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Nuevo "Catálogo bibliográfico de la colección de incunables de la Biblioteca Nacional", elaborado por Julián Martín Abad.

Marta Torres Santo Domingo 3 de Noviembre de 2010 a las 15:17 h

Foto del autor

 Foto del autor tomada del portal Egeria

Acaba de publicarse el Catálogo bibliográfico de la colección de incunables de la Biblioteca Nacional, elaborado por Julián Martín Abad que, en palabras de Francisco Rico (insólito título del prólogo, Peaje, por cierto) pudiera muy bien ser "un manifiesto de política cultural y poco menos que un panfleto de protesta". Ya me gustaría a mí que las bibliotecas españolas se manifestaran y protestaran de esta peculiar manera, y que lo hicieran además, con la misma pasión que Julián Martín Abad, con su "pasión por los libros, pasión por la literatura, por el conocimiento, por su oficio y por la misión de su oficio, por la cosas bien hechas, por los amigos...". [Seguir leyendo]

 

¿Qué significa este Catálogo, al que llamaremos ya, CIBN Madrid (2010)?. Empezando por lo más fácil, se trata de una obra que ofrece información de 2.297 ediciones y 3.158 ejemplares de impresos del siglo XV localizados en la Biblioteca Nacional. Hasta aquí, bien, pues cumple a la perfección lo que se espera de un Catálogo de estas características; pero esta información, que tan sencillita parece (identificar, describir, contar y sumar) nunca en la historia de la incunabulística española se había llevado a cabo, completa, en la Biblioteca Nacional. Por ello, y sólo por ello, este Catálogo forma parte ya de los monumenta res bibliographicae de este país (para los que Julián Martín Abad cada poco tiempo construye un "más difícil todavía").

 

Pero además, el CIBN Madrid (2010) se constituye, desde su nacimiento, en un modelo ideal, en el sentido de "arquetipo o punto de referencia para imitarlo o reproducirlo" o "en las obras de ingenio y en las acciones morales, ejemplar que por su perfección se debe seguir e imitar" (lo dice el DRAE). ¿Porqué?. No es fácil en un estudio apresurado de unos días analizar las posibilidades de un repertorio que en el futuro manejaremos, constantemente, todos aquellos interesados por los "chinchorreros y preciosos incunables" (hermoso recuerdo de Julián a Ángel María de Barcia).

 

En primer lugar, en relación con la identificación de ediciones y sus consiguientes referencias, ofrece una metodología clara y moderna, de acuerdo con la sensatez científica que impera ya en el mundo del incunabulismo en el que durante años se repetía por doquier una sopa de siglas y abreviaturas (H., Haeb., Cop., Goff, IGI, BMC, IBE, Pell., R., Pol. HCR., etc.) que pocas veces añadían sino que confundían (eso, en el mejor de los casos, que realmente hubieran sido consultados). El ISTC se ha consolidado, a fuerza de buen hacer, y su sólo número es suficiente para describir plenamente la edición (una vez identificada, cuidado, que ese y no otro es el esfuerzo fundamental del incunabulista). Además, ya lo dijimos aquí hace unos meses, su disponibilidad en red y su enlace con el GW y con diferentes ejemplares digitalizados le han convertido en el repertorio esencial (El control bibliográfico de los incunables: novedades en el GW y el ISTC). Las referencias del ISTC son completadas, como no podía dejar de hacerse, con el IBE y los catálogos de la BN (CIBN Madrid (año)).

 

En segundo lugar, el ejemplar concreto, el objeto histórico, alcanza una vida propia y, sin desligarse de la edición ideal, es sacado a la luz con su azarosa biografía singularizada en la que leeremos sus lacras, sus historias de uso y posesión, sus variantes, su encuadernación y, ¡por fin¡, con algo tan obvio como su localización, es decir, su signatura topográfica. Ya eso supone el principio de un sinfín de nuevas preguntas para contestar y nuevas investigaciones que llevar a cabo desde múltiples aspectos: las bibliotecas que hubo en este país, la actividad de algunos bibliófilos, los trasvases y permutas entre colecciones, porqué hay faltas que se repiten en diferentes ejemplares, etc. Mirando sus índices de antiguos poseedores, por ejemplo, ya tengo unas cuantas preguntas para que Julián me ayude a desbrozar historias y vicisitudes de incunables que hubo en mi Universidad y que, pasaron por manos diversas como las Fernando José de Velasco, Cerdá, o el marqués de la Romaña, hasta terminar descansando en la Biblioteca Nacional.

 

En tercer lugar, y casi debería haber empezado por ahí, Julián Martín Abad nos ofrece una Introducción densa y con mucho contenido, alguno absolutamente original, por lo que sólo con una lectura apresurada no somos capaces de intuir todas las puertas que se pueden abrir en el análisis de una colección de incunables. Por un lado está lo que, en principio, todos esperábamos, una historia de la colección, de los fondos que la integran (¡cuantos nombres hay que estudiar¡), de las distintas etapas históricas en las que se fue organizando la sección, traslados, etc. Por otro, Julián incluye la historia (si se puede llamar así) del incunabulismo de la Biblioteca Nacional y del incunabulismo español, con sus "euforias y desencantos", que es el que explica donde estamos ahora. Por último y, aquí está lo más original de la introducción desde mi punto de vista, Julián incluye una primera reconstrucción arqueológica de la historia de la colección a través de sus signaturas topográficas, lo que permitirá establecer una especie de ADN de cada ejemplar.

 

La obra se completa en su segundo volumen con nueve índices y algunas ilustraciones (empezar por el campanazo me parece un guiño genial). No lo he dicho pero la edición es magnífica. La Biblioteca Nacional se ha esmerado como no podía ser menos. La tipografía, el papel, la encuadernación, el tamaño, perfectos. Enhorabuena.

 

En fin, este Catálogo bibliográfico de la colección de incunables de la Biblioteca Nacional es, sin duda, una gran alegría en el panorama bibliográfico español y una obra imprescindible en nuestras vidas. Gracias, Julián.

 

Por cierto y para acabar, no nos puedes dejar ahora sin más. La bibliografía española ha dado algunos pasos de gigante en los últimos tiempos y muchos de ellos a ti debidos. Pero hay un casi-vacío imprescindible (bueno, alguno más) que hay que afrontar con rigor, seriedad y, sobre todo, con inmediatez. Haebler redivivo clama por su ausencia. Y para ti es la pregunta, Julián, ¿Cuándo en España tendremos el repertorio de los impresos españoles del siglo XV?. Te ruego respuesta. Un abrazo.

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Comentarios - 1

FRANCISCO GARCÍA JURADO

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FRANCISCO GARCÍA JURADO - 5-11-2010 - 17:12:55h

Isabel, he leído con mucho gusto e interés esta reseña. francisco garcía jurado


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