La aparición de la obra titulada, con una cierta arrogancia, Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre, no conocida de los grandes filósofos antiguos, la qual mejora la vida y salud humana, publicada en Madrid el año de 1587, estuvo rodeada de una gran expectación debido a que, tal como se lee en la portada, había sido "compuesta por doña Oliva Sabuco", una mujer de 25 años de edad. En su dedicatoria, dirigida nada menos que al rey Felipe II, le pide que reciba "este servicio de mujer que pienso es mayor en calidad que cuantos han hecho los hombres, vasallos o señores". A partir de entonces el libro gozó de una extraordinaria popularidad, materializada en las numerosas reediciones publicadas, y la autora recibió los elogios de ilustres escritores, eruditos y científicos: desde Lope de Vega, que en El peregrino en su patria (pág. 186) se refiere a "Oliva de Nantes Musa décima", a Marcelino Menéndez Pelayo, pasando por Nicolás Antonio, el doctor Martín Martínez, Benito Jerónimo Feijoo, Antonio Hernández Morejón y muchos otros más que se declararon admiradores de la "insigne doctriz española", como la denominó Ildefonso Martínez en su edición de la Nueva filosofía de la naturaleza del hombre (Madrid, 1847). [Seguir leyendo]

Oliva de Nantes Sabuco Barrera (así es como firma la dedicatoria a Felipe II) nació en Alcaraz (Albacete) en 1562, hija del bachiller Miguel Sabuco, boticario de la localidad. Ella misma indica, en la citada dedicatoria, que nunca estudió la medicina, aunque sus numerosos biógrafos han apuntado que en su formación debió de influir el círculo de eruditos de Alcaraz: el doctor Heredia, su padrino de bautismo, el poeta Juan de Sotomayor y, sobre todo, el humanista Pedro Simón Abril. En 1580, cuando contaba 18 años, contrajo matrimonio con Acacio de Buedo, y en 1587 publicó su tratado filosófico-médico.

La Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre, única obra que compuso, está escrita a modo de diálogo o coloquio de pastores, una forma muy común en la literatura humanística y todo un modelo de prosa didáctica. Consta de cinco diálogos, en castellano, sobre "el conocimiento de sí mismo", "la compostura del mundo, como está", "las cosas que mejorarán este mundo y sus repúblicas", "los auxilios y remedios de la vera Medicina" y la "Vera Medicina y vera Filosofía oculta a los antiguos": un programa ambicioso en el que se trata la filosofía moral y natural, se estudian las pasiones y se exponen ideas originales sobre higiene, medicina, fisiología y otros muchos asuntos. La obra se completa con dos breves opúsculos latinos.

Oliva Sabuco, en su dedicatoria a Felipe II, le presenta (y también a nosotros, sus lectores) su libro "tan extraño y nuevo [...] cuanto es el autor. Trata del conocimiento de sí mismo, y da doctrina para conocerse y entenderse el hombre a sí mismo y a su naturaleza, y para saber las causas naturales porque vive y porque muere o enferma. Tiene muchos y grandes avisos para librarse de la muerte violenta". Y continúa: "Este libro faltaba en el mundo, así como otros muchos sobran". ¡Casi nada!

La primera edición vio la luz en Madrid en 1587, en la imprenta de Pedro Madrigal. En 1588 salió la segunda, también del taller de Madrigal, "enmendada y añadidas algunas cosas curiosas y una tabla". En 1622 se publicó otra más, en Braga, impresa por Fructuoso Lourenço de Basto, quien describe, en la dedicatoria, su sensación de que la autora, "ainda depois de morta", le estaba pidiendo sacar una nueva tirada. Es el dato que nos indica que, ese año, la autora ya había fallecido.

El doctor Martín Martínez reeditó la obra en 1728, en la imprenta de Domingo Fernández, edición que incluye un elogio a la autora. Poco después, en 1734, se publicó en Lisboa la traducción al portugués. Con excepción de esta última edición, todas las demás se pueden consultar en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense.

