Desde el 1 de abril al 29 de junio, en el Museo del Prado se puede admirar una muestra dedicada a la Biblioteca del Greco, es decir, a los libros que formaban su colección privada y que representaban algunas de sus inquietudes artísticas e intelectuales. Se trata de un conjunto de 39 libros de diversas instituciones públicas y colecciones privadas entre las que se encuentra la Biblioteca Histórica de la UCM junto con la propia Biblioteca del Museo del Prado, la Biblioteca Nacional, la Biblioteca de Palacio Real, la Biblioteca de la Fundación Lázaro Galdiano, el Museo del Greco de Toledo, etc. [Seguir leyendo]
En palabras de Javier Docampo, Jefe del Área de Biblioteca, Archivo y Documentación del Museo Nacional del Prado y uno de los comisarios de la exposición, junto con José Riello, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, "esta muestra no intenta tanto ofrecer una nueva interpretación del pintor, como establecer un estado de la cuestión de lo que conocemos sobre su biblioteca y sus escritos con el ánimo de proseguir la inacabada tarea de limpieza de los tópicos creados en torno a su figura y su obras. Es decir, la exposición quiere reflexionar sobre la reputación de un pintor supuestamente místico, pero que no dejó escrita una línea sobre pintura religiosa, de un pretendido neoplatónico, que tenía libros de Aristóteles pero no de Platón, o del fundador de la escuela española de pintura, incapaz de habar o escribir correctamente en la lengua de su coetáneo Cervantes".
Este conjunto de libros se conoce parcialmente por dos inventarios redactados por su hijo Jorge Manuel Theotocópuli: el que escribió unas semanas después del fallecimiento del pintor y el otro que elaboró en 1621 como testimonio de los bienes que aportaba a su segundo matrimonio. Son 130 libros a partir de los cuales se han seleccionado 39, algunos anotados profusamente por el propio Greco con reflexiones sobre su idea de la pintura y la arquitectura. Con ellos y los propios inventarios se ha articulado un discurso en cinco secciones. Recogemos la información tal como la ofrece el propio Museo del Prado:
Los padres griegos y la herencia clásica
Esta sección muestra la ascendencia que la cultura griega tuvo sobre el pintor, que siempre se mostró muy orgulloso de sus orígenes, a través de obras clásicas de Homero, Apiano Alejandrino, Jenofonte y otras consagradas a Alejandro Magno, héroe de la historia helena y paradigma de mecenas de las artes por su protección a Apeles, de quien el Greco pudo considerarse una moderna encarnación. Esta sección también destaca la ausencia de libros de Platón y la presencia, en cambio, de otros de Aristóteles en su biblioteca.
Metamorfosis en Italia
La segunda sección revisa la definitiva transformación que sufrió la pintura del Greco tras pasar por Venecia, Roma y otras ciudades italianas. Fue entonces cuando, a través de una labor autodidacta muy intensa mediante el conocimiento de la obra de otros artistas, el contacto con hombres de letras y la lectura, asimiló la práctica y la teoría artísticas dominantes. Entonces comenzó a considerar la pintura como un discurso autónomo que trascendía la representación moralizante de los asuntos inspirados en la mitología, la historia y la historia sagrada.
La pintura como ciencia especulativa
Este ámbito es el centro argumental de la muestra pues el Greco consideró que la pintura podía imitar lo visible, pero también lo imposible, es decir como una herramienta para explorar las maravillas de lo real y representar asuntos mitológicos o los misterios religiosos.
Vitruvio y los términos de la arquitectura
Aunque el Greco defendió la hegemonía de la pintura respecto a la escultura y la arquitectura, en su época era común considerar a esta última como la más destacada entre las artes por su vinculación tradicional con las artes liberales y porque su conocimiento era indispensable para llegar a ser un hombre universal. Así debió de considerarse el Greco, quien diseñó la arquitectura de algunos de los retablos en que se instalaron sus pinturas y escribió un tratado arquitectónico cuyos contenidos y paradero se desconocen. Estos motivos explican la presencia en su biblioteca de varios ejemplares del tratado de Vitruvio y los más importantes que se publicaron en su tiempo como los de Sebastiano Serlio, Vignola o Andrea Palladio.
