Una colección de grabados sobre naturalezas muertas, a través de la combinación de diferentes especímenes. Esta obra nos hace descubrir un fabuloso conjunto de dibujos anatómicos y pintorescos paisajes grabados sobre planchas de cobre. Todo un espectáculo visual que se debate entre lo artístico-fantástico y el naturalismo científico, obra de Frederik Ruysch (1638-1731). [Seguir leyendo]
Hombre de ciencias con dotes artísticas, se involucra desde muy temprano en encontrar una fórmula de preservar los órganos de la anatomía humana. En su calidad de coleccionista, reunió una de las muestras anatómicas más famosas de Europa, codiciada por los nobles y la burguesía de la época, que veían en esta especie de "curiosidades" un símbolo más para alimentar su estatus y nivel intelectual.
A comienzos del siglo XVIII se publica este "Museo de la anatomia", en forma de catálogo ilustrado bajo el titulo Frederici Ruyschii ... Thesaurus anatomicus primus [-decimus], con asombrosas imágenes representando raros especímenes, que aseguro no dejarán indiferentes. Sin duda, un flujo inexorable de paranoia e inteligencia que trataremos de descifrar.
Frederik Ruysch nació el 23 de marzo de 1638 en La Haya, en el seno de una familia de juristas y funcionarios del gobierno. Tras comenzar sus estudios de Farmacia, se decanta por la Anatomía en la Universidad de Leyden, especializándose en el sistema linfático, tema de doctorado que le proporcionó diferentes cargos. De su curiosidad por la anatomía proceden las cerca de 2.000 preparaciones anatómicas que recopila, entre los años 1665 y 1717, con el objeto de arrojar más luz a sus investigaciones y servir de apoyo a la docencia. Se trata del Museo de la Anatomía, que se ubicó en un primer momento en su casa de Amsterdan hasta su traslado definitivo a San Petesburgo, al ser vendido al Zar Pedro I el Grande. Casi toda la colección pasó a integrarse en el Kunstkammer o "Gabinete de Curiosidades", precursores de los museos actuales, que fueron el lugar elegido por los grandes monarcas para albergar los objetos exóticos traídos de todo el mundo por los exploradores.
De su faceta como ilustrador destacaremos las muestras anatómicas conservadas en frascos, las malformaciones de fetos o monstruosidades, para finalizar con los dioramas o maquetas, reproducidas en tres grabados por Cornelius Huyberts, que evocan una imaginación ligeramente morbosa.
Las disecciones de cuerpos de embriones y fetos se conservan en grandes frascos de alcohol, inyectando cera roja y blanca en venas y arterias para demostrar cómo la sangre regaba los tejidos. Todo esto lo realiza con tal habilidad que parece devolverles la vida. Debido a que la tasa de mortalidad infantil era muy elevada, recurre a menudo a utilizar los cadáveres de neonatos a los que adorna con accesorios de encajes y damasco, esenciales en esta época para enterrar a los niños.
Una incursión en lo más profundo de lo grotesco lo constituyen sus dioramas. Se trata de escenas a base de esqueletos de recién nacidos y otras partes embalsamadas del cuerpo, al modo de una composición paisajística. Y es que hay algo hipnótico en este espectáculo de cadáveres, donde los cálculos biliares, riñones y vías urinarias reemplazan a bloques de piedra; y donde esqueletos de fetos se instalan en un bosque repleto de arterias rígidas y deshidratadas, de senos y nervios. Una visión del Monte Parnaso, refugio de dioses, poetas y filósofos que data de finales del Renacimiento, donde la montaña simboliza el cenotafio o tumba vacía. La armonía que crea en estos juegos visuales es, además, otra cualidad distintiva.
Estas composiciones revelan sin duda una intención humorística e inquietante, con un tono incluso burlón perfectamente compatible con su aspecto moralizante, ya que constituían una especie de "memento mori", aludiendo a nuestra condición de mortales, y fugacidad de la vida. Científico o artista, Ruysch consiguió desfigurar el paisaje y trastocar el mundo natural, mostrándonos una fealdad tan uniforme que encaja como "verdad".
Frederick Ruysch pasará por una mente extraña, "desvarío de un visionario" en no importa qué sociedad, pero sus preocupaciones debieron parecer más naturales en la Holanda barroca que en el mundo de hoy, que recuerda al malvado de un thriller de Thomas Harris. En cualquier caso, contribuyó a descifrar los misterios del cuerpo humano bajo la piel y los músculos, un eslabón más en esta plataforma de conocimiento anatómico. Esperamos que despierte vuestra curiosidad, tanto como a nuestros ilustres poseedores que antaño integraron esta colección en sus bibliotecas particulares. Entre otros, destacar a los doctores Franz Wilhelm Kaihlen, Don Francisco Guerra y el Duque de Medinaceli y Santisteban.
Bibliografia:
Rifkin, Benjamin A., Ackerman, Michael J. L'Anatomie humaine (cinq siècle de sciences et d'art). Editions de La Martinière, 2006