Hace unas semanas presenté una comunicación en las Jornadas de Trabajo de la Asociación Española de Bibliografía, que se celebraron  en la Sala de Conferencias de la Biblioteca Nacional los días 10 y 11 de noviembre de 2011. En ellas hablé sobre un editor de la época isabelina, Francisco de Paula Mellado, que fue un gran difusor de la lectura entre las clases medias y es el impresor al que estoy dedicando mi tesis. [Seguir leyendo]

Nació alrededor de 1810 en Granada y falleció en Bayona en 1876, pero su labor editorial se desarrolló principalmente en Madrid. Comenzó a trabajar en los años 30, y su trayectoria como impresor y empresario acabó con la quiebra de sus negocios a finales de los 60 debido a la crisis económica de esos años marcados por el destierro de Isabel II. Durante el tiempo que duró su vida laboral su imprenta llegó a ser una de las más grandes de Madrid, haciendo numerosos negocios en Ultramar y otros países europeos, y en ella basó el resto de sus iniciativas empresariales: el Banco Industrial y Mercantil, cajas de seguros, negocios inmobiliarios, etc. Este aspecto, junto a otras actividades, dan a su figura una dimensión nueva en esos años de cambio en los que se desarrolló la configuración y deslinde de la figura del editor moderno tal y como la conocemos actualmente.

Poco sabemos de su vida. Cuñado de  Modesto Lafuente fue el editor del famoso periódico Fray Gerundio, y  estuvo totalmente integrado en esa bohemia intelectual de los años 30 del siglo XIX. Comenzó como traductor y trabajó como redactor, taquígrafo y escritor, siendo sus obras Guía del viajero en España y España y Geográfica, histórica, estadística y pintoresca: descripcion de los pueblos mas notables del reino é islas adyacentes muy vendidas en la época. Pero su gran logro como impresor fue la creación de un gabinete de lectura y de una gran imprenta que fue descrita por Madoz en su Diccionario Geográfico-Histórico. Fue ampliándola con el paso de los años, basándose en la venta por suscripción, en su actividad de promoción de sus obras, en su trabajo personal, llegando a alcanzar cargos de responsabilidad y a ser una figura conocida de la época. A modo de ejemplo, le fue concedida  la Cruz supernumeraria de Carlos III en 1846, años antes de adquirir una nueva sede en París, la antigua Librería de Morizot, que quiso convertir en un emblema de su actividad empresarial basada siempre en el negocio editorial.

Son numerosos los periódicos que publicó en esos treinta años de actividad, al menos cuarenta títulos, entre los que destaca la revista ilustrada El Museo de las familias, así como las colecciones o "Bibliotecas" que preconizaban las colecciones actuales de las editoriales de hoy en día. Destacan como las más conocidas la Biblioteca Popular Económica y la Biblioteca Española.

Mellado se arruinó a finales de los años 60, pero su papel como promotor de la lectura en las clases medias es innegable gracias a que supo utilizar ese sistema de suscripciones típico del siglo, y a su inteligente manejo de las herramientas promocionales de la época como herramientas indispensables que sustentaron su actividad. Es una figura interesante que merece la pena conocer.