El problema de la imagen religiosa
La sección final de la exposición muestra cómo, aunque dedicó buena parte de su producción a la pintura religiosa, el Greco no dedicó una sola de sus reflexiones a ella y apenas tuvo once libros relacionados con la religión que, más allá de lo que debió de ser su propia fe religiosa, debía de consultar para adecuar sus pinturas a la doctrina y al decoro.
Las obras prestadas por la Biblioteca Histórica son:
Clemente I, Papa, Santo. Diagatai ton agion Apostolon dia Klementos tou Romaion episkopou te kai politou katholike didaskalia, Dia biblion okto, Phrankiskou prsbyterou tou Tourrianou prolegomena kai scholia apologetika ... = Constitutiones sanctorum apostolorum doctrina catholica a Clemente Romano Episcopo, & ciue scripta libris octo/ Francisci Turriani prolegomena, & explanationes apologeticae in easdem Constitutiones. Venetiis : ex officina Iordani Zileti, 1563. BH FLL 14486
Las Constituciones de los Santos Apóstoles, probablemente escritas en Siria hacia 375-380, supuestamente por los apóstoles, están formadas por un corpus de preceptos morales y litúrgicos de importancia para conocer el cristianismo primitivo. Esta edición, del jesuita Francisco Torres (conocido como Turrianus) fue relevante en el Toledo de la época del Greco y podría estar en relación con la imagen pictórica de los famosos apostolados del pintor. El ejemplar de la BH está digitalizado a texto completo.
Pseudo Dionisio Areopagita. Tade enestin en tede te biblo tou agiou Dionysiou ...= Haec insunt in hoc libro Sancti Dionysii .... [Florentiae] : in aedibus Philippi Iuntae ..., 1516. BH DER 1738.
Esta edición incluye la obra Sobre la jerarquía celestial en la que el teólogo bizantino que vivió en Siria entre los siglos V y VI desarrolló una metafísica de la luz, que emana de Dios, se transmite a toda la jerarquía celestial e ilumina al hombre. Hay autores que ponen en relación estas ideas con la desmaterialización y alargamiento que hace el Greco de las figuras de los ángeles y del mundo sobrenatural.
Kanones kai dogmata tes ieras kai agias oikoumenikes eu tridento genomenes sunodou epi paulou tritou, iouliou tritou, kai piou tetartou akrou arkhiereou ek tes latinon phones eis teu tou graikou metaphrasthenta ekdophenta te prostaxantos tou agiotatou kuriou emou gregoriou ig akrou arkhiereos. En Romei : dia Phrankiskou tou Zanetou, 1583. BH FLL 17427(1).
Los Cánones del Concilio de Trento incluyen el decreto de 1563 Sobre la invocación, veneración y reliquias de los santos y de las sagradas imágenes, en el que se confirma la validez del culto a las imágenes pero se condenan los excesos de su mal uso. Esta obra se pone en relación con la necesidad del pintor de orientar su pintura a los postulados de la contrarreforma pues el rechazo de sus primeras obras en España pudiera tener que ver con la falta de ortodoxia iconográfica.
Georges Braun. Civitates Orbis Terrarum. Coloniae Agrippinae : apud Godefridum Kempensem, sumptibus auctorum, 1593. BH FLL Res.14(2).
La última obra prestada para la muestra es, sin duda, una de las obras cartográficas más importantes del siglo XVI. La vista de Toledo por la que se abre el volumen debió de tenerla en cuenta el propio Greco, junto con otras obras y su propia mirada, para sus vistas de Toledo.
La exposición se complementa con un magnífico catálogo, disponible ya en la Biblioteca Histórica, en el que, a las colaboraciones de los comisarios, Javier Docampo y José Riello, se suman artículos de otros estudiosos como Richard L. Kagan, Fernando Marías y Leticia Ruiz Gómez.