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Bernard Palissy, (1510-1589): célebre alfarero, precursor de la Química moderna y genial divulgador de la Historia natural (2º Parte)

Alberto Morcillo Ortega 15 de Noviembre de 2013 a las 17:10 h

Como señalábamos en un anterior post [Leer] Bernard Palissy encarna en Francia el modelo del genio universal del Renacimiento. Lejos de ser un sencillo alfarero, un ingenuo artesano, ha sido colocado entre las grandes figuras científicas del Renacimiento, tanto por sus razonamientos como por la importancia que siempre concedió a la experiencia y a la inducción. Naturalista auténtico, a fuerza de estudiar la naturaleza en solitario, tuvo la revelación de algunos de sus secretos. Las tres aportaciones científicas más importantes de Palissy fueron: el origen de las fuentes, el de los fósiles y sus ideas sobre los cristales.

 

En su tratado acerca de La naturaleza de las aguas y de las fuentes da idea de la conducción de las aguas de un punto a otro por medio de acueductos y tuberías. La naturaleza de las aguas termales la explica por la existencia de un fuego subterráneo que arde sin cesar. Sorprende la importancia que asigna a la fuerza del vapor del agua, por su anticipación del futuro. Explica la formación de los manantiales, debida a la infiltración de las lluvias: "Es la lluvia al caer sobre las montañas la que alimenta sus fuentes. Las piedras son como sus huesos que las sostienen. Estas rocas retienen las aguas de las lluvias como lo haría una vasija de cobre. Y dichas aguas cayendo sobre dichas montañas a través de las tierras y las hendiduras, descienden siempre, y no se paran nunca, hasta encontrar algún lugar fortalecido de piedra o roca bien condensado y entonces se remansan sobre un tal fondo y habiendo encontrado algún canal u otra abertura, salen en forma de fuentes o en forma de arroyos o ríos, según el tamaño de la abertura y de los receptáculos". Igualmente en la llanura, las aguas de la lluvia descienden profundamente en las tierras hasta encontrar "algún fondo de piedra, de tierra arcillosa, pizarra, etc.". Respecto a la "opinión de tantos filósofos" que quieren que las fuentes procedan "de un aire espeso" saliendo "de debajo de las montañas" y condensándose en cavernas, "Práctico" responde que "los vapores acuosos de las cavernas subterráneas" (los ha visto salir de la tierra en los Pirineos), no tienen otro origen que el agua de las lluvias. Todo esto parece hoy banal, pero representa la aparición de la ciencia empírica en lucha y ruptura con la escolástica. Palissy hace tabla rasa. Se fía de una vida ya entonces muy larga llena de observaciones y de lecciones deducidas de ellas. Pero para él el saber debe ser útil: "Dios quiere que se trabaje para ayudar a la naturaleza", e indica cómo podrían hacerse fuentes artificiales, imitando en lo posible a la naturaleza, para lo cual debe contemplársela primero en sus efectos, para después tomarla por modelo y seguir sus inspiraciones. Su pequeño tratado termina con consejos prácticos para captar y purificar el agua de las fuentes naturales y para crear fuentes artificiales a base de terraplenados sobre suelo impermeabilizado.

 

Pero fue sobre todo su interpretación de los fósiles la que dio notoriedad a Bernard Palissy. En su primer libro, la Recepte véritable..., se limitaba a afirmar con seguridad el origen orgánico de los fósiles estudiados al principio de sus investigaciones. Desde luego Palissy parece no tener idea de la enorme duración de los tiempos geológicos, pero para él, el mundo mineral trabaja sin tregua, continuamente insiste sobre ello. La petrificación de los vestigios animales y vegetales y el endurecimiento de su ganga en roca no le plantean ningún problema. La audacia de Bernard Palissy es haber afirmado el origen orgánico de todos los fósiles, sin conceder ningún interés a la teoría de la generación espontánea en la roca o a los juegos de la naturaleza: "Y porque se encuentren piedras rellenas de conchas, hasta en la cima de las más altas montañas, no debes pensar que estas conchas se hayan formado como dicen algunos, que la naturaleza se dedicó a hacer algo nuevo. Después de haber mirado muy de cerca las formas de las piedras, he encontrado que ninguna puede tomar forma de concha ni de otro animal, si el animal mismo no ha creado su forma". La objetividad total de Palissy le lleva a recordar en Des pierres, sus observaciones de juventud en Saintonge, en la época en la que cartografiaba las marismas saladas. Los testimonios recogidos sobre el terreno le convencieron de que en esta región, el mar "se retiró y puede haber ganado lo mismo que se retiró en otro lugar".

 

Palissy 3
Oeuvres de Bernard de Palissy... (Paris, 1777) [BH MED 5290]

 

A Bernard Palissy se le considera como uno de los pioneros de dos ideas que se discutirían largamente durante los próximos siglos: los géneros o especies desaparecidos y los fósiles de afinidades tropicales encontrados en Europa. Se basaba en observaciones morfológicas verdaderamente cuidadosas, llegando a ser famosa su habilidad para reproducir de una forma extraordinariamente parecida en cerámicas y esmaltes, cualquier clase de seres vivos, incluidas las conchas. Sus descubrimientos y observaciones le llevaron a afirmar que las conchas fósiles eran verdaderas conchas, en lejanos tiempos depositadas en aquellos sitios por el mar, y estas ideas se oponían a las creencias de entonces, que atribuían la presencia de los objetos referidos al diluvio bíblico o a caprichos de la naturaleza. Se conservan algunos fósiles de importancia en la ciencia paleontológica encontrados por él. No es de extrañar que hiciera descubrimientos en este sentido, pues las exploraciones para recolectar tierras con que fabricar los objetos de su arte, habían de dar por resultado el hallazgo de cuerpos que en manos de un hombre de su inteligencia, no habían de pasar desapercibidos, ni desconocer tampoco su significado o importancia en la ciencia. Era un buen intérprete del lenguaje de la naturaleza, para no entender el significado de sus signos y desaprovechar sus máximas y avisos.

