque de Aumale adoptó un enfoque académico para ofrecer una perspectiva histórica novedosa sobre la evolución del Libro de Horas, lo que lo convirtió en un verdadero pionero en este campo.
Fuentes: