La reciente publicación de Arganda del Rey, cuna de Miguel de Cervantes, de José Barros Campos, monografía que puede ser consultada en la Biblioteca Histórica, colección de referencia (con la signatura BH R929CER), gracias al donativo realizado a la biblioteca por el propio autor, arroja nuevas luces sobre uno de los datos todavía no totalmente esclarecidos, a juicio de Barros Campos, cual es el nacimiento del padre de la novela moderna. [Seguir leyendo]
Si desde el siglo XVIII se venía aceptando casi con total unanimidad el nacimiento de Cervantes en Alcalá de Henares, Barros Campos se propone desmontar documentalmente esta teoría y ofrecer la suya propia, según la cual Miguel de Cervantes habría nacido en Arganda del Rey, lugar de procedencia de su familia materna, y del que saldría su madre, Leonor de Cortinas, para contraer matrimonio con su padre sin el consentimiento familiar.
La aceptación general por parte de los eruditos del siglo XVIII de la villa de Alcalá como probable lugar de nacimiento del creador del Quijote, deriva, a juicio de Barros Campos, de un desconocimiento del alcance e importancia de Alcalá de Henares en el siglo XVI, que nada tenía que ver con su reducción a la simple villa que conocieron las gentes del siglo de la Ilustración.
En el año del nacimiento de Miguel de Cervantes, 1547, Arganda del Rey todavía forma parte de la "Unidad de Villa y Tierra" que constituye el territorio alcalaíno, en el que, hasta fines del siglo XVI, se incluyen la villa de Alcalá y otras más de veinte aldeas de su jurisdicción. No será hasta el año 1581 cuando la aldea de Arganda del Rey adquiera la categoría de villa independiente.
Por tanto, a juicio de Barros Campos, los eruditos del siglo XVIII hacen una interpretación errónea acerca del lugar de nacimiento de Cervantes, cuando al leer en los documentos oficiales que el gran genio de las letras era de Alcalá de Henares, equiparan la villa de Alcalá por ellos conocida en el siglo XVIII con la villa de Alcalá de mediados del siglo XVI, "cabeza rectora de un extenso alfoz que se extendía desde los límites con Talamanca, Guadalajara y Mondéjar hasta Perales y Arganda", según nos recuerda el autor del texto que nos ocupa.
Para reforzar la teoría del nacimiento de Cervantes en Alcalá se suele recordar también la ruptura total de la madre de Cervantes, natural de Arganda, con su familia, los Cortina. Este es otro de los argumentos que se esfuerza nuestro autor en desmontar. La amplia monografía objeto de este comentario se estructura en diferentes partes, todas ellas elaboradas a partir de la consulta y análisis de gran número de documentos y estudios sobre el autor y la época y de la propia obra cervantina. En el primer apartado, recontruye la historia de Arganda, desde sus inicios como aldea hasta su independencia como villa. En posteriores apartados se profundiza en la vida del escritor y de sus familiares. Un último e interesante apartado se dedica a rastrear la presencia de Arganda del Rey en la obra de Cervantes. A juicio de Barros Campos, si bien Cervantes no menciona nunca directamente la villa de Arganda, su recuerdo se puede detectar en diversas menciones alusivas a su lugar de nacimiento.
En primer lugar, se refiere el autor a las menciones que hace a Argos y a Urganda. Recuerda Barros Campos cómo a los argandeños les gustaba relacionar el origen de la creación de Arganda con Argos, el dios griego de los cien ojos. Y cómo el propio Sebastián de Covarrubias, en su Tesoro de la Lengua Castellana o Española señala el posible origen griego de Arganda, a la que habrían denominado Argos. Otros autores secundaron esta idea de Covarrubias, tal es el caso de Alderete, Tamayo y Vargas, Jerónimo de Quintana, Portilla y Garibay. Del mismo modo, Cervantes, en diferentes ocasiones, menciona a Argos, como podemos apreciar en la enumeración de citas que aparecen en la página 453.
La relación de Uriaganda o Uriganda con Arganda la establecen historiadores como Beroso, Lucio Flavio Dextro, o el obispo de Segorbe don Juan Bautista Pérez, en la creencia de que Arganda habría sido fundada por los celtíberos con ese nombre. Cervantes alude en diversas ocasiones a Urganda, inspirándose en uno de los personajes que aparecen en Amadís de Gaula, el de la maga "Urganda la Desconocida". Estas menciones a Argos y Urganda, que al autor de esta obra le parecen señales claras de la alusión a su lugar de nacimiento y reflejan su amor por él, se completan con descripciones de paisajes, lugares o rememoración de episodios o frases que, una vez más, son para Barros Campos signo inequívoco de la presencia de Arganda en el pensamiento y sentir de Cervantes. Así, por ejemplo, relaciona la "Ínsula Barataria" y el nombramiento de Sancho como perpetuo gobernador de la misma con la dehesa creada por el Jarama en su orilla argandeña conocida como "La Isla", que el Duque de Lerma compró, junto con el resto de la villa de Arganda.
No sabemos qué opinarían acerca de esta nueva propuesta estudiosos de Cervantes, como Jean Canavaggio, Juan Bautista Avalle-Arce o Antonio Rey Hazas. Lo que podemos aventurarnos a afirmar es que, si bien el lugar de nacimiento de Cervantes, sea Alcalá de Henares, Arganda o cualquiera de los otros lugares que los cervantistas han ido proponiendo, no influye de manera determinante en la genialidad del escritor y su obra, la formulación de una nueva teoría en torno a esta cuestión puede contribuir a reavivar el diálogo crítico en el ámbito de los estudios cervantinos, al tiempo que nos invita a recorrer de nuevo las páginas del universo creador de uno de los mayores escritores de todos los tiempos.
Los meses de verano pueden ser una excelente ocasión para leer o releer algunas de las obras de Cervantes, cuya representación en las bibliotecas complutenses es amplia y ofrece una diversidad de ediciones, antiguas y modernas, en diferentes idiomas y soportes, apropiadas para los diferentes tipos de de público (desde el simple lector aficionado a la buena literatura al erudito y especialista en la obra cervantina). De las 859 entradas que actualmente registra nuestro catálogo Cisne bajo el nombre de Cervantes Saavedra, noventa y cuatro de ellas se refieren a obras pertenecientes a la Biblioteca Histórica, ediciones de gran valor por sus particulares características tipográficas.
Entre las obras más interesantes pertenecientes al fondo de esta biblioteca, se encuentra un ejemplar de la primera parte del Quijote que, junto con la segunda impresa por Roque Rico de Miranda, también en la Biblioteca Histórica (BH FOA 5813), constituye la primera edición española ilustrada de la gran obra de Cervantes. Se trata de la edición salida de la imprenta de Andrés García de la Iglesia (BH FLL Res.520).
También destaca la edición de 1780 en 4 tomos salida de las prensas de Joaquín Ibarra, con grabados de Manuel Salvador Carmona y Antonio Carnicero, entre otros (BH FLL Res.1218 - BH FLL Res.1221).
De especial valor resulta la bella edición del Quijote en 5 volúmenes de Gabriel de Sancha (1797-1798), con comentarios de Juan Antonio Pellicer (BH FLL 28973-BH FLL 28977).
Otra de las ediciones destacables es la reproducción facsímil en 4 volúmenes de la impresa por Juan de la Cuesta (1605-1615), con más de 1600 notas realizadas por Juan Eugenio Hartzenbush a la primera edición. Incluye láminas con las reproducciones de ilustraciones de las mejores ediciones del Quijote. Se conservan en la Biblioteca Histórica 2 volúmenes con las signaturas BH FLL 28920 (vol. 1) y BH FLL 28921 (vol. 2)
En la edición de R. L. Cabrera de 1905-1908 (con 4 volúmenes de texto y 4 de láminas), destacan las láminas con ilustraciones de, entre otros, José Moreno Carbonero y Joaquín Sorolla (BH FOA 6000-BH FOA 6007)
En ocasiones, los ejemplares conservados, además de su valor tipográfico, tienen el valor añadido de sus antiguos poseedores. Así, el ejemplar conservado de la segunda parte del Quijote, impreso en 1723 a cargo de la Hermandad de San Jerónimo (BH FG 1795-BH FG 1796); el editado por Montaner y Simón en 2 volúmenes en 1897 (BH FG 1791-BH FG 1792); la edición de las Novelas Ejemplares editada en La Haya en 1739 (BH FG 1803); y el ejemplar de Los trabajos de Persiles y Sigismunda en la edición de Pedro José Alonso y Padilla de 1728 (BH FG 1799), que pertenecieron al profesor y bibliófilo don Francisco Guerra.
Podemos destacar también el tomo cuarto del Quijote impreso en Amsterdam por Arkstée & Merkus en 1755 (BH FLL 29371) y que perteneció al profesor don Eduardo Pérez de la Donosa, junto con los más de cien libros donados por su testamentaria a la Complutense en 1906.
Otros ejemplares del Quijote, como los tomos 4 y 5 de la parte segunda, en la edición de Juan Sommer (Leipzig, 1802 y 1807), proceden de la biblioteca de Francisco de Asís Pacheco y se pueden localizar en la Biblioteca Histórica con las signaturas BH FLL 36794 y BH FLL 36795.
También cabe destacar aquí el ejemplar de La Galatea, de la edición impresa junto con el Viaje del Parnaso por Juan de Zúñiga en 1736 (BH FLL Res.519). Este ejemplar perteneció a la Condesa de Campo Alange.
Otro ejemplar, de la edición de 1797 de las Novelas Ejemplares por Salvador Faulí, perteneció a Juan Manuel Montalbán (BH FLL 36440).
Los ejemplares conservados en la biblioteca de Los seis libros de la Galatea, obra editada en dos tomos por Antonio de Sancha en 1784 (BH FLL 29229 y BH FLL 29230), pertenecieron a don Juan Francisco Camacho, cuya donación de libros de fondo antiguo fue una de las más importantes que recibió la Universidad Central. Para conocer más detalles de esta donación, podemos consultar el documento de trabajo "El fondo antiguo en la biblioteca de Juan Francisco Camacho", de Noelia Lozano Peña, accesible desde Eprints Complutense.
De entre los fondos procedentes del Colegio Mayor de San Ildefonso (Alcalá de Henares), podemos destacar un Quijote editado en Londres por J. y R. Tonson (BH FLL 28927 - BH FLL 28930); otro de la edición de Joaquín Ibarra de 1780 (BH FLL Res.1218-BH FLL Res.1221); y el de Gabriel de Sancha (BH FLL 28973-BH FLL 28977 ) de 1797-1798.