Queremos contaros la historia de un antiguo compañero que, siendo portero, realizó una labor muy importante durante la guerra civil española para beneficio de esta Institución y en concreto para la biblioteca dónde nosotros trabajamos. Luis Angel López Castro, que había nacido en Talavera de la Reina, provincia de Toledo, el 21 de junio de 1899, fue un portero de tercera categoría de esta Universidad y estuvo destinado en la Facultad de Filosofía y Letras desde 1927 hasta 1939. Su paso por allí tuvo gran importancia debido a la labor de salvamento de los libros que se utilizaron como parapetos en los ventanales de dicha Facultad. Nos pareció que merecía la pena rescatarle del olvido en el que el tiempo le había hecho desaparecer y como compañeros de categoría era un honor investigar sobre su figura y dedicarle un merecido homenaje. [Seguir leyendo]
El día 6 de noviembre de 1936 las tropas franquistas llegaron a las puertas de la capital para iniciar la ofensiva que recorrería el oeste de la capital con la Casa de Campo como epicentro y teniendo cómo objetivo el asalto a la capital. Se consiguió neutralizar cualquier avance con los milicianos madrileños, las Brigadas Internacionales XI y XII, las cuales desde el día 8 de noviembre establecen su cuartel general en la Facultad de Filosofía y Letras, y los anarquistas.
Los libros debían ser rescatados de las barricadas y ventanales de la que fue, meses atrás, flamante Facultad de Filosofía y Letras. Ante la precipitación de los hechos, el ejercito sublevado pretendía conquistar Madrid por la Ciudad Universitaria, a pesar de la constante reclamación de sacos terreros, la única forma de parapetarse precipitadamente que encontraron fue apilar los libros que, recién llegados, lucían en la biblioteca de dicha Facultad.
Después de elaborar un plan de rescate se decidió que fuera alguien que conociera los libros, para así poder salvar los mejores. Angel había cambiado varias veces los libros de sitio según los criterios de ordenación que, en aquéllos años, le iban ordenando los nuevos facultativos inmersos en un mundo cambiante.
El personal de la biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras, durante aquellos años bien estaba fuera de Madrid o repartido entre otros centros de trabajo, cómo la Biblioteca Nacional, la Biblioteca de Derecho, Cultura Popular, dónde prestó sus servicios Angel López durante toda la guerra, llegando a ser su responsable.
Cuando se lo propusieron a Ángel López no tuvo ninguna duda en meterse el primero sorteando las balas. Había padecido mucho pensando en los destrozos que estarían sufriendo los libros en aquellas condiciones y su amor por ellos superaba al miedo a los proyectiles. Un poema de Bonifacio Chamorro, amigo personal de Ángel López y facultativo de la UCM, escrito en esas fechas (marzo de 1937), y que lleva por título Romance de la guerra a un libro precioso, recrea aquella situación:
...Llámase feroz al Tiempo
porque todo lo hace añicos
y más que el tiempo feroces
resultan los hombres mismos,
pues lo que aquel respetara
desprecio de ellos ha sido.
Si tú no los ofendías, pobre libro
Adormecido en tu tabla,
Igual que en su cuna un niño
¿porqué así tan ultrajado,
tan roto y sucio te miro?
Pero, al fin, puedo mirarte;
Algo queda de ti vivo,
No todos los hombres ceden
A tan funestos designios;
aun los hay que sobreponen
su ideal a sus instintos;
que desafían gozosos
por el Arte los peligros,
y en su salvamento echan
la propia vida en peligro...
Al observar la foto aparecida en la revista Estampa en la que vemos a Angel Lopez se puede apreciar su cautela en la doblada postura pues había que esquivar las balas, pero mantenía también se aprecia cierta sonrisa complaciente, llevaba un libro en cada mano.
El Seco, llamado así entre familiares y amigos, había llegado a trabajar en aquélla biblioteca después de una trayectoria que empezó cómo telegrafista, ingresó en el regimiento 1º de telégrafos el 14 de Febrero de 1920, el primero que mandó un telegrama, según sus hijos Pilar y Luis, cómo tal participó en la guerra de Africa, donde aprendió a hablar en francés y tuvo un recorrido por distintas instituciones hasta llegar al colegio de San Isidro donde se familiarizó con el fondo antiguo más importante de España, después de la Biblioteca Nacional.
La Facultad de Filosofía y Letras era heredera de los Reales Estudios de San Isidro, creados por Carlos III tras la expulsión de los jesuitas y la transformación del Colegio Imperial, que había sido creado a principios del siglo XVII para la educación de los nobles de la corte madrileña, dónde no hubo Universidad hasta el siglo XIX, siendo uno de los núcleos científicos más notables de la España de su tiempo. A los cuantiosos tesoros bibliográficos antiguos, la universidad había ido incorporando nuevas colecciones durante los siglos XIX y primer tercio del XX, alcanzando los 143.653 libros en diciembre de 1935.
Cuando se termina la construcción del edificio de la Facultad de Filosofía y Letras se decide que ese valioso fondo debe trasladarse allí porque reúne condiciones mucho mejores que el antiguo edificio de la calle Toledo. Nuestro compañero participa como personal subalterno en ese traslado y va a trabajar en el nuevo edificio como portero de 3ª.
La guerra alteraría su vida igual que lo hizo con millones de españoles. Pertenece al Frente Popular y comienza a colaborar con Cultura Popular, de dónde llegó a ser presidente, cómo no, otra vez rodeado de libros, su pasión, pero esta vez con distintos lectores: combatientes, heridos y niños.