A partir del siglo XIX las ediciones se suceden, todas ellas con estudios y notas de gran interés: en 1847, la preparada por el doctor Ildefonso Martínez; en 1873 Adolfo de Castro la incluyó en las Obras escogidas de Filósofos, tomo LXV de la Biblioteca de Autores Españoles; en 1888 otra con estudio de Octavio Cuartero... Y a éstas habría que añadir las publicadas en el siglo XX, dentro y fuera de España.

La consideración de Oliva Sabuco cambió radicalmente en 1903, cuando José Marco Hidalgo, buscando documentación para completar la biografía de la autora, localizó una serie de documentos notariales relativos al bachiller Miguel Sabuco, entre otros su testamento, fechado en 1588, en el que expone: "aclaro que yo compuse un libro intitulado Nueva Filosofía o norma y otro libro que se imprimieron, en los cuales todos puse e pongo por autora a la dicha Luisa de Oliva mi hija, sólo por darle el nombre e la honra, y reservo el fruto e provecho que resultare de los dichos libros para mí, y mando a la dicha mi hija Luisa de Oliva no se entremeta, so pena de maldición". Está claro que la relación entre padre e hija era algo tormentosa, quizá debido al segundo matrimonio del bachiller con una mujer mucho más joven y del nacimiento de un nuevo hijo.

La polémica estaba servida. A partir de entonces se sucedieron las interpretaciones, los razonamientos y las investigaciones, tanto de los partidarios de Oliva como de los del bachiller, e incluso se apuntó la hipótesis de una autoría colectiva. La figura de Oliva Sabuco y la controversia acerca de la paternidad (o maternidad) de la Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre siguen planteando interrogantes, y han originado una extensa bibliografía en la que aún no se ha llegado a una conclusión unánime. La cuestión sigue en el aire: ¿Quién fue en realidad Oliva Sabuco?

Para finalizar esta semblanza de Oliva Sabuco, qué mejor que el soneto que, en su honor, escribió su contemporáneo y paisano Juan de Sotomayor para los preliminares de la Nueva Filosofía:

Oliva de virtud y de belleza,

con ingenio y saber hermoseada,

Oliva do la ciencia está cifrada

con gracia de la suma eterna alteza.

Oliva de los pies a la cabeça

de mil divinos dones adornada,

Oliva para siempre eternizada

has dexado tu fama y tu grandeza.

La oliva en la ceniza convertida

y puesta en la cabeça nos predica

que de ceniza somos y seremos.

Mas otra Oliva bella esclarecida

en su libro nos muestra y sinifica

secretos que los hombres no sabemos.

Bibliografía:

• Buxó, José Pascual. "Oliva Sabuco de Nantes: Sabiduría femenina y condena social". En: La creatividad femenina en el mundo barroco hispánico. Kassel : Edition Reichenberger, 1999. Págs. 589-595
• Marco Hidalgo, José. "Doña Oliva Sabuco no fue escritora. Estudios para la historia de la ciudad de Alcaraz". En Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Tomo IX, 2ª época,  nº 7 (1903). Págs. 1-13
• Márquez de la Plata, Vicenta María. Mujeres pensadoras, místicas, científicas y heterodoxas : Luisa Colmenares, María de Cazalla, Lucrecia de León, Blanca Méndez de Rivera, Oliva Sabuco de Nantes, Elena de Céspedes. Madrid : Castalia, 2008
• Rodríguez de la Torre, Fernando. "El autor y la autoría en la obra de Sabuco". En Al-Basit. nº 22 (1987). Págs. 191-213
• Rodríguez de la Torre, Fernando. "Bibliografía de comentaristas y referencias sobre Miguel Sabuco (antes Dª Oliva) y su obra". En Al-Basit. nº 22 (1987). Págs. 233-265
• Rodríguez de la Torre, Fernando. "Miguel Sabuco Álvarez y su Nueva Filosofía (1587-1987)". En Al-Basit. nº 22 (1987). Págs. 5-8
• Romero Pérez, Rosalía. Oliva Sabuco (1562-1620) : filósofa del renacimiento español. [Toledo] : Centro de Estudios de Castilla la Mancha, 2008
• Torner, Florentino M. Doña Oliva Sabuco de Nantes : Siglo XVI. Madrid : M. Aguilar, [1935]

Información relacionada:

• Sociedad Oliva Sabuco