 

Por último, tenemos su Cristalografía. Dice Jean Orcel en el prólogo de la reedición de las Oeuvres complètes publicadas por Blanchard en 1961: "Palissy fue el primero en dar una descripción de las formas de los cristales y propuso una teoría racional de la cristalización. Mostró que estas formas son específicas y que varían según la naturaleza de los cristales". Fue el primero que practicó experimentos precisos y concluyentes acerca de la cristalización, entonces denominada congelación. Sostiene con verdadera fe que las sales y demás sustancias sólo cristalizan cuando están en estado líquido o se hallan disueltas en el agua. Así es que las primeras nociones científicas de cristalografía de que hace mención la historia, hay qué buscarlas en la obra de Palissy, a cuyo espíritu observador no pasan desapercibidas las condiciones en que los cristales se originan en el seno de un líquido y las formas geométricas de los mismos. Con Palissy surgen también otras dos ideas nuevas para esta cristalografía naciente: la comparación de la formación de los cristales en la naturaleza con la cristalización de las sales en una solución, y la distinción entre la cristalización de las sales y la congelación del agua, fenómenos que los alquimistas confundían. Su inicio en la química de la época al lado de alquimistas, le llevó a adoptar la conocida trilogía azufre-mercurio-sal, concediendo a esta "sal" una importancia considerable. En el tratado en que trata de las diversas sales y de la sal común, ocupándose de las cenizas de los vegetales, hace una observación muy digna de tenerse en cuenta, a saber: que la corteza es la parte más rica en sales alcalinas, mientras que el leño contiene muchas menos. Habían dicho los antiguos que la sal era enemiga de la vegetación, y Palissy protesta de tal creencia, y es el primero que establece la teoría verdadera de los abonos. En el tratado titulado Verdadera receta, por medio de la cual puedan todos los franceses aprender i multiplicar sus riquezas, trata perfectamente la cuestión de los abonos, tanto bajo el punto de vista teórico como práctico. Dice y con mucha razón: «en las producciones del suelo, es donde hay que buscar la verdadera piedra filosofal y el medio de multiplicar los tesoros». Demuestra, casi con la misma exactitud que pudiera hacerse hoy, que el estiércol acelera la vegetación en razón directa de las sales que contiene; así es que, separadas estas sales, puede decirse que el estiércol no tiene valor alguno en concepto de abono. Dedujo, en efecto, que las sales, y principalmente las sales amónicas (sulfato, carbonato, fosfato y cloruro), son las que hacen el papel más importante en su acción como abonos. Hablando del alumbre, hace notar perfectamente la propiedad que posee esta sal de fijar los colores. «El alumbre, dice, es sumamente útil a los tintoreros; cuando se trata de teñir una tela blanca en roja, debe sumergirse en agua aluminosa. Por este procedimiento recibirá la tela el color y lo fijará de una manera indeleble, todo lo cual no será posible si no se ha practicado esta operación previa.» Estas frases dan a conocer el profundo estudio que había llevado a cabo de la mayor parte de las sales y sus aplicaciones. Hay sales en todas partes, dice: «Las tenemos en las plantas, en los animales y en las piedras, poseyendo diversos sabores». Ningún otro había hasta entonces aplicado el nombre de sal a tantas sustancias.

 

También se puede asignar a Bernard Palissy la gloria de haber introducido en Francia el estudio de la docimástica, cuyo significado es: Arte de ensayar los minerales para determinar los metales que contienen y en qué proporción. En el Tratado de las piedras (que es el de más importancia bajo el punto de vista mineralógico) expone algunas ideas en completa oposición y refutando en absoluto la ciencia de su época. Puede considerársele al lado de Paracelso y Georg Agrícola, como uno de los iniciadores del gran movimiento científico que caracteriza el siglo XVI, cuando ya comenzaba el decaimiento de la alquimia para dar origen a los albores de la ciencia química.

 

Bibliografía:

  • Historia de la geología, Volumen 1: De la Antigüedad al siglo XVII / François Ellenberger; traducción de Montserrat Rubió i Lois; revisión de Josep Maria Fontboté. - Madrid: Centro de Publicaciones del MEC; Barcelona: Editorial Labor, 1989. [Universidad Complutense de Madrid, Catálogo Cisne]
  • Bernardo Palissy, célebre alfarero del siglo XVI: su vida, sus obras, su importancia histórica / por Joaquín Olmedilla y Puig. - Madrid: Tipografía de Manuel G. Hernández..., 1885. [Biblioteca Nacional de España, Biblioteca Digital Hispánica]
  • Vie des grands hommes, Vol. II: Héloise, Guillaume Tell, Guttenberg, Jeanne D'Arc, Christophe Colomb, Bernard de Palissy / par Alphonse de Lamartine. - Paris: Société Générale de Librairie, 1856. [Universidad Complutense, Catálogo Cisne]

 

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