La actividad de Cultura Popular durante la guerra fue incesante, creando un número muy elevado de bibliotecas y realizando más de 150.000 envíos de fondos bibliográficos a hospitales, cuarteles, sanatorios y otros. Su actividad se extendía a todos los frentes de España, además editaba el Boletín Cultura Popular, en el que exponía las actividades llevadas a cabo. Cultura Popular se enmarca dentro de la actividad bibliotecaria paralela a la emanada de la Administración Republicana. Nació como una Federación de todas las Asociaciones Culturales creadas, a instancia de organizaciones obreras, sindicatos, asociaciones culturales y otras y fue una organización surgida tras las elecciones de 1936, que dieron la victoria al Frente Popular. La sección de bibliotecas estuvo bajo la dirección de la activista y bibliotecaria Teresa de Andrés y contó con la colaboración de otros destacados bibliotecarios como Juan Vicens de la Llave. Cuando éstos se trasladan a Valencia es cuando nuestro protagonista asume la presidencia de dicha organización, con sede en la calle Sacramento, 1, en el palacio de Revillagigedo incautado por la República.
Lo único que se sabía de él una vez acabado el conflicto fue que Angel López Castro fue fusilado en las tapias del cementerio del Este el 16 de Octubre de 1940 (Mirta Núñez y Antonio Rojas, Consejo de guerra. Los fusilamientos en el Madrid de la posguerra (1939-1945), Madrid, Editorial Compañía literaria, 1997). Ahí parecía acabar la historia de nuestro personaje pero hubo un descubrimiento fortuito en esta investigación que fue encontrar el nombre de su viuda. A partir de ahí se pudo localizar a uno de sus hijos, Luis, y fue una grata sorpresa descubrir que su padre no fue fusilado, se escondió tras una puerta cuando fueron a detenerle sabiendo que su destino sería fatal irremisiblemente y vivió hasta el año 1976. Al que habían fusilado era un anarquista que trabajó en el Ateneo de Vallecas, natural de Almodóvar, provincia de Ciudad Real y que se llamaba Angel López Castro; nuestro compañero era Luis Angel López Castro.
Ángel López con su nieto Emilio |
El resto de su historia fue narrada por dos de sus hijos, Luis con su esposa Lola y Pilar con los que hubo una emocionante reunión y a la que asistieron también su nieta, Lola, acompañada de su marido. En una segunda reunión también conocimos a su nieto, Emilio, acompañado de su esposa.
Ellos nos contaron que el resto de su vida Ángel lo pasó vendiendo fruta. Había que sacar adelante una familia con cuatro hijos y cubrirse con una capa de opacidad de la que dependía su vida. No abandonó nunca sus labores intelectuales, como alfabetizar a amigos que acudían a su casa, mantener contacto con sus camaradas clandestinos o ayudar al partido en la medida que su escueta economía pudiera permitirle.
Su familia no sabía apenas nada de su paso por la Facultad de Filosofía. Y menos de la importancia que tuvo en el salvamento de algunos de los magníficos ejemplares que hoy se encuentran en nuestra Biblioteca. Sólo ante la insistencia de su hija, Pilar, preguntándole cual había sido su papel en la guerra la respondió que era en la hemeroteca dónde podría encontrar algo sobre él. Efectivamente, Angel era el protagonista de un artículo en la revista Estampa (anteriormente mencionado), nº 478, año 1937 ilustrada con unas fotos en las que se le puede ver. También en Mundo Gráfico, del año 1936, es entrevistado como presidente de Cultura Popular.
Al investigar y relatar esta historia se trata de recuperar la figura de Luis Angel López Castro porque era compañero de categoría de quien suscribe y porque hubo muchos héroes anónimos que hicieron grandes hazañas durante la guerra civil que con el paso del tiempo y del olvido estaban catapultados en el anonimato. Gracias, Angel. ¡Salud compañero!
Nunca se podría terminar este artículo "in memoriam" sin agradecer a la familia López sus informaciones con las que se ha podido dar un vuelco a la historia de Angel. Hoy están un poco más orgullosos de su padre, si cabe.
Asimismo no podemos dejar de agradecer a, nuestra directora, Marta Torres que desde su tesis nos dio a conocer esta figura y nos facilitó parte de la documentación necesaria para realizar este trabajo que hemos realizado con gran entusiasmo y satisfacción. A Santiago López Ríos, de la Facultad de Filología e Isabel Palomares del archivo BUC por su ayuda inestimable. Por su gran apoyo a Lorenzo e Isabel, amigos y compañeros.
Bibliografía:
- Calvo, Blanca y Salaverría, Ramón (coordinadores). Biblioteca en Guerra, Madrid, Biblioteca Nacional, 2005.
- Galerón Egaña, A. "Cultura Popular al servicio del pueblo español", en MUNDO GRÁFICO, nº 1312, 23/12/1936.
- López Ríos, Santiago y González Cárceles, Juan Antonio (coordinadores) La Facultad de Filosofía y Letras de Madrid durante la Segunda República, Arquitectura y Universidad durante los años 30, coordinación. Madrid, Ayuntamiento, etc., 2008
- Núñez, Mirta y Rojas, Antonio. Consejo de guerra. Los fusilamientos en el Madrid de la posguerra (1939-1945), Madrid, Editorial Compañía literaria, 1997
- Ontañón, Eduardo de. "El portero bibliotecario o "Cultura Popular" salva de las balas la 2ª biblioteca de España", en: ESTAMPA, nº 478, 20/03/1937.
- San Segundo Manuel, Rosa. "La actividad bibliotecaria durante la 2ª República Española", en Cuadernos de documentación multimedia, 10 (2000), págs. 515-524.
- Torres Santo Domingo, Marta. La biblioteca de la Universidad de Madrid durante la Segunda República y la Guerra Civil. Madrid, Editorial Complutense, 2013.
- Vicens de la Llave, Juan, [Dossier sobre Cultura Popular], en Educación y Biblioteca.