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Exposición "Una imagen para la memoria: la "Carte de Visite". Tarjetas de visita de la colección de Pedro Antonio de Alarcón", en la Fundación Lázaro Galdiano (Madrid)

Aurora Díez Baños 9 de Agosto de 2011 a las 09:24 h

Tarjeta de visita de Amadeo I, rey de España

Tarjeta de visita de Amadeo I, rey de España

La exposición Una Imagen para la Memoria reúne 120 fotografías (cartes de visite) y tres álbumes del siglo XIX que sirvieron para guardarlas o mostrarlas. Tanto las imágenes como los álbumes pertenecían al escritor y conocido novelista Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891). En la muestra se incluyen otras fotografías y publicaciones del siglo XIX en las que aparecían efigies de personajes notables con el mismo objetivo: mostrar una imagen, la que el retratado había elegido de forma meditada para que se difundiera y así se le recordase. [Seguir leyendo]

 

La fotografía se desarrolló cuando se generalizó el uso del papel albuminado como soporte y, sobre todo, cuando André Alphonse Disdéri patentó, en 1854, una nueva forma de presentación, que tenía un claro objetivo comercial. Inventó una cámara con múltiples objetivos con la que obtenía, en una única sesión fotográfica y a partir un solo negativo, varias impresiones fotográficas que se montaban sobre un cartón del tamaño de una tarjeta de visita. Este formato de carte de visite dio lugar a una tipología variada y permitió la confección de álbumes en los que se conserva la memoria colectiva de personajes, lugares, monumentos y hechos del siglo XIX. De este modo, se formaron álbumes de familia, de celebridades o de viajes, entre otros temas, y surgió una nueva moda: coleccionar e intercambiar estas imágenes que se mostraban en reuniones sociales y familiares. El retrato fue el género que gozó de mayor aprecio.

 

Pedro Antonio de Alarcón reunió sus cartes de visite en álbumes que, sobre todo, son los álbumes de su memoria pues en ellos se hallan sus amigos y aquellas personas que tuvieron un significado especial en su trayectoria profesional y personal, y otras que se encontró en sus viajes artísticos y poéticos, con escaso equipaje, o en la guerra de África, donde fue testigo y sentó plaza de soldado. 

 

La muestra constituye, además, una galería de personajes ilustres del siglo XIX: Pío IX, Napoleón III, Amadeo I de Saboya, Juan Prim, la duquesa de Alba, el duque de Rivas, Francisco Asenjo Barbieri, Emilio Castelar, Carolina Coronado, Adelardo López de Ayala, Gaspar Núñez de Arce, Leopoldo O'Donnell, Joaquín Francisco Pacheco, Nicomedes Pastor Díaz, Julián Romea, Antonio Ros de Olano, Antonio María Segovia Izquierdo y Ventura de la Vega, entre otros. De todos ellos tenemos la imagen fiel de la fotografía, la imagen que el retratado había elegido de forma meditada para que se difundiera y que así se le recordase.

 

Fotógrafos

En la colección de cartes de visite de Pedro Antonio de Alarcón que custodia la Fundación Lázaro Galdiano están representados gran parte de los mejores fotógrafos del siglo XIX. Sin duda se debe a los personajes retratados -nobles, aristócratas, intelectuales, políticos, artistas, literatos- y al interés del escritor por la imagen, como acreditó en todas sus actividades. 

 

De los setenta fotógrafos de la colección, treinta tuvieron estudios abiertos en Francia, Italia, Austria, Estados Unidos, México y Reino Unido, y el resto, incluido un nutrido grupo de transeúntes llegados desde el extranjero, residieron en España. Esta diversidad es precisamente una de sus características, y otra no menos importante es la cantidad de retratistas de monarcas, príncipes, emperadores o mandatarios, como justifican los elegantes escudos de los dorsos.

 

El elenco de fotógrafos extranjeros es extraordinario, con el gran Disdéri a la cabeza. Además destacan otros nombres como Nadar, Ken, Le Gray, Altobelli y Molins, Bassano, Bernoud o Mayer & Pierson, cuyos retratos son considerados los más elegantes de la fotografía decimonónica.

 

Los autores españoles, o afincados en España, de la colección son los de máximo prestigio. Algunos de ellos, como Godínez, Cosmes de Cossío, el conde de Lipa o el conde de Vernay dejaron excelentes muestras de sus trabajos en varias ciudades. Sin embargo, los fotógrafos con más obras son los retratistas que tenían gabinete en Madrid, las figuras relevantes en la historia de la fotografía española de la época: José Martínez Sánchez, Jean Laurent, Ángel Alonso Martínez, Martínez de Hebert y Eusebio Juliá.

 

Pedro Antonio de Alarcón

Alarcón nació en Guadix, Granada, el 10 de marzo de 1833 y murió en Madrid el 19 de julio de 1891. Su biografía y sus creaciones literarias, desde El escándalo o El niño de la bola hasta El sombrero de tres picos, pasando por otras que alcanzaron un notable éxito editorial cuando vieron la luz como Diario de un testigo de la guerra de África o De Madrid a Nápoles, hoy son poco conocidas a pesar de ser uno de los más notables autores del siglo XIX, que destaca especialmente por su habilidad como narrador. Aunque cabe recordar el cambio radical en su trayectoria personal y como escritor, desde una primera etapa, en la que manifestó sus ideas anticlericales y antimonárquicas en la prensa, hasta la segunda, cuando adoptó una postura católica y conservadora, ahora sólo destacaremos algunos episodios puntuales de su «itinerario» que quedan especialmente reflejados en sus álbumes de fotografías, pues ahí están los protagonistas.

 

Alarcón perteneció a la Cuerda Granadina, una asociación literaria y artística, y guardaba las fotografías de los integrantes de la misma. Después formó parte de la Colonia Granadina, cuando se estableció en Madrid, y también vemos en la colección de cartes de visite a buena parte de sus componentes. Incluso está la de José Heriberto García de Quevedo, con quien se retó en duelo; un suceso que influiría decisivamente en su cambio ideológico y en su trayectoria personal. Como recuerdo de su paso por la guerra de África atesoraba las imágenes de todos los jefes militares que estuvieron al frente del ejército español. Y, finalmente, conservó las de los artistas y escritores españoles que encontró durante su viaje por Italia cuando escribió su obra De Madrid a Nápoles; incluso la de Pío IX, que le recibió en audiencia, o la de Rossini, a quien conoció en París. 

 

A veces por azar y en otras de forma meditada se encontró con sus amigos en más de una ocasión y en lugares muy distantes. Al contemplar los álbumes los tenía siempre a la vista, aunque también se hallaría con otros con los que, tal vez porque con el paso del tiempo su amistad se trocó en despego, no se volvería a encontrar en el camino de la vida.

 

La exposición se podrá visitar hasta el próximo 26 de septiembre en la sede de la Fundación Lázaro Galdiano. C/Serrano, 122 de Madrid. Comisarios: Juan Antonio Yeves Andrés y Juan Miguel Sánchez Vigil

Más información

 

Fuente: Fundación Lázaro Galdiano

 

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